La joven niega y vuelve al trabajo, ya no debía de estar pensando en esos dos. Muchos problemas tenía ella como para estar metiéndose en la vida de su jefa y su esposo… pero entonces las dificultades llaman a su teléfono.
Ella mira el aparato como si fuese su peor enemigo, pero no le queda de otra que contestar.
—Dígame señor Harper.
—Ciana necesito que vengas un momento.
Ciana cierra los ojos al mismo tiempo que aplana sus labios y los muerde. Cuelga la llamada para ponerse en pie y dirigirse a la oficina de sus tormentos. Al entrar y cerrar la puerta nota que Phil se encontraba sentado en el borde de su escritorio.
Ella se tensa por completo ya que ahora que lo veía bien piensa que había olvido que tan atractivo y masculino era ese hombre.
—¿Necesita algo?
—Hablar contigo —Ciana se atiesa —. Es importante.
—Señor Harper, no tenemos nada de qué hablar.
—Por supuesto que sí —él empieza a caminar hacia donde estaba ella parada como si le hubieran salido raíces en los pies —. Necesito que me expliques porque te fuiste esa noche de mi apartamento.
Ciana se congela, recordar esa noche no era para nada apropiado y menos cuando él se estaba acercando tanto a ella. Ella solo consigue mirarlo fijamente a los ojos mientras que iba acortando el poco espacio que existía entre los dos.
En lo que Phil se encontraba a poca distancia de Ciana todo su cuerpo irradiaba esa energía que había experimentado aquella vez que la vio entrar en oficina de su ex cliente. Ella era tan distinta a…
Phil se detiene a poca distancia de ella, el CEO relame sus labios al mirar la boca de Ciana. Recordó cuando le devoro los labios aquella noche y aquel recuerdo le hizo acelerar el corazón.
—¿Por qué te fuiste esa noche? —pregunta suavemente.
Ciana podía sentir la respiración de Phil contra su cara y eso no ayudaba mucho que digamos a su estado.
—Debía irme.
—¿Por qué?
—Usted sabe porque —Phil cambia su expresión.
—No podías saber que yo era casado.
—Pero lo es…
Y aquel hecho le hacía sentir un pequeño estremecimiento en su corazón, no debía de estar sintiéndose de esa manera por un hombre casado, pero era inevitable aquel sentimiento.
Phil traga saliva al percibir el aroma de esa mujer, mira con detalle su rostro, esos ojos color miel y aquellos labios carnosos y provocativos.
—Ciana…
—Señor Harper yo…
Pero no logro decir una sola palabra ya que Phil planto sus labios contra los suyos dejándola completamente sorprendida. ¿La estaba besando en la oficina?, cuando alguien podría entrar y verlos.
Sin embargo los labios de ese hombre la hicieron olvidar donde estaba, fue como entrar en otra dimensión. Los ojos de Ciana fueron cerrándose poco a poco a medida que el beso fue tomando un poco más de forma.
Los brazos de Phil envolvieron su cintura de una manera tan sutil, pero a la vez tan posesiva que ella sintió derretirse por dentro. Sus manos actuaban por voluntad propia, las mismas fueron a parar alrededor del cuello de Phil y termino de puntillas mientras que besaba al esposo de su jefa.
Volver a besar a Ciana fue como un sueño hecho realidad para Phil, tantas veces que no dejo de pensar en ella para que ahora la tuviera entre sus brazos. Afianza el beso a la vez que aprieta un poco más su cintura acercando su cuerpo contra el suyo.
Pero sin explicación alguna Ciana se aleja de él abruptamente.
—¿Qué estamos haciendo? —él nota como ella cubre sus labios.
—Ciana —Phil da un paso más hacia ella, pero Ciana retrocede.
—Está casado, y su esposa es mi jefa.
—Escúchame…
—No —levanta la mano al percibir que él intenta acercarse —. Otro beso como este no puede repetirse, usted es un hombre casado, lo que paso hace años quizá son hubiera ocurrido si yo hubiera estado al tanto de que usted tenia esposa.
—Entiendo todo lo que me estás diciendo, pero yo no…
—Basta por favor. Si no se le ofrece nada entonces me iré a almorzar, su esposa le dejo un mensaje, lo estará esperando para que coman juntos. Con su permiso.
