Llevaba sentado al borde de la catedral lo suficiente como para ya no sentir las piernas,aún así,no había otro lugar al que Jeremiah quisiera ir en esos momentos en los que la melancolía y la desesperación hacían mella en sus recuerdos. ¿Cuántos años habían pasado ya? Casi 20 o menos y aún así el recuerdo de su bella Elisa le perseguía cada noche,cada día,a cada instante. Había cosas tan pequeñas que lo hacían recordarla que dolía en el alma. Porque aunque Horas dijera otra cosa, él aún tenía corazón y este le pertenecería eternamente a Elisa.Ella tenía 15 años cuando la vio por primera vez,su brillante cabellera y su blanca piel lo había enamorado por completo. Sin embargo,su inteligencia y curiosidad por la vida habían sido lo que realmente le habían terminado por atraparle.Cerró los ojos con fuerza al ver una rebelde lágrima que de nuevo se le escapaba. Con un manotazo la limpió de su rostro. No tenía derecho a llorarle,no tenía derecho siquiera a decir su nombre en voz alta,por
Cerca de la taberna estaban dos de ellos. Adasius le hizo una señal a Horas apuntando hasta donde los soldados iban caminando distraídos conversando. Horas los contempló y le devolvió el gesto a Adasius con reclamo,tal parecía que había un lenguaje entre ellos que entendían a la perfección. Porque el más joven de los gitanos entendió perfecto el reclamo de Horas. Ambos soldados eran de otra... Conflexion. Adasius se disculpó con los hombros y Horas chasqueo la lengua molesto. ¿Cómo mierdas imaginaba que iba a entrar en uno de esos uniformes?.De pronto el gitano se plantó frente ambos soldados,desde luego que ellos abrieron los ojos con asombro al ver a Horas,y su reacción no era exagerada. Si alguien no pasaba inadvertido ese era Horas. Dos metros de hombre mitad bestia y mitad demonio ahora. Ellos quisieron correr,pero él no se los iba a permitir y ni siquiera fue esfuerzo dejarlos inconcientes,aún así él no iba a caber en esos uniformes.Adasius corrió hasta él y sonrió al ver a lo
El agua en la bañera se había puesto fría desde hacía bastante rato,pero el rey siguió recostado en ella mientras dio otro trago de su botella de vino,era éste el que hacía que su cuerpo siguiera tibio. Salió de pronto,escurriendo un charco de agua a su paso,con la piel desnuda ya enrojecida. Volvió a beber a bocajarro pero su botella ahora estaba vacía y con rabia la lanzó contra el muro mientras la risa le volvía a atacar. Se podía escuchar perfectamente,pero nadie se atrevió a entrar a su habitación. Caminó unos pasos más,sin embargo tropezó con sus propios pues y al suelo fue a dar y ahí se quedó,incapaz de volver a levantarse.-Luces patético.Phillippe volvió a escuchar aquella voz que tanto le recordaba a la suya,pero no fue capaz de levantarse-. El rey,su majestad ahogado de borracho.-¡Cállate ya! Déjame en paz. Apenas pudo balbucear palabras.Pero la voz no se calló,al contrario. Le siguió susurrando al oído,o eso pensó el rey.-Ya no eres nadie Phillippe,sólo eres un sucio
La gitana detuvo su baile.No le gustó ver los rostros de aquellos niños,de alguna manera le recordaban a su hijo. Las estúpidas lágrimas amenazaron con aparecer,pero se las tragó con orgullo y levantó el rostro para darles una sonrisa y así dejarán de estar tristes por la historia que Melchor acababa de contar. De pronto sus ojos se encontraron con los de él,Parminius.No había forma de que escapara esta vez,y se sorprendió a si misma al darse cuenta de que no quería hacerlo.Él se apresuró a su encuentro antes de que ella se escapara y no le permitiera acercarse. Desde el mismo día en que la había conocido ella no dejaba de rondar su mente y sus pensamientos. Esa mujer lo estaba volviendo prácticamente loco y poco le importaba. Solamente deseaba poder tenerla cerca otra vez, y porqué no,poder besar sus labios rojos que venían atormentandole.—¡Julianna!.Se apresuró el comandante. La gitana se detuvo dándole la espalda,deseaba hablar con él desesperadamente,pero también supo que en
