El piso que Annie encontró para Alessia y los niños pertenecía a un pariente y estaba vacío todo el año. No estaba lejos del centro de la ciudad y era muy espacioso, con tres dormitorios, dos cuartos de baño, salón y cocina.
Alessia y sus dos hijos entraron en el apartamento y pasaron medio día limpiando y ordenando.
—Alex, cuida de tu hermanita. Voy a salir a hacer unas compras, ahora vuelvo.
—De acuerdo, mamá— Alessia les dio a cada uno un dulce beso en la mejilla y salió del apartamento.
Después de que la puerta se cerrara tras ella, los dos niños se apresuraron a encender el portátil, mientras en la pantalla se reproducía la entrevista de Paul para un canal de internet.
—Alex, ¿es papá? — Amelia abrazó dulcemente a su osito contra el pecho y sonrió —. Tienes razón, de los tres, me parezco mucho más a él.
Alex levantó la vista y miró al hombre de la pantalla.
—¿Recuerdas lo que te enseñé?
—¡Sí, actuaré lo mejor que pueda! — Amelia asintió emocionada.
(...)
Después de salir del barrio, Alessia cogió un taxi hasta el supermercado más cercano. Mientras se dirigía a la caja, oyó la voz de una mujer muy familiar.
—No esperaba que todo el mundo estuviera tan interesado en la boda de Paul y yo.
La voz procedía de la gran pantalla situada frente a la tienda.
—Los dos estamos centrados en nuestras carreras y no tenemos tiempo para una ceremonia—, explicó Haley, su hermana en aquella pantalla, cuya voz no había oído en mucho tiempo.
El presentador también dejó escapar una pequeña carcajada.
—Todo el mundo sabe que llevas más de cinco años con el señor Brown. Los sentimientos entre vosotros son tan profundos y sinceros...
Los dedos de Alessia se apretaron alrededor del asa del carrito de la compra.
Estaba tan absorta en sus pensamientos que el carrito que empujaba chocó con alguien.
—Oh, lo siento... —cuando levantó la vista, ni siquiera pudo terminar la frase al darse cuenta de la persona que tenía delante.
Habían pasado siete años desde la última vez que lo vio, parecía aún más frío y distante. Más maduro y masculino. Alessia se tensó, pero por fuera mantuvo la calma.
No esperaba encontrarse con él tan pronto después de volver a Florida.
Paul la miró fríamente.
—¿No te fijas por dónde caminas?
En el momento del accidente, las heridas de la cara de Alessia estaban muy infectadas por la caída al río y empeoraban cada día. Por eso había aceptado someterse a una operación de cirugía plástica.
Su rostro había quedado casi perfecto, diseñado por las manos de los mejores cirujanos de España. Así que la cara que tenía antes ya no existía, nadie podía reconocerla, ni siquiera la persona con la que había dormido día y noche durante cinco años.
—Lo siento— Alessia por fin pudo volver a hablar, respiró hondo intentando controlar sus emociones —. Señor, Brown. Estaba viendo la entrevista de su prometida y me tropecé accidentalmente con usted.
Paul arqueó una ceja, inquisitivo.
—¿Me ha reconocido?
"Eres muy famoso, ¿cómo no iba a reconocerte? — Alessia sonrió ligera y sarcásticamente, pero Paul no se dio cuenta.
Los ojos de Paul se desorbitaron, observando aún más a Alessia, la había observado desde lejos. Esa mujer, desde su figura, hasta su forma de caminar y su costumbre de pasarse los dedos por el pelo. Era idéntica a Alessia, pensó Paul.
Por eso se había acercado a ella con disimulo. Quería verle la cara, pero cuando la vio se dio cuenta de que sólo era una mujer con una figura parecida a la de Alessia. No era su cara ni su voz. No era su cara ni su voz. Así que dejó escapar un suspiro de rendición.
—¡Papi! — la voz de una pequeña niña sonó detrás de él y se arreguindó de su pierna con ternura. Alessia la miró por unos segundos y sus ojos se cristalizaron, pero se compuso rápidamente.