Ciana abandona la oficina de Phil con el corazón en la mano, estaba tan nerviosa que sus pensamientos se encontraban todos revueltos. Toma asiento notando que sus manos temblaban.
—Joder, ¿Qué demonios le he permitido a ese hombre hacer?
Una cosa era acostarse con alguien de quien no sabía absolutamente nada, y otra distinta era que supiera sobre su vida y le consintiera que la besara.
—Ciana, ¿Qué rayos tienes? —Dorelis aparece delante de ella provocándole un susto de muerte—. Estas pálida, ¿te sientes bien?
—¿Qué haces aquí? —pregunta como si la hubieran pillado haciendo algo malo.
—Es hora del almuerzo, ¿Qué otra cosa?
—Sí, sí, claro.
—¿Qué te pasa?
—Nada, vamos a comer…
En lo que ella se pone en pie, la puerta de la oficina de su jefe se abre y por esta sale Phil. Ciana traga saliva mientras que recoge su bolso.
—Señor Harper —Dorelis saluda con cordialidad, pero Ciana se limita a no decir nada.
El CEO saluda y sigue su camino hacia la oficina de su esposa, cuando Ciana observa aquello se da cuenta de que ella tenía mucha razón. En ese instante su corazón desfallece.
—Pero bueno, ¿Qué d3monios te pasa hoy?
—Nada, es que tengo hambre.
Pero aquello era una completa mentira, Ciana solo podía ver su plato con la comida entera. Su apetito se había esfumado después de haber recibido aquel beso tan apasionado. Si continuaba por ese camino sus problemas se duplicarían.
—Estás muy pensativa, ¿sucedió algo con el señor Harper? —la mención de Phil la hizo levantar la mirada.
—¿Qué?
—¿Qué si paso algo con el señor Harper o con Mónica? Sé que estuvo por la oficina de su esposo.
—No, nada.
No tenía el valor de confesarle la verdad a su mejor amiga, por más que quisiera no podía hacerlo. Quizás Dorelis no tomara las cosas de la mejor manera, y es que tampoco deseaba que la situación se agrandará más de lo que creía que ya estaba.
—¿Segura?
—Si.
De regreso a la oficina Ciana toma asiento y justo en ese momento también llega Phil, el pelinegro iba hablando por teléfono, pero no por ella al pasar delante de su escritorio dejo de mirarla hasta que ingreso en su oficina.
Ciana recibe lo que parecía ser un pre infarto al mirar a su jefe, al verse sola suelta el aliento contenido.
—Necesito concentrarme.
Por suerte para ella su horario de trabajo estaba finalizado, Ciana recoge sus cosas con apremio para poder irse con Dorelis. No vivían juntas, pero si un poco cerca. De pronto escucha el chillido de un par de tacones que se conocía bien.
Levanta la mirada para ver a su jefa pasar de largo a la oficina de su marido… Ciana muerde sus labios al mirar la puerta cerrada, y de la nada se ve imaginándose muchas cosas absurdas, escenas que ni debería de estar imaginando.
Niega sabiendo que era una tonta.
[…]
Phil levanta la mirada al escuchar que la puerta de su oficina se abre, su corazón se aceleró un poco al pensar que podría ser Ciana, pero al mirar a su esposa toda aquella emoción se esfumo.
—Te esperare abajo para irnos juntos a la casa.
—Ve tu primero, voy a revisar estos últimos documentos y me iré luego.
—No me quiero ir sola, te esperaré.
—Mónica me voy a demorar.
—Puedo esperar.
Ella no estaba dispuesta a dejar solo a su marido, cualquiera de las recepcionistas de la planta de abajo podría intentar seducirlo, conocía la clase de mujercitas que trabajaban en su compañía.
Jamás pondría en riesgo todo su patrimonio por una mujercita insignificante. Phil era su marido y de nadie más.
La intensidad de Mónica llevo al CEO a recoger sus cosas para estudiarlas en su casa, cuando su esposa se ponía con esa actitud era insoportable. Y mucho más cuando fue al medio a día a su oficina para cancelarle el almuerzo.
—¿Ya estas lista? Hoy estas muy lenta, te has demorado para hacer todo y encima de eso no has comido nada —Dorelis la reprende mientras que ella se apresura con sus cosas.
