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Capítulo 4: Un Reencuentro Abrumador

El piso que Annie encontró para Alessia y los niños pertenecía a un pariente y estaba vacío todo el año. No estaba lejos del centro de la ciudad y era muy espacioso, con tres dormitorios, dos cuartos de baño, salón y cocina.

Alessia y sus dos hijos entraron en el apartamento y pasaron medio día limpiando y ordenando.

—Alex, cuida de tu hermanita. Voy a salir a hacer unas compras, ahora vuelvo.

—De acuerdo, mamá— Alessia les dio a cada uno un dulce beso en la mejilla y salió del apartamento.

Después de que la puerta se cerrara tras ella, los dos niños se apresuraron a encender el portátil, mientras en la pantalla se reproducía la entrevista de Paul para un canal de internet.

—Alex, ¿es papá? — Amelia abrazó dulcemente a su osito contra el pecho y sonrió —. Tienes razón, de los tres, me parezco mucho más a él.

Alex levantó la vista y miró al hombre de la pantalla.

—¿Recuerdas lo que te enseñé?

—¡Sí, actuaré lo mejor que pueda! — Amelia asintió emocionada.

(...)

Después de salir del barrio, Alessia cogió un taxi hasta el supermercado más cercano. Mientras se dirigía a la caja, oyó la voz de una mujer muy familiar.

—No esperaba que todo el mundo estuviera tan interesado en la boda de Paul y yo.

La voz procedía de la gran pantalla situada frente a la tienda.

—Los dos estamos centrados en nuestras carreras y no tenemos tiempo para una ceremonia—, explicó Haley, su hermana en aquella pantalla, cuya voz no había oído en mucho tiempo.

El presentador también dejó escapar una pequeña carcajada.

—Todo el mundo sabe que llevas más de cinco años con el señor Brown. Los sentimientos entre vosotros son tan profundos y sinceros...

Los dedos de Alessia se apretaron alrededor del asa del carrito de la compra.

Estaba tan absorta en sus pensamientos que el carrito que empujaba chocó con alguien.

—Oh, lo siento... —cuando levantó la vista, ni siquiera pudo terminar la frase al darse cuenta de la persona que tenía delante.

Habían pasado siete años desde la última vez que lo vio, parecía aún más frío y distante. Más maduro y masculino. Alessia se tensó, pero por fuera mantuvo la calma.

No esperaba encontrarse con él tan pronto después de volver a Florida.

Paul la miró fríamente.

—¿No te fijas por dónde caminas?

En el momento del accidente, las heridas de la cara de Alessia estaban muy infectadas por la caída al río y empeoraban cada día. Por eso había aceptado someterse a una operación de cirugía plástica.

Su rostro había quedado casi perfecto, diseñado por las manos de los mejores cirujanos de España. Así que la cara que tenía antes ya no existía, nadie podía reconocerla, ni siquiera la persona con la que había dormido día y noche durante cinco años.

—Lo siento— Alessia por fin pudo volver a hablar, respiró hondo intentando controlar sus emociones —. Señor, Brown. Estaba viendo la entrevista de su prometida y me tropecé accidentalmente con usted.

Paul arqueó una ceja, inquisitivo.

—¿Me ha reconocido?

 "Eres muy famoso, ¿cómo no iba a reconocerte? — Alessia sonrió ligera y sarcásticamente, pero Paul no se dio cuenta.

Los ojos de Paul se desorbitaron, observando aún más a Alessia, la había observado desde lejos. Esa mujer, desde su figura, hasta su forma de caminar y su costumbre de pasarse los dedos por el pelo. Era idéntica a Alessia, pensó Paul.

Por eso se había acercado a ella con disimulo. Quería verle la cara, pero cuando la vio se dio cuenta de que sólo era una mujer con una figura parecida a la de Alessia. No era su cara ni su voz. No era su cara ni su voz. Así que dejó escapar un suspiro de rendición.

—¡Papi! — la voz de una pequeña niña sonó detrás de él y se arreguindó de su pierna con ternura. Alessia la miró por unos segundos y sus ojos se cristalizaron, pero se compuso rápidamente.

—Hola, nenita. ¿Ya tomaste lo que querías? —le habló Paul con voz gentil mientras se arrodillaba a la altura de la niña.

—¡Si papi! ¿Quién es ella? —la niña observó a Alessia con curiosidad y le regaló una sonrisita, a la que ella correspondió.

—Es una mujer que está haciendo sus compras—respondió él y la miró—. Ya tengo que irme. Adiós…

Ambos se dieron la vuelta y se alejaron, pero antes de hacerlo, la niña lanzó otra mirada curiosa a Alessia y continuó su camino con Paul.

Alessia observó a los dos salir del supermercado, mientras su corazón se rompía en pedazos, pero al mismo tiempo, la frialdad y la indiferencia sustituían al dolor.

Más tarde, Alessia llegó a casa, a preparar una deliciosa cena para sus hijos, tenía una mueca de tristeza y amargura en el rostro, un indicio que les hacía saber a Alex y Amelia que algo andaba mal con su madre.

Por supuesto, al final se encontró con Paul, era de esperar que no llegara con una enorme sonrisa en la cara.

Así que su hijo, Alex, se mordió las uñas y se dirigió a la habitación de su hermana.

—¡Vamos a empezar nuestra misión mañana!

(...)

A la mañana siguiente, Alessia preparaba tranquilamente el desayuno.

—¡Alex, Amelia, es hora de desayunar!

Alex salió de la habitación frotándose los ojos con pereza.

—Amelia se ha pasado toda la noche viendo la tele, mamá. Déjala dormir un poco más— dijo Alex entre bostezos —. Oye, ¿no vas a la agencia a recoger nuestras cosas?

Alessia asintió, y se acercó para darle un beso a Alex.

—Iremos cuando ambos terminen de desayunar.

Llevaban siete años en el extranjero y muchas de sus cosas tenían que ser enviadas de vuelta. Así que la agencia de viajes la llamó para comunicarle que ya podía ir a recoger todo lo que había llegado.

— ¿Por qué no te vas de una vez? — preguntó Alex mientras comía con insistencia. Alessia lo miró con una ceja levantada. Si su madre no se iba o los llevaba con ellos todo el plan se iba a arruinar —. Ya no somos niños de cinco años.

—¿Y por qué insistes tanto en que me vaya, hmm? —  preguntó desconfiada.

Alex le sonrió de inmediato para disimular, era un excelente actor para su edad.

— Ay, mami. No nos pasará nada, ya soy un niño grande.

Alessia sonrió, cogió su abrigo y salió del apartamento negando con la cabeza. Aunque sólo tuvieran seis años, había veces en que eran más maduros que ella.

Cuando Alex confirmó que su madre se había marchado, cogió el móvil y murmuró.

— Amelia, ¿ya llegaste?

Alex y Amelia a pesar de sus cortas edades fueron dotados con mucha inteligencia. Crecieron sin su padre, y siempre le preguntaban a Alessia donde estaba él, pero ella nunca les respondía. Quiso mantener el secreto hasta que cumplieran la mayoría de edad, pero, Alex encontró una antigua foto en unas cajas viejas que estaban guardadas en el sótano, de Paul y Alessia abrazados, detrás de la foto estaba escrito:

"Te amaré por siempre.

P&A" 

Alex guardó esa foto porque el hombre se le hacía extrañamente familiar. Hasta que lo recordó, lo había visto en un par de entrevistas en la televisión. Y desde ahí, comenzó su búsqueda, porque algo dentro de él, le decía que era su padre. 

Así que los planes de los niños eran reencontrar a Paul y Alessia para unirlos de nuevo y así ser una familia. 

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