Capítulo 53

Bianca.

Pasaron dos días desde que regresamos a la hacienda, dos días en los que no lo vi, ni quiera olí la loción que usaba y envolvía todo a su paso. Tan solo se encerró en su despacho, no salió para comer, ya sus empleadas le entregaban la comida. En cuanto a los demás, me veían de la misma manera despectiva y me ignoraban, menos la pequeña Stella.

Esa niña se había ganado mi corazón en poco tiempo.

—¡Mira, tía Bianca! —me decía así, no era capaz de dejar que me llamara tía, la niña se había empecinado en que yo era la esposa de Giovanni —. El caballito blanco me está olisqueando.

La pequeña Stella iba de una cuadra en otra, viendo y acariciando a los caballos con una sonrisa dulce. En la ma

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