Antonella despierta, aún somnolienta se sienta en la cama, bosteza y frota sus ojos, toma su móvil esperando tener respuestas de alguno de sus amigos, pero se llena de ansiedad al ver que no hay señales de ninguno de ellos. Mira la hora, ya es media mañana. Se le había hecho tarde, tenía tantas cosas por hacer y producto del agotamiento emocional terminó quedándose dormida. El sonido de la bocina de un coche frente a su casa, le recuerda que Fabiano se comprometió a buscarla para llevarla esa mañana a hacer las diligencias pendientes. —¡Joder! —exclama, se levanta de la cama con el móvil en la mano para salir y disculparse con él. Justo en ese momento, recibe un mensaje en su móvil, es de Fabiano, quién le dice que debe darse prisa. Le contesta con un “Ya salgo”, deja el móvil en la mesa y corre al baño para asearse. En tanto, en la oficina y luego de revisar varios archivos, Blas logra encontrar el documento que su jefe le ordenó llevarle esa mañana. —Tenga Sr Miller, aqu
—Sabes, era él —dice con pesar. —¿Quién, no entiendo? —pregunta Fabiano, algo confundido. —Marcos, mi amigo. —contesta entre suspiros.— No puedo creer lo pequeño que es el mundo. —Lo siento, debías quererlo mucho. —La verdad, hablé pocas veces con él… —Hace una pausa y piensa en lo inadecuado que puede ser, mencionar que era la ex pareja de su mejor amigo— Era amigo de mi mejor amigo, y ahora resultó ser el hijo del gran amor de mi madre. —Mucha coincidencia en verdad. Siempre se rumoreó que era algo raro, ¿me entiendes? —¿Y qué con eso? Era un excelente ser humano. Cambió su bolero para permitir que llegara en el peor momento de mi madre. Nunca tendré como agradecerle eso que hizo. Fabiano guarda silencio, su opinión al respecto, resultaba innecesaria. —¿Y bien, a donde necesitas que te lleve ahora? —Creo que a casa, aunque me gustaría ir al hospital, no serviría mucho que vaya, ninguno de ellos me conoce. —afirma y Fabiano asiente. —¿Almorzamos juntos? —invita es
—¿Y? —Fabiano sonríe— ¿Qué te pareció la pasta? —pregunta. —Realmente me parece buena, como dices. —Me alegra que te haya gustado —coloca su mano sobre la de ella y acaricia con su pulgar, Antonella aplana sus labios.— Creo que tendré que ir a pagar la cuenta —dice al ver la gran cantidad de clientes en el concurrido restaurante. Ella asiente. Mientras Fabiano paga la cuenta, Antonella aprovecha de ver su móvil, escucha aquel mensaje de Blas y una mezcla de emociones de sorpresa con enojo y frustración, se apoderan de ella. —¿Enojado? —murmura— Soy yo quien debería estarlo. Fabiano se acerca por detrás y apoyando sus manos sobre el espaldar de su silla, se inclina para susurrarle al oído:—¿Hablando sola? Antonella, sobresaltada por aquella interrupción, se gira hacia él y su rostro queda de frente y muy cerca al de su ex. Fabiano la mira fijamente, mientras saborea sus labios. Incómoda por aquella situación, ella se levanta del asiento. —Debo ir al baño, ¿me esperas en
Antonella atiende rápidamente, aquel número telefónico pertenece a la empresa. —¿Sí? —Su voz, es trémula. —Geme, soy yo, geme —Blas, responde.—¡Blas! —exclama emocionada— Al fin puedo oírte. —Perdí mi teléfono en el taxi y no he logrado recuperarlo. —dice y se quiebra.— Geme, lo perdí, perdí a Marcos.—No, no, Blas. Marcos está vivo. —¿Qué dices? No puedes hacerme esto, geme. No puedes engañarle, lo sé todo. —Blas estoy hablando en serio. Jamás te mentiría con algo como eso. —Yo vi las noticias y vi el accidente. Vi cuando lo metieron a la ambulancia con el rostro cubierto. —Debió ser el hombre que iba en el otro coche y sí, lo dijeron en todos lados que Marcos estaba muerto, pero ocurrió un milagro, está vivo. —¿Lo viste? ¿Pudiste hablar con él? —interroga manteniéndose incrédulo. —No pude verlo, su madre me corrió del hospital. No entiendo por qué odia tanto.—Es obvio, geme. Eres mi amiga. Es a mí a quien no quieren en sus vidas. —responde con frustración —¿
