CAPITULO ESPECIAL "RECUERDOS DE ANTAÑO" *Cuando Emireth y Maximiliano sucumbieron a la pasión por primera vez*Al final las dos terminaron volviendo con los otros niños. El orfanato constaba de dos enormes edificios, uno dedicado para el cuidado de niños varones y otro para las niñas. De este modo no sé mezclaban salvo en el receso como sucedía ahora. Habían pequeñas de dos años y los más grandes ya cumplían trece años, incluso estaba una jovencita que alcanzó la edad de los quince años y seguía viviendo en el orfanato. Cada vez que venía una familia con la ferviente decisión de darle un hogar a uno de esos pequeños huérfanos y resultaba que ella no era la elegida, entonces se acordaba de Jessica la adolescente de quince años que seguía allí. Sinceramente le daba un poco de tristeza y temor llegar a esa edad y continuar ahí. Quería ser parte de una familia, era un sueño para ella y deseaba que de volviera realidad. Y a pesar de las desilusiones que había vivido, no perdía la espera
Además no sé atrevía a preguntarle a Luciana, algo le decía que hizo algo malo de lo que no se acordaba y ahora iban a regañarla por aquel hecho. Trató de tener oxígeno en sus pulmones y calmarse, quizás no todo era lo que ella creía y se estaba alarmando por una tontería. Al ingresar a la oficina con lo primero que se encontró además de la anciana ubicada en su silla frente al enorme escritorio, es que otros dos par de ojos se clavaron en ella de una forma que la hizo sentir extraña y también nerviosa. Era esa mujer con aquel abrigo enorme y extraño, también un hombre estaba presente, seguramente su marido. ***Narrado por EmirethLa gélida brisa de la noche no erizó mis vellos, lo hizo él. Sus largos dedos danzaron dulcemente sobre mi piel, despertando sensaciones que solo entonces supe que existían. La manera como lo hacía me gustaba, lo que provocaba en mí, eso, también me asustó. ¿Por qué de pronto hacía tanto calor? ¿Qué era ese hormigueo en mi vientre? No entendía lo que e
Entonces ya no había forma de que la reversa llegara para nosotros, habíamos entrado a ese túnel dónde solo dos personas sabrían recorrer su interior de una manera que no se explica y simplemente se siente dinamitas y como si volaras al cielo, aunque luego con el retorno de la cordura te caigas de golpe y te duela el impacto. Sus labios habían tomado los míos en un enredo que se fusionó de forma perfecta y ahora se movían suavemente en un baile que evocaba a un baile de dulce y sutil y no estaba preparada para siquiera el mínimo roce pero algo fuera de mí y desconocido me empujó a continuar con el acto y darle la correspondencia que de seguro buscaba de mi parte. Ya había aceptado la danza, no solo eso también tumbarme con él, a las telarañas de esas sensaciones que se desplazan por todo tu cuerpo y te elevan a lo más alto y te sacan de órbita y te hacen sentir que nada más importa solamente tú y esa persona que tienes al frente y te hace sentir de todo en tampoco y te lleva a conoce
Emireth no pudo evitar sentir la misma atracción de antes; verlo fornido y apuesto echó por la borda su intento de olvidarlo. Maximiliano estaba de regreso, después de tantos años, volvía a mirar esos ojos azules, un mar en calma, a veces embravecido que echó de menos. También su boca que en el pasado le robó el aliento y la cordura.Solo con recordarlo, se sonrojó hasta la médula. La luna, el lago, ellos y los besos…—Emi, creo que al menos merezco un abrazo —su voz grave y profunda, aunque excesivamente dulce, esfumó el silencio. Pero no pudo traerla de vuelta a la realidad.Él no es real, pensó consternada.Soñó tantas veces con su regreso que verlo allí le pareció otro de esos sueños. Tenía la mirada desorbitada y el cuerpo tenso como si hubiera visto un fantasma.Pero Maximiliano era real, lo supo en cuanto se acercó estrechándola entre sus brazos, cuando percibió su esencia magnética, esa extraña virilidad que la absorbió por completo. Él acarició su cabello, aspiró con ansias e
