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Capitulo 4. Esa era la realidad

Su amiga le indico como servirle el café, pero ella ya se conocía bien como lo solía pedir y acompañado con qué.

—Dios mio, estoy muerta…—vuelve a su silla y justo en ese momento el teléfono comienza a sonar, con manos temblorosas lo descuelga —. Buenos días señor Harper.

—Por favor tráigame un café.

En cuanto ella escucha su voz siente que todos los vellos de su cuerpo se erizan y de inmediato es transportada a tres años atrás… luego de colgar la llamada e ir por el café y las galletas, Ciana iba rogándole a quien sea que pudiera escucharla para que ese hombre no la reconociera.

Al llegar a la puerta de la oficina se tensa tanto que empieza a temblar.

—Por el amor de dios Ciana cálmate, si continuas con estos nervios serás muy evidente ante él. Quizás no te reconoce, son tres años, dudo que se acuerde de las mujeres con las que tiene s3xo.

Ella toca la puerta y de inmediato escucha “adelante” aquello la puso aún más nerviosa, Ciana ingresa en la oficina observando al instante a Phil, por suerte se encontraba cabizbajo observando una pila de documentos.

Ella camina con cautela hacia su escritorio sin apartar la vista de él, al llegar a la mesa hace amago de dejar el café sobre la mesa, pero a raíz de sus nervios consigue derramar un poco sobre la misma que termina humedeciendo algunas hojas.

 —¡Dios mio!

—¡Oh, por dios no! —Phil se pone en pie rápidamente con todos los papeles en las manos, observa el desorden en su escritorio y luego ve a su secretaria intentando limpiar con la diminuta servilleta —. Pero, ¿Qué hace? con eso no conseguirá secar todo eso. Vaya al baño y busque una…

En ese instante Phil frunce el ceño ya que esa escena le resulta bastante familiar, luego mira un plato con galletas, las que a él le gustaba mucho. En eso repara en la rubia que parecía no escucharlo.

Su cabello le resultaba conocido, o pudiera ser que fuesen ideas suyas.

—¿Me has escuchado? —habla un poco más bajo, entonces la ve asentir mientras que acomoda la taza de café sobre el plato de cerámica.

La curiosidad fue más grande que llevo al CEO a inclinarse un poco para ver el rostro de esa mujer, y en lo que la vio de perfil Phil ensancha la mirada.

—¿Ciana?

Cuando Ciana escucho que él menciono su nombre sintió un corrientazo en todo su cuerpo, ella que tanto rogo para que no la recordara, y resulta que ni su nombre logro olvidar. Estaba atrapada.

Endereza su cuerpo para enfrentar a Phil.

—¡Ciana!

Phil no daba crédito a lo que sus ojos estaban viendo, la noche anterior la había recordado y ahora ella aparecía como si nada en su propia oficina. ¿Qué significaba eso?, da un paso hacia ella llevado por su instinto.

—Ciana, ¿Cómo es que estas aquí? —ella parpadea ante la pregunta y al mirar nuevamente esos ojos azules siente morirse por dentro.

—Yo, bueno es que yo soy su secretaria.

—¡¿Qué?!

El CEO se impacta por la noticia, ¿Cómo era posible?

—Espera, ¿Qué dijiste?

—Debo limpiar todo esto, disculpe.

Phil la ve caminar hasta el cuarto del baño, debido a su asombro el pelinegro no consiguió moverse de su sitio, pero al verla salir y luego ponerse a limpiar la mesa, él actúa rápido quitándole la toalla húmeda de las manos y la hace verlo.

—¿Cómo es eso de que eres mi secretaria? ¿Desde cuándo lo eres? —Ciana estaba muerta de los nervios, sus pensamientos se encontraban todos revueltos y descontrolados.

—Yo…

—Ciana —Phil observa los labios de ella y recuerda de inmediato esa increíble noche que paso al lado de esa mujer.

—Llevo dos años trabajando aquí.

La respuesta de ella lo trajo de vuelta a la realidad, ¿2 años? y como es que en todo ese tiempo él no se había dado cuenta de que ella siempre estuvo en su empresa.

