Bianca.
No podía estarme quieta en la cama de mi habitación.
Don ya se había ido hacía mucho tiempo, no me folló, tampoco me besó. Pensé en ese momento que mal servicio me estaba dando, pero luego recordé que no éramos nada.
Solo enemigos que se unían poco a poco necesitados de sexo, ¡pero no me lo daba! Cuando estaba con él, me sentía como una perra en celo, no sabía porque me pasaba, pero necesitaba más de él en ese aspecto.
Lo sé. Me estaba volviendo loca.
Un portazo retumbó por mi dormitorio, tuve que levantarme para abrir la puerta y descubrir quién estaba detrás. No sabía quién podría ser. Todos me odiaban aquí.
La sorpresa me inundó cuan
Una media hora después ya estábamos preparadas, agregamos a nuestro look unos monos de cuero elástico negro. Eso nos mantendría discretas en la noche oscura, y nadie vería como nos acercábamos de lejos. Melody consiguió la ubicación exacta del sitio donde se habían encontrado para recuperar a la pequeña.Estábamos listas.El miedo se filtró entre mis venas congelándome, ya no había nada que hacer. Podía morir, pero no iba a dejar a Priscilla y a Don solos.La esposa de mi amante, espera, ¿dije mi amante? Estoy muy mal de la cabeza, en serio. En fin. Melody estacionó su motocicleta a un lado de la carretera. Casi grito porque ella cogió una curva en la que pudimos habernos matado. Estaba descubriendo muchas cosas de una integrante de la familia que más odiaba.
Bianca.No podía respirar.Me moví por los pasillos oscuros mientras dos hombres robustos llevaban a Don a su dormitorio. Había perdido muchísima sangre en el auto mientras veíamos hacia la hacienda, aun recordaba cómo apretaba más su herida para que no se desangrara, era inútil. Al final mi cuerpo quedó manchado de su sangre, que me picaba y me quitaba el aliento.Era una estúpida, porque a pesar de todo me preocupaba por su bienestar, cuando él nunca se preocupó del mío. Giovanni Lobo era un mafioso malo, mataba a gente, hacía daño a las personas, pero follaba como un jodido diabólico y me gustaba su forma de ser.Era un villano, el villano de mi historia, que quería follarme y venerarme como si fuera la jodida reina de su infierno.
Ya había amanecido cuando me tiré a la cama. La pequeña Stella estaba con sus padres, durmiendo tranquila mientras todos los que habitábamos la mansión nos encontrábamos en un constante dolor. No sabía nada de él. Hacía más de cuatro horas en las que el cirujano estuvo en su habitación. Intenté salir, pero había hombres en mi puerta para no permitir que eso pasase.Qué mierda. ¿Por qué no me dejaban verlo? Yo quería hacerlo. Y lo peor, es que los sollozos y gritos de las demás personas no me dejaban pensar bien. Una mujer estaba chillando en el patio, mientras Melody se bebía un vaso de lo que parecía ser tequila. Sergie se había tirado en una hamaca cerca de la piscina, su rostro estaba pálido, y su mirada ida. El tío de Giovanni, Alonzo, estaba con su padre en el despacho. Hasta había venido otro capo d
Bianca.—¡No eres la dueña de mi vida, madre! —grité aun en los brazos de Ashton.Todo se estaba saliendo de control. Ni siquiera me di cuenta cuando me arrastraron hasta la terraza de la mansión, unos hombres de seguridad iban conmigo y también acompañaban a los familiares de don. Yo solo gritaba, maldecía y hasta intentaba defenderme con puñetazos, pero de nada servía.Era inútil.—¡Compórtate, Bianca! ¡Estás montando un espectáculo! —me regañó mi madre atrás, ella iba con el abuelo de Giovanni.Me detuvieron en un helipuerto, allí un majestuoso helicóptero descansaba, esperándome para de una vez alejarme de aquí. En el espacio
Cuando desperté en aquella habitación no podía creer todo lo que había pasado. Ahora Ashton, el guardaespaldas de mi madre era el mío. Ella no lo necesitaría cuando estuviera con una bala entre ceja y ceja. Ese sería su castigo por mentirles y engañar a la mafia italiana.¿Y él mío? A mí ni siquiera me encontrarían.La puerta de la habitación se abrió de repente, permanecí cómo en las otras dos horas, sentanda en la cama con la espalda apoyada en el cabecero. Esta tenía un dosel de seda blanca que me cubría entera, pero podía ver quién se acercaba.—¿Has descansado? —interrogó Ashton.Inclinándose abrió el dosel para mirarme mejor.—Supongo. ¿Dónde estamos? Me sed
Bianca.¿Por qué se empeñaban en casarme?No lo entendía. Primero con el don de Italia y como ese matrimonio nunca se cumplió, ahora mi madre había trazado un plan para casarme con un príncipe de Marruecos. ¡Un príncipe! Era impresionante, siempre quisieron llevar los hilos de mi destino.Pero, no sabían que la bestia que habitaba en mi interior era imposible de encadenar.Asim Hassam me había trasladado a una suite de su palacio, cerca de su dormitorio. No solo estaba encerrada en un lugar que comenzaba a detestar, sino que también debía prepararme para una boda fuera de mis costumbres y de mi aceptación.Qué maravillosa jugada de mi madre. Qué pena que ella seguramente estaba muerta.—Señorita, no
Una sonrisa curvada decoró mi rostro.Al rato de esperar, una chica vino con un montón de accesorios, como no había buscado nada en el armario, me coloqué lo primero que me dio.Un top lleno de pedrería que resaltaba mi busto y una falda de una tela fina, que dejaba una pierna al descubierto. El color celeste sentaba bien a mi piel. Mi accesorio fue una espada.Cuando estuve lista, la chica me llevo con ella hasta la habitación del príncipe. Abrió la puerta, indicándome que podía pasar. Al entrar dentro, cerró la puerta dejándome sola con él.Su respiración llegaba a mí en forma de susurro. Gracias a las antorchas colgando de las paredes, pude apreciar su silueta a través de un dosel con una tela blanca, estaba sentado como un rey en su cama, apoyando su brazo en una pierna.La música comenzó.Su mirada ardiente me qu
Bianca.¿Secreto? No tenía secretos, nadie sabía mis secretos. Mucho menos él, que estaba medio muerto. Aún seguía encima de mí, sus labios se movían provocadores. Entonces mi cuerpo se tensó.—No sé de cuál secreto hablas —parloteé sin aliento.Negó con la cabeza divertido, pero sus ojos penetrantes no emitían lo mismo. Solo rabia y fuego. Uno muy bien escondido pero que yo lograba ver. Se acercó un poco más, rozo mis labios con su boca, lamiéndolos. No dije nada.—Eres una puta mentirosa, ¿sabías? —bramó con dureza —. Quiero que me digas la verdad. ¿Qué pasó el día que iba a casarme?El hechizo de tenerlo cerca se rompió, mis múscu