—Barnaby—contestó Keith con serenidad. Me tensé—no del todo, Tessa. Él es muy humilde y piensa en los demás, aunque no lo aparente. Tiene el carácter fuerte porque sus padres se hicieron cargo de eso, pero te aseguro que es un buen muchacho, lo contrario a su primo. William es el demonio encarnado.Pretendí estar lo más tranquila posible tras escuchar esa información. En primer lugar, no iba a tener contacto con ninguno de los dos, y en segundo, una vez teniendo a su hijo, cogería mis maletas y huiría lejos. Todo estaba perfectamente planeado.—Tessa.Lo miré con incertidumbre. Acabábamos de llegar a una clínica particular, especialmente para personas con gran estatus económico.—Solo tienes que darle un hijo, nada más—me dijo Keith antes de salir del coche.—Sí, solo un hijo, nada más—repetí, con repugnancia.A continuación, dentro de la clínica, noté que estaba algo desértica. Había una que otra persona adinerada hablando por teléfono o esperando en las impecables sillas acojinadas
—Debió haberse marchado y seguí bebiendo sola—lo excusé, aunque tenía planeado confrontarlo al día siguiente. Levi me soltó y aproveché a recoger la botella y los vasos del suelo.—¿Qué diablo es esto? —¿Qué cosa? —pregunté, distraída.—¿Análisis de sangre de Tessa Morgan? —preguntó con perplejidad y todo rastro de alcohol abandonó mi cuerpo— ¿Qué es esto, Tessa? ¿Para qué te mandaste a hacer estudios? ¿Estás bien?Había olvidado lo paranoico e histérico que solía ponerse por cosas tan insignificantes, me tomé el tiempo de llevar la botella y los vasos hasta la cocina y regresar a hablar con él.—Era un requisito para mi empleo, Levi, no te preocupes. —¿En serio? —eso pareció tranquilizarlo.—Sí—le quité la hoja de la mano y la doblé en cuatro—así como en las escuelas piden un certificado médico, también ocurre en los trabajos para cerciorarse que la persona cumpla con buena salud. —Lo siento, es que pensé que te sentías mal y …—Calma, calma, no pasa. Es por eso que bebí. Porque g
Barnaby Arthur Flynn, de pie, frente a mí, en la puerta de mi humilde casa. Vestido pulcramente con su traje sastre color azul rey, camisa color palo de rosa y su corbata negra, haciendo juego con sus lustrosos zapatos. Estaba en una pose que probablemente lo caracterizaba como impaciente; una mano dentro de su bolsillo del pantalón y la otra en su barbilla. Y… Me miraba. Me miraba con sus penetrantes y fríos ojos verdes aceitunados, probablemente evaluando mi aspecto.—¿Tessa Morgan? —preguntó, elevando una ceja en mi dirección. —Sí—fue lo único que logré decir. Dios. Su presencia parecía eclipsar todo a mi alrededor; por lo que me obligué a mantener la cordura.—Definitivamente el cambio de look te va a beneficiar—añadió sin escrúpulos.—¿Disculpa? —fruncí el ceño. Se estaba pasando de la raya muy pronto y enseguida recordé su semblante ensombrecido en la farmacia y me estremecí. Más me valía no conocer esa faceta pronto.—¿Puedo pasar? —interrogó, mirando por encima de mí. Era
Seguimos en aquella posición hasta que llegamos al piso 52. Serena y su novio fueron los primeros en salir del ascensor y después nosotros. Se despidieron cortésmente y se encaminaron al restaurante, mientras que yo, nerviosa y horrorizada, apenas podía caminar por la impresión. Dejé que Barnaby se adelantara unos pasos y me recargué en una columna para respirar. Agarré mi frente y sacudí la cabeza.—Tengo que salir de aquí—dije y noté que había comenzado a sudar frío. ¿Cómo que su maldita novia? ¿A qué estaba jugando?—¿Te sientes bien? Él se acercó a mí y me agarró del hombro, pero rechacé su tacto.—No sé a qué estás jugando, pero yo no deseo participar. Me largo a casa—sisé.—Te advertí que en la cena hablaríamos, ahora vamos—espetó con rudeza. Había vuelto a cambiar de humor y yo no iba a permitir que me tratara como un zapato viejo.—No tengo por qué seguir tus malditas órdenes, Flynn. Déjame en paz. Solo sigamos con el trato y listo. Todos felices.—Vamos a cenar, ahora—repit
