Hay una cosa que infantilmente se había olvidado, y es que... para empezar, tenía las piernas cortas, demasiado cortas. Cada paso que daba era un esfuerzo mayor de lo que había anticipado. Además, la distancia que había considerado era mucho más lejana de la que esperaba. La montaña, que desde la mansión parecía al alcance de su mano, ahora se alzaba imponente y distante, como si se burlara de su pequeña figura. Pero... a su pequeño ser, se daba a sí mismo ánimos para poder avanzar hacia la enorme montaña imponente.
– Vamos, Luther, tú puedes – se decía, con una mezcla de firmeza y temor – Solo sigue caminando.
Paró un par de veces para dormir, pues necesitaba descansar, era lo normal. Encontraba refugio entre los árboles, eligiendo lugares donde las ramas caídas formaban una especie de cobijo natural. Se cobijó c
El dragón, inmenso y majestuoso, observaba atentamente al niño que apenas se despertaba en medio de la cueva. Las paredes rocosas, iluminadas por los rayos de sol que se filtraban a través de las grietas, proyectaban sombras danzantes que dotaban al lugar de un aire misterioso. El niño, quien se había presentado como Luther, parecía frágil y desorientado, con los ojos aún cargados de sueño y asombro.El pequeño humano había llegado hasta allí de alguna manera incomprensible. Era evidente que alguien lo había influenciado, empujándolo a emprender una travesía tan peligrosa. Las lesiones en su pequeño cuerpo contaban la historia de un esfuerzo sobrehumano, de una batalla contra la montaña que casi lo vencía. El dragón, con sus ojos penetrantes, veía más allá de las heridas físicas; percibía la tormenta de m
Una noche, mientras el viento aullaba fuera de la cueva y las sombras danzaban al compás de las llamas de una hoguera improvisada, Luther se acercó al dragón y se acurrucó junto a su enorme cuerpo – Papá, cuéntame una historia – pidió con ojos brillantes de curiosidad.El dragón, conmovido por la confianza del niño, comenzó a narrar una antigua leyenda de su especie, una historia de dragones nobles y batallas heroicas. Mientras hablaba, no podía evitar sentir una conexión creciente con Luther, una sensación de protección y cuidado que era nueva para él.Luther, absorto en el relato, lo interrumpió de repente – ¿Y tú, papá? ¿Eras como esos dragones?El dragón suspiró, sus ojos llenos de una tristeza profunda – No, pequeño. Mi vida ha sido muy diferente. He conocido más
Un día, mientras la luz del amanecer filtraba su tenue brillo a través de las pequeñas grietas en la entrada de la cueva, el pequeño Luther apareció sosteniendo un pequeño cuenco de agua. Cada paso del niño era un esfuerzo, pero su determinación era evidente en su rostro concentrado. Al llegar junto a Drakar, el niño comenzó a usar el agua para limpiar las escamas del dragón, cuidando cada movimiento con una delicadeza sorprendente.Aunque el trabajo de Luther se limitaba a pequeñas áreas debido a su tamaño, el dragón empezó a sentir cómo su corazón, endurecido por años de sufrimiento y odio, se ablandaba cada día más ante el pequeño gesto de amabilidad del niño. Las escamas, que llevaban mucho tiempo acumulando polvo y suciedad, comenzaban a brillar ligeramente bajo las manos cuidadosas de Luther.Los dí
La epopeya de un valiente héroe y su intrépido séquito, embarcándose en una travesía legendaria destinada a derrotar al malévolo Señor Demonio, ha sido narrada a lo largo de los siglos. Aunque la composición del grupo puede variar en número y en habilidades, una constante se mantiene: los protagonistas indiscutibles de esta saga, un héroe cuyo coraje trasciende las fronteras de la imaginación y una santa bendecida por los mismos dioses.En medio de esta narración épica, el temible Señor Demonio emerge como el antagonista supremo, personificando la encarnación de la maldad pura. Su derrota se convierte en el único camino hacia la restauración de la paz y la armonía tan anhelada por el pueblo. Los corazones del héroe y la santa se unen en un deber sagrado, un compromiso inquebrantable con la protección del imperio y sus habitantes, un deber que los guía a través de peligros inimaginables y desafíos que ponen a prueba su determinación en cada paso de su travesía.………………