—Hola, nenita. ¿Ya tomaste lo que querías? —le habló Paul con voz gentil mientras se arrodillaba a la altura de la niña.
—¡Si papi! ¿Quién es ella? —la niña observó a Alessia con curiosidad y le regaló una sonrisita, a la que ella correspondió.
—Es una mujer que está haciendo sus compras—respondió él y la miró—. Ya tengo que irme. Adiós…
Ambos se dieron la vuelta y se alejaron, pero antes de hacerlo, la niña lanzó otra mirada curiosa a Alessia y continuó su camino con Paul.
Alessia observó a los dos salir del supermercado, mientras su corazón se rompía en pedazos, pero al mismo tiempo, la frialdad y la indiferencia sustituían al dolor.
Más tarde, Alessia llegó a casa, a preparar una deliciosa cena para sus hijos, tenía una mueca de tristeza y amargura en el rostro, un indicio que les hacía saber a Alex y Amelia que algo andaba mal con su madre.
Por supuesto, al final se encontró con Paul, era de esperar que no llegara con una enorme sonrisa en la cara.
Así que su hijo, Alex, se mordió las uñas y se dirigió a la habitación de su hermana.
—¡Vamos a empezar nuestra misión mañana!
(...)
A la mañana siguiente, Alessia preparaba tranquilamente el desayuno.
—¡Alex, Amelia, es hora de desayunar!
Alex salió de la habitación frotándose los ojos con pereza.
—Amelia se ha pasado toda la noche viendo la tele, mamá. Déjala dormir un poco más— dijo Alex entre bostezos —. Oye, ¿no vas a la agencia a recoger nuestras cosas?
Alessia asintió, y se acercó para darle un beso a Alex.
—Iremos cuando ambos terminen de desayunar.
Llevaban siete años en el extranjero y muchas de sus cosas tenían que ser enviadas de vuelta. Así que la agencia de viajes la llamó para comunicarle que ya podía ir a recoger todo lo que había llegado.
— ¿Por qué no te vas de una vez? — preguntó Alex mientras comía con insistencia. Alessia lo miró con una ceja levantada. Si su madre no se iba o los llevaba con ellos todo el plan se iba a arruinar —. Ya no somos niños de cinco años.
—¿Y por qué insistes tanto en que me vaya, hmm? — preguntó desconfiada.
Alex le sonrió de inmediato para disimular, era un excelente actor para su edad.
— Ay, mami. No nos pasará nada, ya soy un niño grande.
Alessia sonrió, cogió su abrigo y salió del apartamento negando con la cabeza. Aunque sólo tuvieran seis años, había veces en que eran más maduros que ella.
Cuando Alex confirmó que su madre se había marchado, cogió el móvil y murmuró.
— Amelia, ¿ya llegaste?
Alex y Amelia a pesar de sus cortas edades fueron dotados con mucha inteligencia. Crecieron sin su padre, y siempre le preguntaban a Alessia donde estaba él, pero ella nunca les respondía. Quiso mantener el secreto hasta que cumplieran la mayoría de edad, pero, Alex encontró una antigua foto en unas cajas viejas que estaban guardadas en el sótano, de Paul y Alessia abrazados, detrás de la foto estaba escrito:
"Te amaré por siempre.
P&A"
Alex guardó esa foto porque el hombre se le hacía extrañamente familiar. Hasta que lo recordó, lo había visto en un par de entrevistas en la televisión. Y desde ahí, comenzó su búsqueda, porque algo dentro de él, le decía que era su padre.
Así que los planes de los niños eran reencontrar a Paul y Alessia para unirlos de nuevo y así ser una familia.