En vez de decirle algo al respecto, pasé por su lado, dirigiéndome hacia la puerta, con la intención de marcharme. Nuestra conversación había concluido y no podía perder más el tiempo.Empero, sentí su mano sobre mi antebrazo, deteniéndome abruptamente. Volví la cabeza para verlo y fruncí el ceño. Él me miraba de hito en hito, calculando el terreno.—Quítame la mano de encima—ladré y traté de zafarme, pero fue imposible. —Nunca me han dicho que no—me informó con voz oscura y autoritaria, pretendiendo intimidarme—y tú, tonta niña ingenua, no serás la maldita excepción.Algo en sus ojos cambió. Su temperamento estaba comenzando a salir en su máximo esplendor y enseguida recordé el episodio de la farmacia y las palabras de Keith. Barnaby era un hombre impulsivo y temperamental, no tanto como su primo, pero lo era. Y yo no estaba en condiciones de poder defenderme si en caso me atacaba físicamente.—¡Saluda a tu primera vez!—exclamé, al tiempo que me las ingeniaba para apartar su mano
—Así que se tendrá que ir antes de lo previsto—dijo Levi con voz algo elevada, mirándome. Salí del ensimismamiento y le devolví la mirada, pero no dije nada. Dejé que Flynn se hiciera cargo.—Exactamente. Necesita capacitación y adiestramiento para comenzar pronto. —Comprendo. Aunque es difícil tener que dejarla ir antes de lo acordado, pero está bien. Confío en que usted la cuidará bien—acotó Levi por fin. No lo noté histérico, sino todo lo contrario. Ante su comentario final, Barnaby Flynn sonrió en mi dirección. Me guiñó el ojo, estando orgulloso de su actuación y puse los ojos en blanco, ignorando su gesto de manipulación. Bebió su taza de café y a continuación se levantó, alisando su traje. —Bien, ya debo irme. Es muy tarde, espero contar con su total cooperación—miró a mi hermano y este asintió.—Te acompañaré a la puerta—dije con amabilidad excesiva y Flynn alzó las cejas.Llegamos a la puerta y la abrí. —Gracias—agradecí.—Todavía no lo agradezcas. Mañana vendré por ti par
Pasaron los segundos y Flynn se había recargado en el respaldo con la vista fija a la calle. Y me pregunté qué estaría ocurriendo en su cabeza en ese preciso instante. Tenía un aire triste, taciturno y sin ganas de existir. ¿Cómo era posible que tuviera ese aire tan deprimente siendo un joven con una fortuna de por medio, casi a punto de heredar una mina de oro? Tenía todo lo que quería. A veces las personas con todo el dinero del mundo son menos felices que las que no tienen nada, ya que la felicidad no se basa en la cantidad del dinero, sino en saber ser feliz con lo poco que posees y darle la importancia a los momentos hermosos de la vida.—¿Podrías dejar de mirarme? Es de mala educación que una mujer se le quede viendo a un hombre de esa manera—espetó sin mirarme.—No te estoy mirando—gruñí y aparté la mirada con un poco de rubor en las mejillas. —Sucede que no te culpo. Es normal—ahogó una pequeña risa burlona y por fin se dignó a posar sus ojos en mí con altanería y desdén—to
Quise levantarme, pero las manos de Katrina sobre mis hombros me mantuvieron sentada.—¿Qué es lo que me harán? —cuestioné.—Te teñimos el cabello de rubio cenizo—comenzó a enumerar con sus dedos—te lo cortaremos por encima de los hombros con un flequillo recto, te pondremos un buen exfoliante en la piel, hidratando lo mejor posible tu cutis, en especial el de tu rostro, también manicura y pedicura. Arreglaremos todas tus uñas de arriba y abajo. Y por supuesto, le daremos forma a tus cejas—se inclinó un poco y cogió una de mis piernas en alto para verificarla de cerca—estupendo, estás depilada perfectamente, algo menos que hacer—bromeó. Y me sentí aliviada.—En resumen, vamos a pulir y a sacar a relucir tu verdadera belleza—concluyó una de las ayudantes con una sonrisa amigable. —No temas, nosotras somos las mejores haciendo bellas a las mujeres—acotó Katrina y solo me estremecí. A decir verdad, con su explicación y objetivos por realizar en mí, me emocioné. Es decir, no todos los