El Imperio era un testimonio magnífico de la inquebrantable perseverancia humana en todo su esplendor. Durante décadas, generación tras generación, sus habitantes habían luchado incansablemente contra un amplio abanico de amenazas que amenazaban la armonía de sus vidas. Las calles de la capital eran una exhibición de orden y pulcritud, revelando la dedicación inquebrantable de sus ciudadanos para mantener la belleza y la limpieza en cada rincón de su amada ciudad y en el epicentro de esta majestuosa urbe se erguía el colosal palacio de la familia imperial, un monumento a la grandeza y el poder. Sin embargo, esta relativa paz y prosperidad que disfrutaban los habitantes del Imperio no era un regalo del destino, sino el fruto del incansable trabajo del emperador, un líder visionario cuya sabiduría y determinación habían guiado al Imperio por tiempos turbulentos hacia la estabilidad y la prosperidad. A su lado, como la espada incuestionable del Imperio, se alzaba el duque Virtus, un homb
El viaje continuaba, y lamentablemente, debían abandonar ese pequeño oasis que se erguía como un refugio en medio de un entorno tan despiadado y hostil. Los rayos del sol del mediodía ardían en el cielo despejado, creando un calor abrasador que hacía que el aire vibrara con una especie de electricidad.El joven príncipe, de porte noble, había expresado su protesta en el momento en que se discutió la idea de abandonar tan confortable entorno. Su voz, marcada por la juventud y la autoridad, resonó en el oasis como una campana clara – ¿Por qué debemos dejar este lugar? Es un refugio en medio del este entorno horrible.Sin embargo, a pesar de sus palabras, parecía estar tratando de convencerse a sí mismo de que la decisión de continuar era la correcta. Miró el horizonte árido y suspiró, como si estuviera luchando internamente con la necesidad de seguir adelante en aras de la misión que se autoimpuso.Claro que Eleanor, observaba todo esto desde la distancia, sus ojos vivaces y perspicaces
Los días habían transcurrido en un susurro de hojas movidas por el viento, con el sol persiguiéndolos en su viaje y los secretos del bosque rodeándolos. El aire estaba lleno de fragancias frescas y la tierra bajo sus pies crujía con la textura de la naturaleza en su estado más puro.Sin embargo, entre los momentos de paz, algunos eventos desconcertantes habían sacudido su viaje. Uno de los más desalentadores fue el momento en que fueron capturados por la implacable guardia fronteriza. El plan que habían ideado, infiltrarse en la capital para descubrir la verdad detrás del secuestro de las mujeres, se había desmoronado en un abrir y cerrar de ojos.La celda de piedra parecía cerrarse en torno a ellos como una trampa, susurros de incertidumbre llenaban el aire opresivo. Marck, con su semblante preocupado, observaba la oscuridad que se extendía más allá de los barrotes de su celda. La frustración por ver cómo sus planes se habían desmoronado brotaba en su mirada, y la decepción se traduc
La expectación colmaba la atmósfera mientras todos los presentes en la estancia clavaban sus miradas en la figura de la santa, ansiosos por descubrir la idea que había estado gestando en su mente durante tanto tiempo. La estancia resonaba con un silencio tenso que solo se quebró cuando la santa finalmente tomó la palabra.– Marck regresará al imperio – anunció con determinación.No obstante, la noticia no fue recibida sin cuestionamientos. El joven príncipe, con una mezcla de sorpresa y aprensión, elevó su voz en protesta. Sus ojos reflejaban una mezcla de incertidumbre y preocupación mientras preguntaba con franqueza – ¿Ese es el plan? ¿Debo regresar al imperio sin nada? ¿Ha considerado cómo me recibirán?La preocupación en su rostro era palpable, y cada palabra que pronunciaba estaba cargada de la incertidumbre que sentía. El silencio se prolongó mientras todos esperaban la respuesta de la santa, conscientes de que la situación planteaba un desafío muy grande.La figura de la santa