Esther apretó los ojos cuando sintió el impacto del auto en uno de sus costados. El cinturón de seguridad se tensó contra su cadera y pecho al punto de que creyó se le abriría la herida y los brazos de Leonel se enredaron en su torso y la apretó.La sensación le recordó cuando saltó de un puente a un rio cristalino una vez, como un vacío en el pecho que le bajó al estómago y le apretó todas las tripas.Cuando el auto golpeó el pavimento el golpe le arrancó el aliento y sintió como el cuerpo de Leonel se llevó todos los golpes contra el techo.El auto se arrastró por la calle y el sonido del metal contra el pavimento los aturdió. Chispas volaron y llenaron todo el interior como luciérnagas en medio de la noche y cuando tocaron el cuerpo de Esther le produjo pequeños escozores.Cuando el auto se quedó quieto al fin, la cabeza de Esther siguió girando, se sentía aturdida y mareada y no lograba ver nada, era como si tuviera los ojos cerrados.La luz comenzó a volver poco a poco y la oscur
Portia comprobó la hora en su reloj, hacía más de cuarenta minutos había recibido la llamada de Esther y aun no podía llegar al departamento de Carlo, el tráfico estaba al límite en plena hora pico y por más que le insistía al taxista el pobre hombre no encontraba forma de pasar.— Me voy a bajar — le dijo a su hermana Portia a través del celular, le lanzó un par de billetes al taxista y se bajó.El frio se le coló por debajo del vestido y la hizo tiritar. Extrañaba el bosque que rodeaba su casa, al hotel y a su hermano, nunca había sido especialmente amable al frio y en aquella ciudad el invierno estaba golpeando con violencia.Casi que corrió, más por conservar el calo que por querer llegar rápido, sabía que Carlo no estaba mal, pero la urgencia en la voz de Esther la había preocupado y prefirió ayudarla.— ¿Aun quieres que vaya a recogerte en un rato? — le preguntó Helene, pero Portia negó.— Creo que me tardaré más. Duerme, hermana, después hablamos — y cortó la llamada.Le costó
Esther se estaba quedando dormida en la silla de la sala de espera, tenía el cuerpo entumecido y el sueño comenzó a acarrearla.Estaba cómoda y tranquila, Leonel había acabado de salir de cirugía y todo estaba bien, el hombre al que ella le había disparado estaba vivió y estable y listo para interrogar y Carlo ya estaba con Portia, así que con todos esos detalles controlados la adrenalina de su cuerpo bajó a tal punto que creyó no sería capaz de levantar la cabeza.Un enfermero le dio una patadita en el talón y Esther dio un salto, buscó su arma entre el pantalón, pero no la encontró y cuando vio la cara confundida del enfermero recordó que el peligro ya había pasado.— Ya puede ver a su esposo, señora — le comentó el hombre y cuando Esther se puso de pie el cuerpo entero el dolió. Un doctor la había revisado de los pies a la cabeza y cuando le preguntó por las anteriores heridas Esther no contestó, no podía permitir que iniciaran una investigación por eso, su padre ya estaba metido e
Cuando Portia despertó le dolía el cuello, se había quedado dormida en el mueble y la luz del sol entraba por la ventana.La televisión estaba apagada y Carlo no estaba sobre su regazo donde se había dormido así que se levantó y movió el cuello para los lados intentado quitarse el dolor, pero eso antes lo empeoró.Toda la casa tenía un increíble olor a huevos revueltos y pan caliente, así que se puso de pie y caminó hacia la ventana.La nieve había caído con fuerza en la noche y ahora toda la ciudad estaba cubierta por una capa de nieve gruesa que obstaculizaba el camino, el viento azotaba la ventana y el aire parecía tan frio que Portia imaginó se congelaría no más salir.— La tormenta empeoró — dijo alguien a su espalda y ella se volvió para encontrarse con Carlo, el hombre estaba en la cocina y batía algo en la sartén — creo que no podremos ir a trabajar hoy — Portia trató de peinarse, pero parecía que su cabello fuera paja.— Tengo que ir con Helene.— Ya hablé con ella, llamó est