—Hay algo que debes saber, Anto. —El tono de voz de Blas es seco.—Dime de qué se trata, Blas. ¿Qué es eso que debo saber? —cuestiona.—Antes de morir, Isabella me contó sobre su pasado y… —Blas respira profundamente antes de decir aquello— Hubo alguien a quien tu madre amó hasta sus últimos días, un hombre que para ella fue su único y verdadero amor. —No te entiendo, de que hombre hablas.—De tu verdadero padre. —Blas, suelta sin más. —¿Qué dices? Eso es imposible, mi padre es Antonio Cerati —responde con desesperación.— Tienes que haber oído mal, Blas.—Anto te estoy diciendo lo que ella me dijo. Me pidió que en caso de que ella muriera y tú no te hubieses casado, te dijera la verdad. Tu padre es un multimillonario. —Es que eso no puede ser Blas. ¿Por qué mi madre me mentiría sobre ello? —No lo sé, Anto. No conozco las razones que tuvo para hacerlo, excepto que el hombre que creíste era tu padre, le prometió quererte y cuidarte como una hija.El dolor que la pelirrubia si
—Ya regreso, voy por los niños, creo que es hora de que se vayan a la cama. —Marta se levanta de su asiento. —Sí, es un poco tarde —dice mirando su reloj de pulsera. Tan pronto como Marta se dirige a la cocina, Albert comienza a sentirse ligeramente aturdido, y todo comienza a dar vueltas a su alrededor. Deja la copa sobre la mesa de centro, luego se reclina en el espaldar del sofá y bosteza. Marta regresa minutos después, ve que el somnífero ha causado un efecto inmediato en él. —Deja pedirle la bendición a papá —insiste la pequeña Shirley.—Papá está dormido, linda. Deja que descanse, vamos a tu habitación. —ordena. Sam quien viene a pocos pasos de ella, logra escabullirse e ir hacia la sala.—Papá, despierta —dice sacudiendo el hombro de Albert, quien abre los ojos lentamente— ¿Vienes a jugar conmigo a mi habitación? —¡Sam! —llama desde la escalera a su hijo— Deja a Albert descansar y ven ahora mismo a tu cuarto. —Pero mamá… —Obedece y sube. El chico no tiene m
Antonella cierra el computador, respira profundamente y limpia las lágrimas en sus ojos. Su decisión es irreversible. Tenía que ponerle punto y final a aquella absurda historia que desde el inicio comenzó mal. ¿Cómo podía Albert Miller ser un hombre tan falso? Se pregunta. La respuesta la encuentra en su propios labios, se hizo pasar por alguien que no era. Antonella siente su mundo deshacerse a pedazos, mientras elimina una a una las fotografías que recibió en su intergram luego de aceptar la solicitud de aquella mujer. Fotografías donde claramente Albert y su esposa estaban juntos, destruyendo cualquier posibilidad de reconciliación entre ellos. Si bien, le dolió verlo con su cuñada, algo dentro de ella le hacía dudar a ratos.Quizás, Raquel siempre estuvo enamorada de su cuñado, quizás fue ella quien lo besó y no él. Mas, al ver aquellas imágenes sexuales entre el hombre a quien amaba y su ex mujer, le queda claro que Albert Miller, es un mujeriego y que sólo se divirti
Finalmente, Blas decide levantarse de su silla e ir a la oficina de su jefe y notificarle acerca de la decisión de Antonella. Mientras se acerca a dicho lugar, alcanza a escuchar la voz fuerte de dos hombres quienes aparentemente están discutiendo. —Bien, no pienso discutir contigo sobre eso, Albert. Si estoy aquí, es porque también soy socio de esta empresa, no lo olvides.—¿Qué? Nunca has hecho nada para sacar la empresa a flote y justo ahora vienes a decirme que te interesa como van las finanzas —El CEO se mofa de su hermano. —Es diferente, ahora voy a tener un hijo y quiero asegurarme de que tenga todo lo que merece. —Claro tu hijo si importa, ¿Por qué no pensaste en los míos antes de acostarte con mi mujer? —esgrime.—Una mujer que no era feliz contigo y que tampoco le importó follar con tu propio hermano. —responde sin más.—Cállate, joder. —ordena apretando sus puños con fuerza, intentando controlar su ira. Aunque Albert quiere destrozarle la cara de un puñetazo a su