Capítulo 56

El día siguiente todos los empleados de Don estaban apilados en un camión para ser llevados a una fosa común en Roma. Ninguno de ellos quedó con vida, lo pude apreciar desde la ventana de mi habitación. Solo quedaron la seguridad que del mafioso. Los nuevos empleados no tardaron en llegar, esta vez Don se aseguró de que todos estos fueran eficientes, serviciales y callados.

No me moví todo el día de la cama. Eran más de la siete de la tarde y aún seguía con el pijama puesto, no sentía ganas de nada. Solo de dormir, quería enterrar todo lo que sentía porque me mataba estar en esa situación. Había muerto Luka, la pequeña Stella, mi padre y mi hermano. Ya no tenía a nadie.

Solo a un monstruo sin corazón, del cual me sentía malditamente atraída.

Estaba tan confundida,

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