—Ya podemos irnos.
En lo que ambas avanzan Mónica en compañía de Phil salen de la oficina, las jóvenes voltean para ver a la pareja y de manera inmediata Ciana observa como su jefa envolvía el brazo de su esposo.
Ciana regreso la vista al frente y continúo avanzando hasta el ascensor. Se sentía incomoda puesto que sabía que Phil la estaba observando, pero sus emociones se volvieron mi3rda al pensar que su mujer estaba a su lado.
—Creo que vamos a compartir ascensor —susurra su amiga.
—Por favor Dorelis, bajemos por las escaleras.
—Te volviste loca, son 10 pisos.
Los cuatro esperaban el ascensor y Ciana sentía ganas de salir corriendo. Sus jefes se encontraban a una distancia prudente, sin embargo la presencia de Phil era muy fuerte… finalmente las puertas del elevador se abren y ellas dos ingresan, luego los jefes.
Ciana y Dorelis quedan en la parte de atrás mientras que Phil y su esposa delante. Ciana baja la vista notando como Mónica se encontraba bien sujeta a su marido. Luego ve la ancha espalda de Phil, él se encontraba erguido sin inmutarse.
Rápidamente siente que Dorelis le da un codazo por el costado, ella la mira y esta le señala la unión de las manos de sus jefes cosa que provoca un fuerte latigazo en su corazón. Ciana deja de mirar enfocando sus ojos en sus zapatos.
Al abrirse las puertas Phil abandona el elevador con su mujer y detrás de ellos Ciana y su amiga.
—Buenas noches señores Harper —los saluda el vigilante.
—Buenas noches —contesta Phil.
Ellos dos toman el camino hacia el estacionamiento mientras que ellas dos a la salida principal.
—¿ya viste? Esos dos están más enamorados que nunca. Podrán discutir por trabajo, pero seguro que en casa son inseparables.
—Sí, estoy segura.
—Pero con un esposo como el señor Phil, cualquier mujer.
—Deben tener muchos hijos…
—¡No tienen!
Ciana se detiene a mitad de las escaleras mientras que su amiga termina por bajar, pero luego gira el rostro para verla.
—¿Qué pasa?
—¿No tienen? Pero la señora Mónica es una mujer mayor.
—Tiene 38 años, y el señor Phil 40 años.
—¿Por qué no tienen hijos? —ella ve a su amiga encorvarse.
—Los rumores de pasillos dicen que él no puede tener hijos.
Dorelis sigue caminando hasta la parada de autobuses.
—No parecen muy preocupados por querer tener herederos.
Ciana parpadea reiteradas veces, y ella que pensó que tendrían un montón de hijos. Para tener tantos años de casados y al edad que tenían. Pero se había equivocado, sin embargo eso no quitaba el hecho de que parecían una pareja unida.
—Vamos Ciana, me estoy congelando en esta m*****a calle.
Ella avanza con aquellos pensamientos en la cabeza, seguía sin dar crédito a esas cotillas de pasillo… al llegar al lado de su amiga se ajusta el abrigo y justo fue cuando el coche de su jefa pasa delante de ellas dos.
Las amigas miran el deportivo rojo avanzar rápidamente, segundos después una gran camioneta negra la sigue. En ese instante el corazón de Ciana se atormenta. Para su mala suerte la camioneta se detiene justo delante de ellas.
En lo que bajan la ventanilla ella mira a Phil detrás del volante.
—No parece que venga pronto su transporte, ¿quieren que las lleve a alguna parte? —Ciana mira con ojos muy abiertos a Phil, él actuaba como un maldito, como si todo aquello fuese de lo más normal.
—¡Oh! Señor Phil, bueno…—pero Ciana le proporciona un pellizco a su amiga que la hace callarse en el acto —. Muchas gracias, pero pronto nos iremos.
Phil no podía obligarlas a subirse al coche, sin embargo deseaba que si lo hicieran. La verdad es que moría de ganas por saber dónde es que vivía Ciana.
—De acuerdo, que tengan buenas noches.