Cuando Esther despertó, la luz del sol entraba por los cristales de la ventana, todo el cuerpo le dolía como si el día anterior hubiese hecho una terrible rutina de ejercicio.Las pesadillas la habían atormentado durante toda la noche, el sonido de la bala al entrar al cuerpo del hombre que quería matar a Leonel se unió al ataque de Emily, al dolor en su cuerpo y a las manos de los hombres que intentaron abusar de ella.Esa noche no había dormido en los brazos de Leonel, por eso las pesadillas la envolvieron con fuerza. El hombre dormitaba a su lado con la expresión firme, como si estuviera teniendo sus propias pesadillas y Esther consideró si despertarlo o no, pero prefirió dejarlo dormir, sea cual fuese su pesadilla era mejor que la realidad que le esperaba cuando despertara, con una pierna herida un enemigo que le quiere muerto.Se dio una ducha larga con agua muy caliente y se vistió con una camisa ancha de Leonel y unos pantalones que encontró por ahí, debía comprar más ropa.Baj
Esther bajó a la sala y se unió a la animada conversación que Helene estaba teniendo con Víctor, el amigo de Leonel.La gemela por naturaleza era una chica sociable y alegre, así que pegó bien con la personalidad del hombre que era gracioso y entretenido, pero la conversación no logró menguar ni por un segundo la incomodidad que sentía ella en el cuerpo.Ver a su hermanastra sentada en su lado de la cama, dándole de comer a Leonel y sonriendo como una tonta la tenía malgeniada y celosa. Sí, eran celos y Esther no se sintió avergonzada de reconocerlo, así que no le importó.Comenzó a considerar la actitud de Leidy, Esther siempre había visto que la relación de ella con su madre era relativamente buena, ¿enserio la había echado de casa por eso? ¿Por algo que ella no había hecho?Verla hablado con la metiche de Zulma le colmó aún más la paciencia, ¿Qué podrían traerse entre manos?Esther pensó en que tal vez estaba siendo una exagerada, tal vez todo el asunto con Dorian la tenía llena de
Esther se sentó en la silla más cercana, un taburete alto con patas de madera incómodo, pero era mejor eso que caerse por el mareo que la acometió.Solo Leonel pareció darse cuenta de su malestar, pero con las muletas no podía hacer mucho por llegar a ella.— Quiero que me cuenten todo lo que sepan de este hombre— dijo Carlo agarrando la foto de la pared y Víctor ayudó a Leonel a sentarse en el mueble.— Yo contraté a muchos investigadores privados para que investigaran a mi primo — comenzó a contar — pero todos se detenían en cuanto sabían qué clase de hombre era, así que inventé lo del vagabundo para espiarlo yo mismo.»Una tarde lo encontré con ese hombre y logré sacar esa fotografía, pero en realidad no pude saber más allá de su nombre y que era extranjero. Pero lo cierto es que es un hombre poderoso que se unió a la campaña de mi primo.— ¿Qué hace tu empresa? — le preguntó Portia y Leonel ladeó la cabeza.— Varias cosas, pero Transportes Luna principalmente hace eso, transporta
La tormenta, aunque no había empeorado, tampoco había menguado del todo, así que todos los demás se vieron obligados a pasar la noche en el pequeño palacio de Leonel. Después de la cena todos tenían en tantas cosas en qué pensar que cada quien se fue a su habitación y Esther se dio una larga ducha de agua caliente. Cuando salió, Leonel estaba sentado en la sillita junto a la puerta del baño y ella se lo quedó mirando. — Me voy a bañar — le dijo él y se puso de pie con dificultad. — ¿Quieres que te ayude? — él negó con vehemencia, pero la muleta se le resbaló de la mano y de no ser porque Esther lo agarró de la cadera cae al suelo. — Odio sentirme así, dependiente — murmuró él con rabia y Esther lo ayudó a entrar al baño — es incómodo — pero ella negó. — No digas eso, se supone que soy tu esposa. — De mentiras, no es tu obligación hacer nada de esto, puedo contratar una enfermera — la idea le desagradó a Esther, tanto que la saliva se le hizo amaga en la boca, ¿Qué otra vieja and