El ambiente en la empresa The Brown’s Company era frío y tenso, como todos los días. Era una costumbre. Cuando el reloj marcó las ocho de la mañana, un coche de lujo se detuvo frente a la entrada, un hombre que parecía ser mayordomo bajó corriendo del asiento del copiloto y abrió la puerta trasera.Con expresión fría, Paul salió del coche para dirigirse a la entrada de la empresa. Su rostro era apático y arrogante, y su aura era tan dominante que todos los que le rodeaban apenas podían mirarle a los ojos.El hombre miró al frente y empezó a subir los escalones. —¡Papá! Una voz tierna e infantil rompió el silencio sepulcral que se había formado en el ambiente, y todos levantaron inmediatamente la vista para mirar en su dirección. Una niña que parecía haber aparecido de la nada subía torpemente las escaleras. Llevaba un bonito vestido morado y una muñeca abrazada a su cuerpo. Aunque no se le veía la cara, irradiaba un aire noble y dulce. Terminó de subir las escaleras y se agarró a l
—¿Cómo qué no sabes?—Paul le preguntó a Amelia con disimulada desesperación, pero Amelia pudo notar su rostro emocionado. —No lo sé, papi... —Pequeña, es muy malo mentir. —No estoy mintiendo, ¡no sé dónde está! Amelia comenzaba a entrar en pánico, sus manos temblaban de terror. Su mayor anhelo es que su padre la ame, pero su mirada es tan fría y distante... es imposible saber con exactitud lo que está pensando. Paul soltó un largo suspiro y se arrodilló de inmediato frente a Amelia, le tomó de las manos con los ojos llenos de lágrimas y el corazón cargado de esperanza. Si Alessia estaba cerca, no la dejaría ir otra vez. Además, nunca es tarde para las segundas oportunidades, ¿verdad? —Amelia... por favor—comenzó suplicante—. Dime dónde está ella. —¿Qué te diga dónde está quién? La voz maliciosa de Haley resuena con fuerza en la oficina, el sonido de sus tacones es intimidamente para Amelia, quien se esconde detrás de Paul y sostiene con fuerza una de sus piernas. —Haley... ¿
Alex observó confundido a su madre por la elección de sus padres. "Es hora de contarte la verdad" —¿Qué verdad, mamá? Alessia tomó su mano y se preparó para hablar pero un toque muy fuerte en la puerta del apartamento la interrumpió. Ella mira a Annie con extrañeza. —¿Esperas a alguien?Annie negó, y se aproximó para abrir la puerta pero antes de que pudiera hacerlo una hoja se deslizó debajo de la puerta. Annie saltó en su sitio al ver la hoja y miró de vuelta a Alessia. —¿Qué es eso?—preguntó y se agachó para tomar la hoja, que estaba doblada a la mitad. La abrió y se quedó perpleja al leer lo que decía. ¡Es la carta de aceptación para trabajar como niñera en la villa de Paul! Esto hubiera resultado en buenas noticias antes si no fuese porque Amelia está perdida. Alessia en ese instante ni siquiera se inmutó, solo quería saber si su hija estaba bien. —Oh, ¿te aceptaron? Alessia asintió suspirando. —Creo que ahora tengo un nuevo plan—afirmó insegura y miró a Alex un par de
Haley y Alessia crecieron juntas, pero no las une ningún lazo de sangre. Ambas son del mismo padre pero de madres diferentes.Cuando Alessia cumplió 6 años, su madre engañó a su padre con un hombre que conoció en un bar cualquiera. Su padre quedó destrozado y permaneció solo un tiempo, pero Alessia anhelaba verlo feliz, así que siempre lo animó a encontrar a su media naranja. Lo registró en una app de citas y consiguió que saliera con una mujer hermosa, que tenía una hija de la misma edad de Alessia. Esa chica era Haley...Al inicio, ambas se llevaban muy bien, sus padres decidieron formalizar y al final, en menos de lo que canta un gallo todos vivían en la misma casa. Alessia debía compartir habitación con Haley, pero no le molestaba. Siempre fue una chica muy generosa. Sin embargo, Haley era todo lo contrario. Transcurridos los 2 meses de convivir, Alessia comenzó a notar que algunas de sus cosas de repente desaparecían. Ella era muy ordenada así que no entienda porque pasaba eso,
