Capítulo 5: ¡Papá!

El ambiente en la empresa The Brown’s Company era frío y tenso, como todos los días. Era una costumbre. Cuando el reloj marcó las ocho de la mañana, un coche de lujo se detuvo frente a la entrada, un hombre que parecía ser mayordomo bajó corriendo del asiento del copiloto y abrió la puerta trasera.

Con expresión fría, Paul salió del coche para dirigirse a la entrada de la empresa. Su rostro era apático y arrogante, y su aura era tan dominante que todos los que le rodeaban apenas podían mirarle a los ojos.

El hombre miró al frente y empezó a subir los escalones.

—¡Papá! 

Una voz tierna e infantil rompió el silencio sepulcral que se había formado en el ambiente, y todos levantaron inmediatamente la vista para mirar en su dirección. Una niña que parecía haber aparecido de la nada subía torpemente las escaleras. Llevaba un bonito vestido morado y una muñeca abrazada a su cuerpo. Aunque no se le veía la cara, irradiaba un aire noble y dulce.

Terminó de subir las escaleras y se agarró a la pierna de Paul, que era un gigante comparado con la pequeña estatura de Amelia.

Amelia hizo un mohín mientras le llamaba "papá" una y otra vez.

Paul bajó la cabeza molesto y disgustado, mirando el pelo rubio de la niña.

—¡Niña, suéltame!

Amelia levantó la cara y Paul la miró boquiabierto, había dejado completamente al descubierto los rasgos tan parecidos que tenían las dos.

—Papi, un abrazo... — le tendió los brazos mientras sus ojos marrones claros miraban a Paul.

—¡No soy tu papá! — exclamó con dureza y luego se arrepintió al ver como los ojos de la pequeña se enrojecieron un poco pero ella aun así, se aferró a él.

Le parecía una niña fastidiosa, pero por alguna extraña razón que no lograba entender, quería tener a aquella niña entre sus brazos y devolverle el abrazo. Solo que su orgullo no se lo permitía.

Tras dudar un momento, Paul se arrodilló para cogerla en brazos y llevarla al interior del edificio. Mientras la tenía en sus brazos, sintió como si hubiera encontrado lo que necesitaba para sentirse vivo. Una sensación tan extraña que no podía comprender. Su actitud despectiva había desaparecido, miró a los ojos de la chica y se dio cuenta del increíble parecido con Alessia.

¿Podría ser...?

Miró su cabello color castaño, igual al de Alessia, todo de ella, le recordaba a su amada.

La extrañaba. A pesar de haberla defraudado todavía la amaba. Y quería recuperarla, pero era demasiado tarde, o eso creía él…

—Bloqueen la zona y empiecen a investigar— ordenó Paul a sus guardias.

Una niña tan pequeña no podía haber llegado hasta allí sola.

 

(...)

Paul tamborileaba los dedos en el escritorio con ansias. Surgieron muchas dudas dentro de si, y aunque parecía algo precipitado, quiso una prueba de ADN, solo para sacarse la duda.

—Sr. Brown, los resultados de ADN están listos.

En la última planta del edificio, en la oficina del CEO Paul Brown, su ayudante le entregó nervioso un informe, que Paul le arrebató de las manos y le pidió que abandonara el despacho.

Con dedos temblorosos abrió el sobre que tenía en las manos y se dio cuenta de que la chica era, en efecto, su hija biológica.

Se le heló la cara, se le puso rígido todo el cuerpo y empezó a sudar frío. Aparte de Alessia y Haley, no recordaba haberse acostado con ninguna otra mujer. Ni siquiera se había acostado con Haley de nuevo desde aquella última vez cuando le fue infiel a Alessia, solo estaba con ella por conveniencia. 

Y el resultado de esa infidelidad, fue una hermosa niña... pero, aquello solo le traía más remordimiento por la muerte de su otro bebé.

Pero esa bebé jamás falleció, ¡está frente a sus ojos!

Entonces levantó la vista para mirar a la niña sentada en el sofá, jugando con un osito de peluche mientras mordisqueaba un caramelo de fruta, con una tierna sonrisita en la cara.

Se levantó rígido y se acercó, se arrodilló a la misma altura que ella y suspiró. Amelia ladeó la cabeza.

—¿Cómo te llamas? — Preguntó Paul.

—Soy la princesa Amelia— exclamó feliz.

—¿Cuántos años tienes, pequeña?

Amelia estiró cinco dedos y soltó una risita.

—Tengo seis.

A Paul se le aceleraron los latidos del corazón y se le secó la boca.

Seis años...

Paul tenía la sospecha de que Alessia estaba viva, pero ¡esto lo confirma!

Haley lo había amenazado diciéndole que si no se comprometía con ella le quitaría la empresa, que tenía pruebas falsas de que estaba haciendo cosas ilegales y que lo detendrían si no hacía lo que ella decía.

Así que no tuvo más remedio que aceptar sus acuerdos y condiciones. Pero a pesar de eso, nunca se rindió, contrató en secreto a investigadores privados para buscar a Alessia durante todo un mes, pero nadie había sido capaz de encontrarla. Y ahora, de repente, había una niña que tenía un parecido increíble con Alessia y que también tenía lazos de sangre con él, ¡y tenía seis años!

—¿Dónde está tu madre?

—No lo sé… 

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