Verano…Solía ser nuestra estación favorita, porque las hojas de los árboles caían; disfrutábamos verlas alzarse en vuelo o sentirlas crujir bajo nuestros pies descalzos. Reíamos, vivíamos al máximo cada día, como si fuera el último. Quizás nos confundimos en el decurso que a veces pareció detenerse en esos momentos en los que tus ojos se fijaron en mis labios, yo sonreía nerviosa intentando descifrar tus intenciones; pero sólo llegaba tu dulce caricia a mi mejilla, tu voz que hacía de lo demás superfluo. El tiempo se convirtió en monotonía, lento y veloz con tu ausencia. Aún lloraba por las noches, durante el día; el transcurso era demasiado difícil sin ti. Pensé tirar la toalla, pero… ¿Cómo hacerlo, si después de todo tenía motivos para seguir?Era difícil verlo y escucharlo decir mamá, llamar papá a quien realmente era su abuelo, doloroso tenerlo cerca y no poder expresarle lo mucho que lo amo. Siempre que tenía la oportunidad lo traía a éste lugar, y sentados en el columpio lanz
Volví a mis quehaceres antes de que la señora Copperfield notara mi ausencia. En la sala, el pequeño Matthew dibujaba trazos sin sentidos, tumbado sobre la alfombra. En cuanto se percató de mi presencia soltó las crayolas y corrió a mis brazos. —¡Emi! ¡Emi! ¿Quieres ayudarme a terminarlo? —preguntó aferrándose a mi pierna.Sonreí. Eran esos instantes los que daban color a mi opaca vida. ¿Cómo podría negarme ante esos ojitos azules?, Era tan perfecto, no había nada más hermoso sobre la faz de la tierra que él. Nuestro hijo…—A ver, enséñame lo que haces ¿De acuerdo? —dije revolviendo su cabello marrón. Enseguida tomó mi mano y me llevó hasta sus dibujos. Miré de cerca el montón de rayas incomprensibles, bueno tan sólo tenía cinco años, no podía esperar una obra de arte; aunque para mí todo lo que hiciera era tan valioso como una pintura de Picasso o Da Vinci. —Quisiera dibujar como tú, por favor por favor enséñame, Emi —rogó juntando sus manitas.Sus facciones me lo recordaban, e
Las lágrimas lucharon por salir, me esforcé por no hacerlo en presencia de Matt. No era mi intención confundirlo, más de lo que ya estaba en realidad. Acabé dibujando nuestro lugar favorito, sus ojitos brillaron encantado de verse en el dibujo.—¿Somos nosotros? —inquirió señalando nuestras siluetas dando la espalda sobre aquel viejo columpio de madera. Faltaba colorearlo, pero se lo dejaría a él.Asentí acariciando su mejilla. Sonrió y se colgó a mi cuello bastante agradecido. —Te quiero Emi, gracias por ser tan buena conmigo. Se sintió bien y doloroso a la vez. Lo apreté más a mí, necesitaba sentirlo de ésa manera, urgía a mi corazón una dosis de su ternura. El nudo se atoró en mi garganta, las emociones colapsaron dejándome transida al tiempo que retrospectiva. Debí huir cuando pude, al menos debí intentarlo y no optar por quedarme con la incertidumbre de lo que pudo ser. Ya era demasiado tarde; sólo el retorno de Max podía cambiar el desenlace sombrío que se palpaba en esa ca
5 años después…—La señora Copperfield ha ordenado que sirvas la cena.—¿Qué? Eso debe hacerlo Emma, ya yo acabé mi turno.En mi boca se formó una perfecta “O”.—Quiere que tú lo hagas —continuó sin mirarme. Fruncí el ceño. —¿Qué sucede Rebeka? ¿Qué, ha enfermado Emma y Ava sigue indispuesta? —quise saber rodando los ojos.No me apetecía verle la cara a esos dos, en realidad nunca. —Emireth…Dos toques secos en la puerta la interrumpieron. —Emireth ¿Estás ahí? —preguntó Emma. Miré mal a Rebeka, aunque no tuviese la culpa de que la bruja hubiera ordenado que sirviera la cena. Los últimos años me había limitado a hacer todo lo que decían, así evitaba problemas y nada en vano. Continué estando con Matthew, pero menos que antes; cuando Marie iba al tonto spa, a las tertulias con sus amigas, entonces aprovechaba de llevarlo al lago. Mi niño estaba creciendo, ya tenía diez años y me alegraba verlo feliz.Era tan travieso a veces. Sin duda la copia de su padre. —¡Sólo quedan veinte mi