—Ciana, ¿sabías que era yo el jefe de esta compañía? —ella ensancha la mirada.

—No, no lo sabía. Creí que la señora Mónica…—pero al mencionar ese nombre ambos se pusieron tenso.

De forma inmediata Ciana se aleja de él y es cuando el CEO siente rechazo por parte de ella. A esas alturas ella ya tenía que saber que Mónica era su esposa y no era desde hace poco.

—Yo pensé que su esposa era la dueña de esta compañía, ayer me he enterado que es usted el dueño.

Phil observa como ella seca la mesa rápidamente dejando todo organizado. La mención del nombre de Mónica puso en tensión la conservación, sin embargo él deseaba hablar un poco más con ella.

—Ciana, necesitamos conversar ¿no lo crees?

—No se preocupe, no tenemos nada que conversar señor Harper —ella hace amago de irse, pero él la sigue y la detiene.

—Claro que necesitamos conversar, es importante —Ciana cada vez se ponía más tensa.

—No tiene que decirme nada, ni yo a usted. ¿Me entiende? Con su permiso.

Su secretaria sale de la oficina dejándolo con más dudas que preguntas, sin embargo él no se iba a quedar con esa. Relame sus labios puesto que ahora que sabía dónde estaba ella le resultaría más fácil hablar con Ciana.

Al cerrar la puerta Ciana suelta el aliento contenido, cierra los ojos y piensa que quizás las cosas no salieron tan mal. No obstante el desastre con el café no podía repetirse más, por otro lado estar cerca de Phil la ponía muy nerviosa.

Todo su cuerpo en esos momentos era como de gelatina, y su corazón parecía que se le iba a salir del pecho.

—Dios mio ayúdame a mantener mis distancias con este hombre.

Y lo imploraba en serio ya que al tenerlo tan cerca revivió todo lo que había hecho esa noche con él y muchas otras cosas más. Era imposible que negara que aun seguía sintiendo atracción por Phil.

—Joder, que idiota soy…

[…]

Concentrarse en la información de esos documentos era un verdadero reto para Phil, desde que descubrió que Ciana era su secretaria no dejaba de pensar en ella. Tenía tantas preguntas que hacerle, y estaba plenamente seguro de que ella también deseaba hacerle muchas a él.

Nunca le confeso que era casado, cuando la vio en el bar tan hermosa la verdad es que no tuvo el valor de confesarle que era casado. Y es que si lo hubiera hecho nunca le hubiese dado la oportunidad de hablar.

Había sido un completo idiota, ahora ella estaría pensando lo peor de él y para colmo era su jefe.

—Mi3rda… —frota el puente de su nariz pensando que carajos iba a hacer.

Por otro lado, no podía permitir que Mónica se enterará de aquella aventura ya que terminaría por despedir a Ciana o peor aún hacerle la vida imposible en la empresa. Debía protegerla de su mujer.

[…]

La mañana transcurrió relativamente normal, Ciana no tuvo que volver a ver a su jefe y eso fue de gran alivio para ella. Sin embargo sabía que no siempre correría con esa suerte… la joven observa la puerta y siente una especie de desmayo incontrolable.

Es que de solo saber que él se encontraba del otro lado de la puerta la ponía muy nerviosa.

—¿Mi esposo se encuentra en su oficina? —en eso la voz de Mónica la sobresalta.

—Sí, el señor esta…—pero no le dio oportunidad de terminar ya que Mónica ya había entrado en la oficina.

No es que necesitase anunciarse, Mónica prácticamente era su jefa aunque el dueño de todo fuese Phil.

En eso Ciana comienza a pensar en lo que esos dos pudieran estar haciendo o hablando en ese lugar, Ciana muerde sus labios regresando la vista a su ordenador. Eso no era problema suyo, lo que Phil hiciera con su mujer no era de su incumbencia.

Eran esposos, ¿no?

