capítulo 38

La gitana detuvo su baile.

No le gustó ver los rostros de aquellos niños,de alguna manera le recordaban a su hijo. Las estúpidas lágrimas amenazaron con aparecer,pero se las tragó con orgullo y levantó el rostro para darles una sonrisa y así dejarán de estar tristes por la historia que Melchor acababa de contar. De pronto sus ojos se encontraron con los de él,Parminius.

No había forma de que escapara esta vez,y se sorprendió a si misma al darse cuenta de que no quería hacerlo.

Él se apresuró a su encuentro antes de que ella se escapara y no le permitiera acercarse. Desde el mismo día en que la había conocido ella no dejaba de rondar su mente y sus pensamientos. Esa mujer lo estaba volviendo prácticamente loco y poco le importaba. Solamente deseaba poder tenerla cerca otra vez, y porqué no,poder besar sus labios rojos que venían atormentandole.

—¡Julianna!.

Se apresuró el comandante. La gitana se detuvo dándole la espalda,deseaba hablar con él desesperadamente,pero también supo que en
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