Bianca.
Después de pasar por ese horrible momento, Don ordenó a sus escoltas que llevaran a todo el servicio al jardín de atrás. En cuanto a la mujer que trajo la bandeja con esa cabeza, fue llevada a rastras inmediatamente a las mazmorras. Sus gritos se clavaron en mis oídos cuando la sacaron del salón, ella aseguraba que no había hecho nada.
Pero si no era ella. ¿Quién puso esa cabeza?
Por eso estábamos en el jardín, todos los empleados formaban una hilera recta mientras su jefe paseaba furioso de lado a lado. También su familia estaba con él, en otra fila, menos Carlo y Alessia. Ellos estaban tan devastados por la ejecución de la pequeña, que tuvieron que avisar a un médico para calmar sus nervios con un sedante, ambos dormían profundamente.
El día siguiente todos los empleados de Don estaban apilados en un camión para ser llevados a una fosa común en Roma. Ninguno de ellos quedó con vida, lo pude apreciar desde la ventana de mi habitación. Solo quedaron la seguridad que del mafioso. Los nuevos empleados no tardaron en llegar, esta vez Don se aseguró de que todos estos fueran eficientes, serviciales y callados.No me moví todo el día de la cama. Eran más de la siete de la tarde y aún seguía con el pijama puesto, no sentía ganas de nada. Solo de dormir, quería enterrar todo lo que sentía porque me mataba estar en esa situación. Había muerto Luka, la pequeña Stella, mi padre y mi hermano. Ya no tenía a nadie.Solo a un monstruo sin corazón, del cual me sentía malditamente atraída.Estaba tan confundida,
Priscilla. —No te haremos nada malo —dijo el tal Romanov cuando llegamos a su casa —. Aún.Minutos después me encerró en una habitación acolchada, no parecía haber puertas, pero yo sabía que había una, porque me di cuenta cuando entramos. Tenía los brazos atados por la espalda por una camisa de fuerza. No podía sentir nada más que el olor a gardenias desde las esquinas.Intenté moverme, pero no podía.Hasta chillé, pero a la hora terminé quedándome sin voz.No había nada que hacer por mí. Ese ruso me había comprado. Don me iba a matar después de que diera a luz a su heredero. Y Bianca, tan solo debí aprender de ella. Mi mamá no tenía razón, ella sí. Hizo bien al huir de un destino desastroso.La envidiaba, ella podría salvarse. Yo no.Me quedé callada y s
Bianca.No podía estarme quieta en la cama de mi habitación.Don ya se había ido hacía mucho tiempo, no me folló, tampoco me besó. Pensé en ese momento que mal servicio me estaba dando, pero luego recordé que no éramos nada.Solo enemigos que se unían poco a poco necesitados de sexo, ¡pero no me lo daba! Cuando estaba con él, me sentía como una perra en celo, no sabía porque me pasaba, pero necesitaba más de él en ese aspecto.Lo sé. Me estaba volviendo loca.Un portazo retumbó por mi dormitorio, tuve que levantarme para abrir la puerta y descubrir quién estaba detrás. No sabía quién podría ser. Todos me odiaban aquí.La sorpresa me inundó cuan
Una media hora después ya estábamos preparadas, agregamos a nuestro look unos monos de cuero elástico negro. Eso nos mantendría discretas en la noche oscura, y nadie vería como nos acercábamos de lejos. Melody consiguió la ubicación exacta del sitio donde se habían encontrado para recuperar a la pequeña.Estábamos listas.El miedo se filtró entre mis venas congelándome, ya no había nada que hacer. Podía morir, pero no iba a dejar a Priscilla y a Don solos.La esposa de mi amante, espera, ¿dije mi amante? Estoy muy mal de la cabeza, en serio. En fin. Melody estacionó su motocicleta a un lado de la carretera. Casi grito porque ella cogió una curva en la que pudimos habernos matado. Estaba descubriendo muchas cosas de una integrante de la familia que más odiaba.
Bianca.No podía respirar.Me moví por los pasillos oscuros mientras dos hombres robustos llevaban a Don a su dormitorio. Había perdido muchísima sangre en el auto mientras veíamos hacia la hacienda, aun recordaba cómo apretaba más su herida para que no se desangrara, era inútil. Al final mi cuerpo quedó manchado de su sangre, que me picaba y me quitaba el aliento.Era una estúpida, porque a pesar de todo me preocupaba por su bienestar, cuando él nunca se preocupó del mío. Giovanni Lobo era un mafioso malo, mataba a gente, hacía daño a las personas, pero follaba como un jodido diabólico y me gustaba su forma de ser.Era un villano, el villano de mi historia, que quería follarme y venerarme como si fuera la jodida reina de su infierno.
Ya había amanecido cuando me tiré a la cama. La pequeña Stella estaba con sus padres, durmiendo tranquila mientras todos los que habitábamos la mansión nos encontrábamos en un constante dolor. No sabía nada de él. Hacía más de cuatro horas en las que el cirujano estuvo en su habitación. Intenté salir, pero había hombres en mi puerta para no permitir que eso pasase.Qué mierda. ¿Por qué no me dejaban verlo? Yo quería hacerlo. Y lo peor, es que los sollozos y gritos de las demás personas no me dejaban pensar bien. Una mujer estaba chillando en el patio, mientras Melody se bebía un vaso de lo que parecía ser tequila. Sergie se había tirado en una hamaca cerca de la piscina, su rostro estaba pálido, y su mirada ida. El tío de Giovanni, Alonzo, estaba con su padre en el despacho. Hasta había venido otro capo d
Bianca.—¡No eres la dueña de mi vida, madre! —grité aun en los brazos de Ashton.Todo se estaba saliendo de control. Ni siquiera me di cuenta cuando me arrastraron hasta la terraza de la mansión, unos hombres de seguridad iban conmigo y también acompañaban a los familiares de don. Yo solo gritaba, maldecía y hasta intentaba defenderme con puñetazos, pero de nada servía.Era inútil.—¡Compórtate, Bianca! ¡Estás montando un espectáculo! —me regañó mi madre atrás, ella iba con el abuelo de Giovanni.Me detuvieron en un helipuerto, allí un majestuoso helicóptero descansaba, esperándome para de una vez alejarme de aquí. En el espacio
Cuando desperté en aquella habitación no podía creer todo lo que había pasado. Ahora Ashton, el guardaespaldas de mi madre era el mío. Ella no lo necesitaría cuando estuviera con una bala entre ceja y ceja. Ese sería su castigo por mentirles y engañar a la mafia italiana.¿Y él mío? A mí ni siquiera me encontrarían.La puerta de la habitación se abrió de repente, permanecí cómo en las otras dos horas, sentanda en la cama con la espalda apoyada en el cabecero. Esta tenía un dosel de seda blanca que me cubría entera, pero podía ver quién se acercaba.—¿Has descansado? —interrogó Ashton.Inclinándose abrió el dosel para mirarme mejor.—Supongo. ¿Dónde estamos? Me sed