Dulce e ingenua Isabella

Isabella se negaba rotundamente a la propuesta de la vieja Carlota, apenas la escuchó, ella no se iba a vender, no se casaría ni tendría un hijo con un hombre que ni siquiera conocía, la joven, estaba enamorada de su novio Juan Carlos, estaba segura de que apenas le contara que había perdido a su padre, y que no tenía donde vivir, la ayudaría por qué la amaba.

 

Querida Isabella, ¡no te estoy preguntando si te gusta la idea o no, aceptarás el trato de la familia Lombardi, por qué es lo que nos conviene a ambas, hoy mismo iremos de visita a su gran mansión, así que mueve ese lindo trasero si no quieres que en lugar de ir a un lindo lugar, te recluten en un asqueroso sótano!

 

Por favor no me obligues a casarme con un hombre que no conozco, ¿qué voy a hacer si resulta ser un anciano? ¿o si es un mal hombre o un pervertido? soy tu sangre, no puedes ser tan cruel conmigo — Isabella, suplicó a su tía, pero no fue escuchada, la vieja mujer la sacó de la cafetería y la llevó a presentar a la señora Lombardi.

 

Antes de llegar a la lujosa mansión, la vieja Carlota, llevó a Isabella a una costosa tienda para comprarle un atuendo adecuado, no la iba a presentar en pijama a personas tan importantes, de todas formas, recuperaría lo que había gastado cuando el trato quedará cerrado.

 

 Isabella, estaba demasiado nerviosa cuando estuvo frente a la señora Lombardi, ella y un hombre mayor, pero de elegante presencia la observaban de arriba a abajo, haciéndola sentir avergonzada

 

Señora Lombardi, he traído conmigo a mi hermosa sobrina Isabella, ella es una magnífica joven, recién se ha graduado de la universidad, es tranquila y de buen carácter — la vieja Carlota, hablaba de Isabella, vendiéndola lo mejor que podía, de eso dependía el éxito del negocio.

 

Debía convencer a los señores Lombardi, que su bella y estúpida sobrina, era su mejor opción, sabía que había muchas jóvenes casaderas de buenas familias que matarían por casarse con el joven amo de esta familia, pero no, no se iba a permitir dejar ir tan jugoso trato.

 

Buenas tardes, soy la señora Melina de Lombardi, el señor es Demian Lombardi, el padre de mi difunto esposo.

 

La hermosa Isabella, estaba pálida, al ver al señor elegante pero bastante mayor, creyó que era con él con quién quería casarla.

 

No soy de dar muchos rodeos a las cosas, estamos aquí por qué buscamos una esposa para mi hijo Valentino, al igual que también queremos un heredero, así que.... ¿por qué debería elegirte a ti Isabella?

 

La pregunta de la señora Lombardi, dejó a Isabella, sin palabras, ella ni siquiera quería estar ahí, su tía la había llevado obligada, Isabella, recordó que si no lograba casarse con el joven amo de esa familia, su tía la vendería a la trata de blancas, entonces habló.

 

Señora Lombardi, sería para mí un honor poder casarme con su hijo y darle un heredero.

 

A Melina y al señor Demian, le habían agradado las palabras de Isabella y su dulce voz, la mayoría de las chicas que habían entrevistado discretamente, solamente ambicionaban la fortuna y el elevado estatus del apellido Lombardi, algunas de ellas se habían dedicado a viajar por el mundo con el dinero de sus padres, llevando una vida de loco excesos.

 

El sabio viejo amo Demian, había visto en la azul mirada de Isabella, una bondad e ingenuidad que las otras chicas ya muy vividas a pesar de su joven edad, no tenían, era ella la candidata ideal para esposa de su endiablado nieto.

 

Señora Ferrer, ahora que hemos tenido oportunidad de conocer a su sobrina, la tomaremos en cuenta para el puesto de la próxima señora Lombardi, mañana por la mañana estaremos haciendo la llamada a la joven elegida, sin más que decir, que tenga buena tarde.

 

Leonel, acompaña a las damas a la salida — pidió el viejo amo con extrema seriedad.

 

La vieja Carlota no tuvo tiempo para hablar, en menos de nada el mayordomo de la familia Lombardi ya las estaba escoltando a la salida, solo pudo asentir y sonreír antes de que prácticamente las sacaran del lujoso lugar.

 

—¡AUH, demonios! ¡solo espero que tu linda cara de mustia haya convencido a esa engreída gente! esos ricos siempre menospreciando a la gente pobre, ¡pero ya verán, si esos imbéciles te eligen les sacaré en ese trato hasta un ojo de la cara!

 

La vieja Carlota, que en realidad era una madrota del bajo mundo que se dedicaba a vender mujeres a todo aquel que pudiera pagarlas, maldecía a los Lombardi, ellos eran ahora su única salida, el negocio que tenía no iba muy bien, le había caído la policía donde tenía a las chicas, ahora estaba siendo buscada por el delito de trata de blancas.

 

La vil mujer, chantajeaba y amenazaba a bellas jovencitas para que se vendieran a nefastos hombres que la mayoría de las veces las golpeaban y las dejaban muy lastimadas, entonces Carlota, las inducía a las drogas con la promesa que eso les haría sentir mejor, pero lejos de eso caían en un oscuro pozo sin fondo del que ya no podían regresar.

 

La vieja Carlota, llevó a Isabella a su casa, una pequeña mansión que tenía casi en las afueras de la ciudad, además de su hombre de confianza tenía a una mucama, se trataba de una joven que trabajó vendiéndose, pero había tenido la mala suerte de que le tocará un cliente muy violento, el hombre la golpeó son piedad dejándole serías heridas.

 

Al no poder usarla más para su negocio, Carlota le dio empleo en su casa, no la trataba bien, pero al menos ya no tenía que estar acostándose con asquerosos hombres.

 

¡Joana, lleva a mi sobrina a una de las habitaciones para que descanse, ponla al tanto de todo, la cena es a las ocho, si no baja se quedará sin comer! — la vieja Carlota, era fría y calculadora, cuando no estaba negociando amablemente con algún cliente, sus palabras llevaban mucha crueldad.

 

La ex prostituta Joana, llevó a su habitación a Isabella — señorita, aquí va a estar cómoda, solo le recomiendo no contradecir a la señora Carlota.

 

Isabella, podía notar el miedo de la pobre chica, si a ella que era la hija de su hermano la estaba vendiendo al mejor postor, no se quería imaginar lo que era capaz de hacerle a esa joven.

 

El cuarto no era muy grande, pero estaba limpio y tenía lo indispensable para estar cómodo, Isabella no podía resignarse tan fácilmente a ser tratada por su tía, ella debía escapar de ahí, tenía que escapar de esa casa lo antes posible y buscar a su novio para que la salvara.

 

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