Efímero: Primera parte.

Alistair observó con creciente preocupación cómo el ánimo de Luisa se desvanecía día tras día. Sus sirvientes le informaron que apenas salía de la cama y pasaba la mayor parte del tiempo en reposo, aparentemente sin energía alguna. Además, empezaba a rechazar parte de sus comidas, lo que él mismo notó durante el almuerzo que compartieron. Inquieto por su bienestar, le preguntó – ¿No te agradaba la comida? – buscando entender qué ocurría.

Sin embargo, la respuesta de Luisa fue un simple gesto de negación, acompañado de un comentario – Me disculpo, solo... no tengo mucha hambre últimamente.

Inicialmente, él intentó restarle importancia al asunto, convenciéndose de que era solo una fase pasajera. No obstante, al persistir la situación, su preocupación fue en aumento, llegando a inquietarlo profundamente. ¿Qué sucedería si la salud de la mujer empeoraba?, ¿Cómo podría enfrentar una eventual enfermedad o algún otro percance? Surgió entonces en su mente la idea de que un cambio de ambiente
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