En cuanto la camioneta avanzo Dorelis confronta a su amiga.—¡¿Te volviste loca?! ¿Por qué demonios hiciste que rechazará esa oferta?—Como se te ocurre que nos íbamos a subir en el coche del esposo de nuestra jefa, ¿quieres que nos despida?Dorelis cae en cuenta de que su amiga tenía mucha razón.—Es cierto, esa mujer es muy celosa. Nos asesinaría si tan solo se entera que su esposo nos habló —Ciana observa a su amiga negar —. Mónica está obsesionada con su marido.—¿Se amaran?—Por supuesto que si —responde su amiga ajustando su abrigo —. ¿No has visto como han salido esos dos? Deben estar muy enamorados para todos esos años que llevan de casados.Dorelis tenía razón y ella debía prestar más atención a lo que ella decía, era como si intentará buscar una razón para creer que Phil no amaba a su mujer. Si era más que evidente que ambos se querían.Ciana niega, se volvía a repetir que no estaba bien aquellos pensamientos hacia Phil. Ya tenía muchos problemas con que él hubiera aparecido
Phil se queda de pie observando como Ciana abandona su oficina, el pelinegro suelta el aliento contenido, era consciente de que ella no le iba a creer una sola palabra. Sin embargo no estaba comprendiendo bien porque se enfrascaba tanto en que ella supiera como iban las cosas con su esposa.Relame sus labios al recordar el dulce sabor de su boca, desliza dos dedos por el borde de sus labios y medio sonríe al rememorar aquel beso y aquellas caricias. Era demasiado, Ciana era demasiado.Observa la puerta con mucho entusiasmo, hacia tanto tiempo que no se sentía de esa manera; tan vivo, tan animado, con tantas ganas de volver a intentarlo.[…]Ciana trataba de contener las lágrimas luego de salir de la oficina, se convertiría en una tonta si tan solo le creyera a Phil de que no amaba a su esposa. Si ese fuese el caso no estuvieran como lo estaban.Solo intentaba engañarla, estaba segura de que eso era lo que trataba de hacer. Odiaba el hecho de que la estuviera engañando para conseguir ll
Si conseguía meterlo en su cama lograría mucho, apaciguaría su ira y de ese modo ella podría hacer sus negocios tranquilamente sin la presión de su marido. Pero de la nada Phil vuelve a tomar sus muñecas para detenerla.En ese instante Mónica ya se estaba hartando el rechazo de su esposo, cada vez que tenían s3xo él pensaba en lo mismo de siempre, “hijos” ella no deseaba ser madre, no quería tener que estar cuidando a un montón de mocosos que arruinarían su carrera.—¿Haces esto para persuadirme de los negocios erróneos que has hecho? —Mónica aprieta la mandíbula con fuerza, Phil no era tonto.—¿Acaso una esposa no puede extrañar a su marido? Hace tanto que no estamos juntos, ¿Qué tiene de malo que quiera estar contigo? —vuelve a deslizar las manos por su pecho al mismo tiempo que se aproxima —. ¿No puedes darle atención a tu mujer?Mónica vuelve a probar sus labios, pero Phil no le responde al beso. Le resultaba imposible hacerlo ya que sabía perfectamente que lo que ella hacia era p
—No es tu hijo.La firmeza con la que ella le respondió lo dejo frío, sin embargo y no sabía porque Phil no se sacaba de la cabeza que de que ese pequeño niño si era suyo.—Me estas mintiendo.—No lo hago, te digo la verdad. George no es tuyo —Phil niega mientras la oye hablar.—No te creo una sola palabra.—Quede embarazada de una persona con la que estuve saliendo un tiempo después de estar contigo, pero me quede sola luego, así que ya vez que mi hijo no es tuyo.Sus contestas a pesar de ser muy firmes no le daba aquella seguridad de que fuesen del todo ciertas. Algo en el fondo de él le decía que le estaba mintiendo, e iba a descubrir la verdad.—¿Así que estuviste con alguien después de mí?—Hice mi vida, ¿Qué espera que hiciera? Pasaron muchos años, además yo no esperaba verlo más.—Entonces, ¿Y estuviste con alguien más?Phil no soportaba ese hecho aunque le estuviera diciendo falsedades, sin embargo pretendía hacerla confesar a como diera lugar. Así que se aproxima a ella acort
