Cerré la laptop, fatigada mentalmente. Ordené dentro de dos carpetas cada una de las cartas de renuncia y alisté mi ropa para el día siguiente. Me entristecía abandonar mis dos empleos, pero acababa de aceptar una oferta perfecta para darle una mejor vida a Levi; y no iba a desperdiciarla. A las siete y media de la mañana del otro día, yacía abordando el taxi de siempre para ir al despacho. Le había dejado como era de costumbre, el desayuno a mi hermano, y podía irme tranquilamente a renunciar. Llegué a mi destino con la frente en alto. Me arreglé la blusa y la falda nueva que Levi me compró y aferré mi bolso al hombro con la carpeta. Cuando puse un pie dentro, un escalofrío me recorrió el cuerpo; pero no porque estaba a punto de mandar al demonio a todos los que trabajaban ahí, sino porque me crucé frente a frente con el maldito y arrogante junior irritante. Él esperaba, como parecía ser su personalidad, ansioso y molesto a que alguien se dignara a abrirle la puerta corrediza. Co
—Toma, quédate con el cambio, muchas gracias—me dijo la chica, dejándome más de cien dólares extra. La observé salir a confrontarlo y luego regresé a la cocina, quedándome con su obsequio. La verdad es que ese chico, casi hombre, porque era muy joven, quizá unos años mayor que yo, se me hizo conocido; como si lo hubiese visto en alguna parte; pero lo peor era que sentía que tenía un leve parecido a William Flynn, el irritante junior. Sacudí esa idea de mi mente y terminé el trabajo a las seis de la tarde. En casa, Levi me recibió con una cena hecha por él y pastel de chocolate, mi favorito, festejando que por fin había mandado al diablo mis trabajos. Aunque hubiera preferido que fuese por haber conseguido uno mejor, pero no objeté nada. Cenamos y festejamos alegremente con Dominic. A su amigo le regalé los cupones que recibí en la pizzería con un buen descuento por su gratitud hacia mi hermano y se le iluminó el rostro. —Ya tenemos comida a mitad de precio por dos meses—cantur
Me quedé un enorme rato estupefacta, viendo la puerta por donde mi futuro patrocinador de dinero se había marchado y me obligué a reaccionar cuando los gritos de una mujer me sobresaltaron de repente. Volví el rostro hacia un costado y divisé a una señora de entrada en los cincuenta años, con el rostro desagradable, gritándole al pobre chico, es decir, al dependiente de la farmacia con desprecio.—Te atreviste a venderle anticonceptivos sin una receta médica, ¿acaso estás loco? ¡El protocolo dice que sin receta no se le surte! —vociferó y el chico se encogió detrás de la caja registradora. Él debía tener alrededor de diecinueve años cuanto mucho y se le notaba a simple vista su inexperiencia. Impasible, tuve que salir de la farmacia sintiéndome mal por el pobre chico, ¿Qué culpa tenía, si de seguro nadie se lo explicó antes? Pero la verdad es que, si yo hubiera estado en su lugar y Barnaby Flynn me gritase de esa manera, me habría desmayado o bien, si hubiera tenido suerte, me habrí
Me hubiera gustado seguir despotricando a mi antojo, pero ese susurro de perdón me obligó a cerrar la boca y quedarme inmóvil.—Perdóname, Tessa. Es que has cuidado de mí desde que nací y verte en apuros hace que mi instinto de hermano sobrepase los límites. Ahora más que nada entiendo cuando te preocupas mucho por todo lo que puede pasarme si no tengo precaución en mis acciones, así que lo siento, ¿de acuerdo? Debí sentarme contigo para que recuperes las fuerzas para continuar. Sé que es importante para ti recuperar tú antiguo yo, y quiero que sepas que te apoyo totalmente—hizo una pausa para recuperar el aliento—ese trabajo debe ser fantástico porque te veo emocionada. Amo verte así. Desde hace tiempo no te miraba de esa manera y quiero hacer lo posible por mantener esa bella sonrisa en tu rostro por siempre.Abrumada por las lágrimas y mi sentimentalismo, salté de la cama y corrí a abrirle la puerta. Le eché los brazos al cuello a mi pequeño hermano y nos abrazamos fuerte.—Te amo
