25| Enemigos por doquier.

Esther se estaba quedando dormida en la silla de la sala de espera, tenía el cuerpo entumecido y el sueño comenzó a acarrearla.

Estaba cómoda y tranquila, Leonel había acabado de salir de cirugía y todo estaba bien, el hombre al que ella le había disparado estaba vivió y estable y listo para interrogar y Carlo ya estaba con Portia, así que con todos esos detalles controlados la adrenalina de su cuerpo bajó a tal punto que creyó no sería capaz de levantar la cabeza.

Un enfermero le dio una patadita en el talón y Esther dio un salto, buscó su arma entre el pantalón, pero no la encontró y cuando vio la cara confundida del enfermero recordó que el peligro ya había pasado.

— Ya puede ver a su esposo, señora — le comentó el hombre y cuando Esther se puso de pie el cuerpo entero el dolió. Un doctor la había revisado de los pies a la cabeza y cuando le preguntó por las anteriores heridas Esther no contestó, no podía permitir que iniciaran una investigación por eso, su padre ya estaba metido e
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