Capítulo 57

Priscilla.

—No te haremos nada malo —dijo el tal Romanov cuando llegamos a su casa —. Aún.

Minutos después me encerró en una habitación acolchada, no parecía haber puertas, pero yo sabía que había una, porque me di cuenta cuando entramos. Tenía los brazos atados por la espalda por una camisa de fuerza. No podía sentir nada más que el olor a gardenias desde las esquinas.

Intenté moverme, pero no podía.

Hasta chillé, pero a la hora terminé quedándome sin voz.

No había nada que hacer por mí. Ese ruso me había comprado. Don me iba a matar después de que diera a luz a su heredero. Y Bianca, tan solo debí aprender de ella. Mi mamá no tenía razón, ella sí. Hizo bien al huir de un destino desastroso.

La envidiaba, ella podría salvarse. Yo no.

Me quedé callada y s

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