Seguimos en aquella posición hasta que llegamos al piso 52. Serena y su novio fueron los primeros en salir del ascensor y después nosotros. Se despidieron cortésmente y se encaminaron al restaurante, mientras que yo, nerviosa y horrorizada, apenas podía caminar por la impresión. Dejé que Barnaby se adelantara unos pasos y me recargué en una columna para respirar. Agarré mi frente y sacudí la cabeza.—Tengo que salir de aquí—dije y noté que había comenzado a sudar frío. ¿Cómo que su maldita novia? ¿A qué estaba jugando?—¿Te sientes bien? Él se acercó a mí y me agarró del hombro, pero rechacé su tacto.—No sé a qué estás jugando, pero yo no deseo participar. Me largo a casa—sisé.—Te advertí que en la cena hablaríamos, ahora vamos—espetó con rudeza. Había vuelto a cambiar de humor y yo no iba a permitir que me tratara como un zapato viejo.—No tengo por qué seguir tus malditas órdenes, Flynn. Déjame en paz. Solo sigamos con el trato y listo. Todos felices.—Vamos a cenar, ahora—repit
En vez de decirle algo al respecto, pasé por su lado, dirigiéndome hacia la puerta, con la intención de marcharme. Nuestra conversación había concluido y no podía perder más el tiempo.Empero, sentí su mano sobre mi antebrazo, deteniéndome abruptamente. Volví la cabeza para verlo y fruncí el ceño. Él me miraba de hito en hito, calculando el terreno.—Quítame la mano de encima—ladré y traté de zafarme, pero fue imposible. —Nunca me han dicho que no—me informó con voz oscura y autoritaria, pretendiendo intimidarme—y tú, tonta niña ingenua, no serás la maldita excepción.Algo en sus ojos cambió. Su temperamento estaba comenzando a salir en su máximo esplendor y enseguida recordé el episodio de la farmacia y las palabras de Keith. Barnaby era un hombre impulsivo y temperamental, no tanto como su primo, pero lo era. Y yo no estaba en condiciones de poder defenderme si en caso me atacaba físicamente.—¡Saluda a tu primera vez!—exclamé, al tiempo que me las ingeniaba para apartar su mano
—Así que se tendrá que ir antes de lo previsto—dijo Levi con voz algo elevada, mirándome. Salí del ensimismamiento y le devolví la mirada, pero no dije nada. Dejé que Flynn se hiciera cargo.—Exactamente. Necesita capacitación y adiestramiento para comenzar pronto. —Comprendo. Aunque es difícil tener que dejarla ir antes de lo acordado, pero está bien. Confío en que usted la cuidará bien—acotó Levi por fin. No lo noté histérico, sino todo lo contrario. Ante su comentario final, Barnaby Flynn sonrió en mi dirección. Me guiñó el ojo, estando orgulloso de su actuación y puse los ojos en blanco, ignorando su gesto de manipulación. Bebió su taza de café y a continuación se levantó, alisando su traje. —Bien, ya debo irme. Es muy tarde, espero contar con su total cooperación—miró a mi hermano y este asintió.—Te acompañaré a la puerta—dije con amabilidad excesiva y Flynn alzó las cejas.Llegamos a la puerta y la abrí. —Gracias—agradecí.—Todavía no lo agradezcas. Mañana vendré por ti par
Pasaron los segundos y Flynn se había recargado en el respaldo con la vista fija a la calle. Y me pregunté qué estaría ocurriendo en su cabeza en ese preciso instante. Tenía un aire triste, taciturno y sin ganas de existir. ¿Cómo era posible que tuviera ese aire tan deprimente siendo un joven con una fortuna de por medio, casi a punto de heredar una mina de oro? Tenía todo lo que quería. A veces las personas con todo el dinero del mundo son menos felices que las que no tienen nada, ya que la felicidad no se basa en la cantidad del dinero, sino en saber ser feliz con lo poco que posees y darle la importancia a los momentos hermosos de la vida.—¿Podrías dejar de mirarme? Es de mala educación que una mujer se le quede viendo a un hombre de esa manera—espetó sin mirarme.—No te estoy mirando—gruñí y aparté la mirada con un poco de rubor en las mejillas. —Sucede que no te culpo. Es normal—ahogó una pequeña risa burlona y por fin se dignó a posar sus ojos en mí con altanería y desdén—to
