Bianca.
¿Secreto? No tenía secretos, nadie sabía mis secretos. Mucho menos él, que estaba medio muerto. Aún seguía encima de mí, sus labios se movían provocadores. Entonces mi cuerpo se tensó.
—No sé de cuál secreto hablas —parloteé sin aliento.
Negó con la cabeza divertido, pero sus ojos penetrantes no emitían lo mismo. Solo rabia y fuego. Uno muy bien escondido pero que yo lograba ver. Se acercó un poco más, rozo mis labios con su boca, lamiéndolos. No dije nada.
—Eres una puta mentirosa, ¿sabías? —bramó con dureza —. Quiero que me digas la verdad. ¿Qué pasó el día que iba a casarme?
El hechizo de tenerlo cerca se rompió, mis múscu
A la mañana siguiente me levanté adolorida, Giovanni Lobo había tomado mi cuerpo a su antojo, se había corrido cuando veces quiso dentro de mí y yo gustosa chillé su nombre sin miedo a que nos escucharan. Sin miedo a tener una bendición, porque sencillamente no podía tener hijos. Cuando me quedé embarazada hace unos años de Elijah, todo fue un problema, así que la clínica ilegal a la que fui, me ayudó a abortar al feto, pero también me arrebató la posibilidad de tener en un futuro descendencia.Pero no me importaba, ya no me importaba nada.Solo que Giovanni me había prometido sacarme de aquí. ¿Iba a confiar en él? Era lo único que podía hacer.Los días pasaron pareciendo una eternidad.El primer día de la celebración me l
Silencio.Solo había silencio y esa poderosa voz suya.—Haremos una cosa —miró a Asim—. Dame a mi mujer y tal vez me replantee dejaros con vida a todos.Me moví para correr hacia él, pero el cuerpo de Asim me lo impidió.—No haré tal cosa —negó él.Don lamió sus labios con aburrimiento. De un momento a otro una bala surcó en el aire e impactó en el pecho de Asim. Yo estaba detrás por lo que tuve que atraparlo, los dedos se me llenaron de su sangre. Algunos fueron a su auxilio, pero uno a uno recibieron balazos en la frente.—Tráelo, Bianca —pidió, por fin sus ojos se posaron en mí —. Como pueden ver él no está muerto, alguien da un paso más y activo todas las bombas y morís todos.Ayudé a Asim a llegar hasta Giovanni, el muchacho estaba respirando co
Bianca.La moto se detuvo en un callejón de la ciudad, después de unos minutos pudimos llegar a una ciudad cercana al palacio. El mercado aún estaba abierto por lo que decidimos entrar y comprar provisiones. Giovanni en ningún momento soltó mi mano, tan solo se tomó tiempo de esconder la moto y fuimos juntos a caminar.Parecía como si no hubiera pasado nada.No se sentía tan agitado como yo, al revés, una sonrisa triunfal adornaba su varonil rostro y me sonreía de vez en cuando.—Bianca, el velo blanco es más bonito —se acercó a mí, colocándome la tela blanquecina por el pelo —. Realza tus ojos.Lamió sus labios, el vendedor estaba ocupado contando el dinero que Don le había entregado por las túnicas que no
Giovanni.Respiré muy hondo. Demasiado hondo. Todo iba bien, como había previsto, no tenía motivo para estar nervioso porque ya todo estaba hecho. No me echaría atrás ni la dejaría a ella sola.Bianca Lamberdy, esa chica que estaba diferente. Parecía que sus ojos ya no estaban tan cansados y tristes cuando la conocí, su energía se palpaba cerca, y estaba enloquecido por enseñarle algunas de las posturas que había soñado follándola.¡Por qué me tenía tan loco! Tenía que estar atento, nada podía salir mal.El plan estaba en marcha, mañana por la mañana vendrían y todo volvería a la normalidad. Trataría de comprar a los policías y los militares para que mantuvieran su boca cerrada. No había de
Bianca.¡Maldita rusos y todos sus antepasados!¡Maldito Giovanni que se consumiría en las llamas del infierno sin mí!Desperté en medio de un colchón ponzoñoso, las paredes negras dejaban todo en una oscuridad que me erizaba los pelos de la nuca. Todo en este lugar era siniestro, oscuro y oloroso. Olía a moho, a sangre, y a muerte. La habitación era como una celda, pasé dos días sin decir palabra, me habían encerrado como a un perro.La comida nunca me faltó, me alimentaron bien, no iba a despreciar la oportunidad de nutrirme por muy peligroso que fuera lo que habían echado en esa comida. Y cuando obtuve energía pataleé la puerta blindada sin mucho éxito.Los gritos de personas se filtraban por las paredes. Deslicé el
Unos hombres ingresaron con Giovanni Lobo encadenado, su rostro estaba bañando en sangre y su expresión era una de pura tristeza. Me dolió verlo de esa manera, porque a pesar de todo lo seguía amando, pero eso debía de acabar. Me había traicionado, no sabía el motivo, ni tampoco me interesaba. Lo arrodillaron en frente de mí, quedando cara a cara, matándonos con miradas cargadas de odio.Me entregaron un hacha, la sostuve en mis manos mirando a Annika, a mi verdadera hermana. A aquella que era idéntica a mí, y a otra chica más que tenía un aspecto deteriorado.—Me llegó el rumor de que Giovanni Lobo te cortó varios dedos del pie —murmuró con sorna —. Es tu turno de demostrar lo malvada que eres, te estoy dando la oportunidad de vengarte.Me pusieron en pie, él no corrió con esa suerte. Lo tumbaron en el frío suelo
Prisión de Moscú. Dos meses después. Blanka.Y eso fue lo que sucedió.Bianca Lamberdy murió, para todos esos enemigos que le deseaban el mal. Lo consiguieron, fueron despedazándola poco a poco hasta que acabaron con ella de una manera cruel y brutal.Mataron a la ovejita para convertirla en el monstruo devorador.Durante esos dos meses que estuve en la prisión, no sentí ningún remordimiento de lo que había hecho. Ni tampoco de lo que estaba por pasar. Los villanos a veces piensan que han ganado cuando esa victoria aplastante recae sobre su enemigo. Pero no se paran a mirar la horrible persona que están creando.Porque si antes era mala, ahora sería peor.Giovan
Días antes. Don. —Me estoy poniendo caliente solo de pensar las maldades que voy a hacerte, mi amor.—Hasta estando al borde de la muerte sigues siendo un pervertido. —Dejare que me azotes por ser indomable, pero el látigo tiene que ser tu polla. Mis nalgas están a tu disposición. Pero como no te despiertas no pasará.Cambie de escena, su madre había vuelto por ella mientras me mantenía en coma. Ahora que había despertado no dudaba en saber la maldita verdad de la que todos me hablan. Sergie se encontraba a mi lado, había echado a todos los asistentes de la zona de cámaras de seguridad. Hacía menos de