—Barnaby—contestó Keith con serenidad. Me tensé—no del todo, Tessa. Él es muy humilde y piensa en los demás, aunque no lo aparente. Tiene el carácter fuerte porque sus padres se hicieron cargo de eso, pero te aseguro que es un buen muchacho, lo contrario a su primo. William es el demonio encarnado.Pretendí estar lo más tranquila posible tras escuchar esa información. En primer lugar, no iba a tener contacto con ninguno de los dos, y en segundo, una vez teniendo a su hijo, cogería mis maletas y huiría lejos. Todo estaba perfectamente planeado.—Tessa.Lo miré con incertidumbre. Acabábamos de llegar a una clínica particular, especialmente para personas con gran estatus económico.—Solo tienes que darle un hijo, nada más—me dijo Keith antes de salir del coche.—Sí, solo un hijo, nada más—repetí, con repugnancia.A continuación, dentro de la clínica, noté que estaba algo desértica. Había una que otra persona adinerada hablando por teléfono o esperando en las impecables sillas acojinadas
—Debió haberse marchado y seguí bebiendo sola—lo excusé, aunque tenía planeado confrontarlo al día siguiente. Levi me soltó y aproveché a recoger la botella y los vasos del suelo.—¿Qué diablo es esto? —¿Qué cosa? —pregunté, distraída.—¿Análisis de sangre de Tessa Morgan? —preguntó con perplejidad y todo rastro de alcohol abandonó mi cuerpo— ¿Qué es esto, Tessa? ¿Para qué te mandaste a hacer estudios? ¿Estás bien?Había olvidado lo paranoico e histérico que solía ponerse por cosas tan insignificantes, me tomé el tiempo de llevar la botella y los vasos hasta la cocina y regresar a hablar con él.—Era un requisito para mi empleo, Levi, no te preocupes. —¿En serio? —eso pareció tranquilizarlo.—Sí—le quité la hoja de la mano y la doblé en cuatro—así como en las escuelas piden un certificado médico, también ocurre en los trabajos para cerciorarse que la persona cumpla con buena salud. —Lo siento, es que pensé que te sentías mal y …—Calma, calma, no pasa. Es por eso que bebí. Porque g
Barnaby Arthur Flynn, de pie, frente a mí, en la puerta de mi humilde casa. Vestido pulcramente con su traje sastre color azul rey, camisa color palo de rosa y su corbata negra, haciendo juego con sus lustrosos zapatos. Estaba en una pose que probablemente lo caracterizaba como impaciente; una mano dentro de su bolsillo del pantalón y la otra en su barbilla. Y… Me miraba. Me miraba con sus penetrantes y fríos ojos verdes aceitunados, probablemente evaluando mi aspecto.—¿Tessa Morgan? —preguntó, elevando una ceja en mi dirección. —Sí—fue lo único que logré decir. Dios. Su presencia parecía eclipsar todo a mi alrededor; por lo que me obligué a mantener la cordura.—Definitivamente el cambio de look te va a beneficiar—añadió sin escrúpulos.—¿Disculpa? —fruncí el ceño. Se estaba pasando de la raya muy pronto y enseguida recordé su semblante ensombrecido en la farmacia y me estremecí. Más me valía no conocer esa faceta pronto.—¿Puedo pasar? —interrogó, mirando por encima de mí. Era
Seguimos en aquella posición hasta que llegamos al piso 52. Serena y su novio fueron los primeros en salir del ascensor y después nosotros. Se despidieron cortésmente y se encaminaron al restaurante, mientras que yo, nerviosa y horrorizada, apenas podía caminar por la impresión. Dejé que Barnaby se adelantara unos pasos y me recargué en una columna para respirar. Agarré mi frente y sacudí la cabeza.—Tengo que salir de aquí—dije y noté que había comenzado a sudar frío. ¿Cómo que su maldita novia? ¿A qué estaba jugando?—¿Te sientes bien? Él se acercó a mí y me agarró del hombro, pero rechacé su tacto.—No sé a qué estás jugando, pero yo no deseo participar. Me largo a casa—sisé.—Te advertí que en la cena hablaríamos, ahora vamos—espetó con rudeza. Había vuelto a cambiar de humor y yo no iba a permitir que me tratara como un zapato viejo.—No tengo por qué seguir tus malditas órdenes, Flynn. Déjame en paz. Solo sigamos con el trato y listo. Todos felices.—Vamos a cenar, ahora—repit