Podía sentir la cercanía de su cuerpo y eso la ponía mucho más tensa que antes, sin embargo todo su ser deseaba creerle a Phil. Pero la verdad es que resultaba difícil, y ahora había empeorado las cosas volviendo a tener sexo con él.—Lo siento mucho, pero no puedo creerte. Y ahora hemos vuelto a cometer el mismo error de hace tres años —ella niega sintiéndose horrible por haberse metido en medio de un matrimonio.—Ciana, las cosas entre Mónica y yo no están bien. Hace muchos años que no van nada bien —Phil abraza a Ciana por la espalda, necesitaba que ella creyera en su palabra —. Deseo que me puedas creer.—No, no puedo… y quiero que te vayas.—Ciana, tú me gustas. Desde que me dejaste aquella noche en el apartamento no he dejado de pensar en ti ni un solo día. No me pidas que haga como si no te conociera, porque no puedo hacerlo.¿Por qué se lo tenía que poner tan complicado? Era más fácil que se olvidara de su existencia y ya…—Vete, por favor —Phil baja la mirada, y cree que era
Ella levanta la mirada para ver a Phil delante de ella con aquella masculinidad tan atractiva que la hace humedecerse.—¿Cómo estas esta mañana?—Buenos días señor Harper—la sonrisa de Phil se apaga en lo que la escucha hablarle de usted —. En seguida le llevo su café.—De acuerdo.Ella observa a Phil entrar en su oficina llevándola a soltar el aliento, cierra los ojos y relame sus labios al mismo tiempo.—Joder, debo resistir.Phil sigue de largo hasta su escritorio, toma asiento y de inmediato abre un gabetero a su izquierda. De este saca un pequeño álbum de fotos y empieza a hojear el mismo detenidamente hasta que llega a una hoja en especial.El CEO traga saliva en seco al mirar aquella fotografía, parpadea al mismo tiempo que extrae la imagen del álbum. Deja el libro en el escritorio al mismo tiempo que observa la foto, sonríe al reclinarse en su silla.La foto era de él mismo de cuando tenía aproximadamente dos o tres años, afina un poco la mirada al ver que el hijo de Ciana es
—Estoy cansada. El señor Harper me ha dado mucho trabajo, y Mónica ni se diga.—Lo sé —responde Dorelis abrigándose un poco más —. Mónica está muy estresada por esas ventas que hizo sin el consentimiento de su esposo, la verdad es que la empresa está en unos aprietos muy grandes.—Si lo sé, el señor Harper siempre está pidiendo llamar a los compradores, haciendo tratos. Y Mónica siempre está yendo a mi escritorio para saber a quién llamo.—No te parece extraño que ella está como que muy preocupada por eso, anteriormente hacia tratos, pero esta vez actúa muy extraño.Ahora que lo pensaba bien, su amiga tenía razón, ella actuaba de una manera bastante nerviosa y no entendía la razón. Al final eran negocios compartidos… en eso Ciana echa la vista a un lado para ver el deportivo rojo de su jefa abandonar el edificio.Ambas chicas lo ven alejarse rápidamente, seguido una enorme camioneta negra sale del estacionamiento la cual conduce un poco más lento hasta que se termina por detener delan
Después de pedir la Ciana vio aquella escena en su casa, ver a Phil compartir su mesa con ella y su hijo realmente era muy extraño. Nunca se imaginó que vería a ese hombre sentado mientras que tomaba la cena.Ciana observa su plato sintiéndose verdaderamente extraña, encima de eso él llevaba como dos horas en su casa, ¿y su mujer? ¿No le importaba los problemas que pudiera tener con ella?—¿Vendrás mañana? —en eso ella escucha la voz de su hijo que la hace levantar la mirada.—Claro, puedo venir mañana también.—¿Podemos cenar pizza?—George, hijo por favor —Ciana interviene.—¿Pizza? Por supuesto que sí.La rubia mira a Phil con ojos de regaño, ella creía que se estaba tomando ciertos atrevimientos sin consultarte primero.—Mi mamá no compra pizza.—¡George! —el niño la observa con ojos inocentes que enternece su corazón.—Yo traeré pizza todas las veces que quieras.—Siii…Ciana admira la sonrisa de su hijo y no puede evitar medio sonreír, había muchas cosas que no podía comprarle a