Las cosas siempre se van a ver peor desde la perspectiva más pesimista.Adasius subió el rostro de pronto al escuchar un par de susurros entre la oscuridad y la humedad de la entrada a la catedral,no se escuchaba muy bien,se mantuvo oculto por un rato hasta entender bien de qué se trataba.—¡No!..¡Te quedarás aquí!. Suficiente he hecho con guiarte hasta los míos,Dios sabe que no lo hago con mala intención,te estoy confiando mi vida,y también la de los míos,así que he dicho que permanecerás aquí afuera esperando por mí.Era la voz de Julianna.Parminius enchueco el gesto y cruzó los brazos sobre el pecho con paciencia,de nada valía ponerse terco a esas alturas,ahora podía decir que la conocía mejor.—Que sí mujer,yo haré lo que tú órdenes.—Y si no haces lo que ella dice,tendrás que hacer lo que yo diga. Ambos se giraron al escuchar a Adasius.Claramente no le hizo gracia al comandante el comentario del gitano.Parminius siguió con el mismo gesto inexpresivo en el rostro. Así que para
A Horas tuvieron que sostenerlo entre Jeremiah y Malaquías y otros dos gitanos por la fuerza,aunque fue algo casi imposible. Dejó de pelear hasta que vio a Solan entrar a la celda y Adasaius que permaneció en un rincón cruzado de brazos también fue que prestó atención.—¡Sueltenlo!. Ordenó.—No es ningún perro rabioso para que lo detengan,además... Está en su hogar.Solan le lanzó una mirada retadora al comandante que permaneció sentado en el suelo sin moverse. Quiso hacerlo desde el momento en que los gitanos entraron a su celda,aunque le fue imposible hacerlo con Julianna justo en la celda de enfrente viendo todo con ojos llorosos. --¿A qué debemos el honor de esta visita comandante?—preguntó el líder de los gitanos. Parminius decidió levantarse de su lugar,después de también lanzar una mirada retadora a todos los presentes sólo miró a Solan.—He venido a....—¡Noo! Yo le he obligado,soy yo la única culpable—. Gritó la gitana desde su celda sosteniendo los barrotes entre sus manos c
—Deja de llorar muchacho,yo estaré bien. Gabrielle le estaba dando la espalda a Parminius pero el Comandante podía escuchar cada vez que el chico sorbia la nariz.—No estoy llorando. Respondió caprichoso. Aunque era más que obvio que lo estaba haciendo.—Te buscamos muchacho,no tienes idea del tiempo que pasamos buscándote. Sobre todo Amerís. Gabrielle se giró con sorpresa al escuchar el nombre de su amigo.—¿Sigue con vida?. Preguntó esperanzado. El comandante asintió con la cabeza.—Y no dejó de buscarte,pero fue herido de gravedad y no hemos sabido nada de él,muchacho. Desde que Amerís se empeñó en buscar a Gabrielle que no se sabía nada de su paradero.—El que te ha buscado sin descanso es tu padre muchacho,no se ha resignado a perderte.—Lo sé Comandante,a mi padre lo he visto. Parminius se sorprendió.—¿Cómo es eso posible muchacho? Si has estado preso aquí desde hace mucho tiempo. Gabrielle subió los hombros en gesto de no saber.—No todo ha sido tan malo aquí señor. Tengo amigo
—¿Qué es lo que estás haciendo?. La mujer se asustó en cuanto vió a la lavandera entrar. Su intención no era robar,pero la chiquilla le producía un sentimiento de lástima,llevaba días encerrada sin probar bocado,y en su estado eso podía ser muy peligroso.—No es lo que imaginas,yo solamente quiero ayudar. —El infierno está lleno de buenas intenciones,no sé qué es lo que planeas,pero no me involucres. Ambas mujeres eran amigas de muchos años. Laetitia pasaba ya los cincuenta años,y nunca había tenido el placer de ser madre,su piel se había secado con el trabajo pesado del palacio y sentía que su vida no tenía ningún sentido,nada podía perder al ayudar a esa chica,pero en cambio Paulette tenía mucho más que perder,ella si tenía hijos a los cuales velar.—Quiero ayudarla,no me gusta verla de esa forma. La mujer buscó entre los vestidos que podían quedarle a la gitana y buscó uno que fuera de la cocina,las cocineras tenían permitido salir una vez por semana a buscar especies.—Insisto,no