< Esposos, como fui tan tonta al no pensar siquiera que ese hombre era casado. Como fui tan ingenua para creer que era soltero>

Se reprocha a sí misma, pero de nada servía que lo hiciera. El error ya estaba cometido, comienza a teclear cuando el teléfono comienza a sonar. Con manos temblorosas atiende la llamada.

—Niña, quiero que me traigas los documentos de compra que se hicieron la semana pasada.

—Si señora Mónica.

Ciana localiza los documentos para luego encaminarse a la oficina sabiendo que tendría que ver a ambos en un mismo lujar. Con la frente al alto ella se adentra en la oficina tratando de ignorar por completo a Phil.

—¿Esto es todo? —fue Mónica la que pregunta sin siquiera verla.

—Si señora —Ciana únicamente observa a su jefa sabiendo que el esposo de su jefa no le quitaba los ojos de encima, podía sentir esa mirada fiera.

—Sí, aquí están todo, ya puedes irte.

Ciana hace amago de irse, pero sin que pudiera evitarlo sus ojos la traicionan y termina viendo de soslayo a Phil. Él la estaba mirando fijamente sin importarle que su esposa estuviera delante de él.

Su mirada la puso más nerviosa que antes así que apresura el paso para salir de ese lugar. Pero antes de poder cerrar la puerta escucha una palabra que la trae de vuelta a la realidad.

—Cariño, aquí tienes todo lo que necesitas.

Ella cierra la puerta al mismo tiempo que traga saliva, no debía olvidar que él era un hombre casado y aunque tuviera problemas con su esposa se notaba que se querían.

—Joder…

Su cabeza era un completo caos. Si continuaba con ese susto encima no iba a durar mucho en esa empresa.

[…]

Phil observa a su esposa cuando lo llama cariño y sabe que no lo hace porque le naciera, simplemente lo hacía para cabrearlo. Mónica era una mujer muy celosa, y cada vez que una mujer se encontraba muy cerca de ambos actuaba como la esposa más abnegada del mundo.

—Vez que todo está en orden, no entiendo porque actúas de esta manera cuando yo hago algún negocio.

—Porque sabes bien que antes de firmar algún documento debes consultarme Mónica, lo sabes bien, te deje a cargo de la compañía porque debo estar viajando constantemente.

—No estabas aquí para solventar el problema, ¿Qué querías que hiciera?

—Esperar.

—Te recuerdo que como tu esposa, también soy participe de esta compañía.

Eso no lo olvidaría nunca… Phil observa a su esposa con mucha paciencia reflejada en la mirada, luego baja la vista hacia los documentos los cuales debía hojear detenidamente sobre todo las m@lditas clausulas.

—Revisare todo esto y luego hablaremos.

—Tienes que dejar de tratarme como una estúpida secretaria, cuando te largas por varios meses yo soy la queda al mando de esta compañía, también tengo muchos derechos en hacer todos los negocios que crea conveniente —Mónica se había levantado, pero dejando la palma de sus manos contra el escritorio.

—No sabes hacer tratos justos Mónica, y lo sabes perfectamente, esta es la prueba de uno —señala los documentos los cuales ella ve con recelo.

—Haces todo esto para fastidiarme, pero no lo vas a conseguir querido esposo.

Y con esas últimas palabras se da la vuelta para encaminarse hasta la puerta resonando sus tacones sobre el marfil.

Phil suelta el aliento al mismo tiempo que se inclina hacia atrás, cierra un poco los ojos y relame sus labios. En eso sus pensamientos se llenaron de recuerdos de Ciana, aquello lo hace abrir nuevamente los ojos para mirar la puerta.

[…]

Mónica cierra la puerta de su oficina quedándose un momento allí, luego observa a la secretaria quien se encontraba ajena a ella. Mónica se compone y actúa como si su idiota marido y ella no tuvieran problemas.

—Ciana, se me olvido recordarle a mi esposo que lo estaré esperando para almorzar. Avísale.

—Claro señora Harper.

Ciana ve a su jefa alejarse como si nada hubiera sucedido, era evidente que ella y su marido se la llevaban muy bien a pesar de las diferencias en el trabajo.

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