Quise levantarme, pero las manos de Katrina sobre mis hombros me mantuvieron sentada.—¿Qué es lo que me harán? —cuestioné.—Te teñimos el cabello de rubio cenizo—comenzó a enumerar con sus dedos—te lo cortaremos por encima de los hombros con un flequillo recto, te pondremos un buen exfoliante en la piel, hidratando lo mejor posible tu cutis, en especial el de tu rostro, también manicura y pedicura. Arreglaremos todas tus uñas de arriba y abajo. Y por supuesto, le daremos forma a tus cejas—se inclinó un poco y cogió una de mis piernas en alto para verificarla de cerca—estupendo, estás depilada perfectamente, algo menos que hacer—bromeó. Y me sentí aliviada.—En resumen, vamos a pulir y a sacar a relucir tu verdadera belleza—concluyó una de las ayudantes con una sonrisa amigable. —No temas, nosotras somos las mejores haciendo bellas a las mujeres—acotó Katrina y solo me estremecí. A decir verdad, con su explicación y objetivos por realizar en mí, me emocioné. Es decir, no todos los
Apreté los labios, y desvié la mirada hacia la puerta de mi casa. En silencio, abrí la puerta del vehículo y bajé con aire taciturno. ¿Cómo podría mentirle nuevamente a Levi? Si él se enteraba de lo que yo estaba a punto de hacer, iba a decepcionarse de mí y tal vez me odiaría. Eran decisiones que no estaban en mi poder redimir, sino afrontarlas. Me pasé una mano por el cabello mientras caminaba hacia la puerta con la llave en las manos. Sentía la mirada de Barnaby desde el interior del coche, pero no me volví. Lo único que quería era pasar los pocos días que me faltaban antes de ponerme una soga imaginaria al cuello y destruir mi vida para siempre. Pero como si el destino quisiera rematar más mi día de mierda, vi a Dominic acercarse por la acera con los audífonos puestos, con la intención, por supuesto, de visitarnos.Petrificada, apresuré a abrir la puerta y entonces el chico posó sus ojos en mí. Por instante se quedó quieto, con la boca abierta, mirándome con perplejidad. Se le
Tomé mi bolso de la entrada y subí. En vez de cambiarme, conecté enseguida mi teléfono y cerré la puerta con un pestillo. Me desvestí y me miré frente al espejo. Era una chica totalmente distinta. Incluso podría hacerme pasar con facilidad por la esposa perfecta de Flynn sin necesidad de abrir la boca. Con solo sonreír. Busqué mi ropa de casa y amarré cuidadosamente mi cabello rubio en una coleta antes de sentarme con las piernas en posición de loto sobre la cama y marcarle a Keith con el teléfono enchufado. No tenía ganas de ir a buscarlo más tarde. Me respondió rápidamente y suspiré.—Te voy a matar—sisé.—Con eso asumo que Barnaby ya te comentó lo del matrimonio.—¿Cuándo planeabas decírmelo? —escupí, alterada. No soportaba que Keith hiciera de las suyas sin mi consentimiento.—Intenté decírtelo, el día que te embriagaste de champán. Pero no pude, te vi tan feliz que pensé que no era buena idea hacerlo.—¡Eres un timador! Sabías bien que me echaría rotundamente hacia atrás. Solo
Dios. Y de pronto caí en cuenta de que en la cena de compromiso tenía que ver a William Flynn cara a cara y temí que me reconociera. Tragué saliva y sentí que mi estómago comenzaba a retorcerse.—Voy a tener que beberme una maldita copa de whisky antes de conocer a esa familia tan repugnante.—Mejor dos.Cuando se fue, me desplomé en el sofá, asimilando la nueva información y mandato de Keith. ¿Tenía en serio que besarlo? ¿Besar a ese atractivo hombre irritable? Masajeé mis sienes y decidí retomar el aseo para mantener ocupada mi mente y no divagar en lo que pasaría en el momento de darle un beso. Tal vez todo era mentira y Keith simplemente quería asustarme. Barnaby había dejado en claro que ni siquiera me miraba atractiva, así que dudaba mucho que el beso fingido fuera necesario. A no ser que su familia tuviera sus sospechas sobre la farsa... Dios. Mis manos comenzaron a temblar y tuve que serenarme. No iba a dejar que ese pensamiento me torturara de manera asfixiante. No era mi