—Hola, linda. Soy Mariah—saludó gentilmente Alessia a la hija de Paul con una media sonrisa. Aunque el dolor en su corazón se acentuó al saber que ellos dos habían tenido una hija, pudo disimularlo. Esa pequeña no es culpable de la escoria que tiene como padres. Así que la trata con ternura. —Soy Hannah—saluda la niña con una voz angelical y sonríe. En definitiva, su madre no ha inyectado su veneno en ella. No todavía. A pesar de que Alessia se mantiene con su rostro tranquilo, por dentro muere de la preocupación. Ya lleva más de dos horas dentro de la casa y aún no veía a su hija. Y en ese momento un terror abrumador inunda su corazón, ¿y si su pequeña niña no está ahí? ¿Y si en verdad se perdió? ¿La habrán secuestrado? Tantas preguntas y ni una sola respuesta que pueda apaciguar su corazón. Pero cuando estaba a punto de perder cualquier ilusión, la voz de Amelia llena el vacío de la habitación. —¡Hannah, ven a jugar conmigo!–Amelia entra saltando con una muñeca de trapo en sus
Haley comienza a sospechar de Alessia, sabe que algo anda mal, no logró escuchar por completo la conversación con Annie pero lo que su pudo escuchar es que nombraban a Amelia. Está en el balcón de su habitación, mirando el paisaje y preguntándose la razón por la que la niñera nombró tanto a Amelia. En eso, una llamada telefónica interrumpe sus pensamientos y ella contesta apresuradamente.–¿Lo conseguiste?—cuestiona mordiendo sus uñas ansiosa. —No—una voz varonil le responde con seriedad—. Aún no doy con su paradero. Es como si en verdad hubiera muerto. —Encuentrala. Debemos hacer esto lo más rápido posible.—Como usted ordene, mi princesa...a Haley se le escapa una sonrisa coqueta ante el apodo y susurra con sensualidad lo mucho que extraña a ese hombre. Su amante. —¿Nos vemos ésta noche?—él pregunta ansioso. —Claro que si. Nos vemos, mi amor—termina de hablar y cuelga la llamada para sonreír otra vez e inhalar profundamente. "No importa donde estés, querida.... te encontraré
Ante la confesión de Paul, Alessia sólo puede sentir como el nudo en su garganta se acentúa cada vez más y le es imposible emitir algún sonido. Pero debe disimular, así que hace lo que su corazón le dicta en ese momento y toma con delicadeza la mano de Paul para darle pequeños ánimos pero la suelta con rapidez. —¡Lo siento! No debí hacer eso, está mal—comienza a disculparse con nerviosismo y miedo de que él haya notado su rostro conmocionado y las lágrimas acumuladas en sus ojos. Él medio sonríe.—No te disculpes, está bien—admite y se levanta sacudiendo su fino traje italiano—. Debo irme, y tú deberías trabajar. Y es así como la deja sola, sentada en aquella fuente con sus pensamientos revueltos. ¿Cómo es que puede ser tan dulce y tan frío al mismo tiempo? Por un momento, Alessia creía que la había reconocido y que le estaba hablando. Pero todo fue producto de su imaginación. Ella debe controlar sus sentimientos, pero es como dicen, el corazón quiere lo que quiere. Sin embargo, s
—¿Tan pronto quieres hablar del plan?—James resopla con disgusto. Haley frunce el ceño y se relame los labios con interés. —¿De que querías hablar entonces?—pregunta tocando su pierna debajo de la mesa. Nadie puede verlos porque tiene un mantel que cubre la mesa hasta el suelo. James da un respingo en su asiento y suspira al sentir su toque, así que coloca su mano en la pierna de Haley y la acaricia con deseo pero también con ternura. Él si está muy enamorado de ella aunque él no sepa que no es tan correspondido. —Sobre nosotros. Nuestra relación...—susurra sin dejar de mirarla a los ojos con intensidad—. Te amo, Haley. Ella suspira y pone los ojos en blanco aprovechando que él miró hacia otro lado por unos segundos. Le toma de la mano y la aprieta suavemente. —Lo sé. Y estamos bien así, ¿no crees?—él la mira de vuelta con un rostro serio—. Congeniamos a la perfección. Somos como el Yin y Yang. Haley suelta una risita y él medio sonríe, pero no parece muy convencido todavía. Es