Capitulo 3
Me encontraba acostada en la cama del hospital, hojeando mi teléfono, cuando de repente, recibí un video de Victoria.

Las imágenes mostraban su "rescate" tras el secuestro, estaba al lado de Alexander y Elías, recibiendo la atención amorosa de los dos Alfas que revoloteaban de forma protectora a su alrededor, escudándola de cualquier peligro potencial. Incluso le ofrecieron las hierbas curativas más preciadas de la manada para restaurar su fuerza.

Ella acunaba su vientre de siete meses de embarazo mientras observaba a los gemelos con adoración. —Gracias, queridos hermanos. Siempre llegan justo a tiempo cuando el peligro me acecha.

Los otros lobos alrededor la miraban con envidia.

—Diosa, ¿por qué no tengo hermanos como esos?

—Victoria es tan afortunada de tener a los gemelos Alfa consintiéndola así.

No obstante, los lobos más inteligentes plantearon preguntas.

—¿Por qué no están presentes las Lunas de los Alfas? Escuché que la Luna Aria fue emboscada por unos lobos renegados. ¿Por qué el Alexander no fue a salvarla?

Sus preocupaciones fueron rápidamente enterradas bajo una avalancha de comentarios de admiración.

Justo entonces, mi hermana Aurora recibió el mismo video de parte de Victoria.

Su voz fue completamente plana cuando dijo, —Aria, no sé por qué, pero ver esto ya no me provoca ningún tipo de sobresalto, a pesar de que nuestros maridos están detrás de otra mujer. Si están tan ansiosos por estar con ella, concedámosles su deseo.

Tomé una respiración profunda. —Tienes razón. Ya no tienen nada que ver con nosotras. Voy a contactar al Consejo Alfa ahora mismo, para disolver nuestros vínculos como compañeros. No puedo soportar un minuto más de esto, hermana.

El Consejo Alfa fue notablemente eficiente, nos respondieron en un día, enviándonos las solicitudes formales para disolver los vínculos como compañeros.

Le pedí al Consejo que le entregara esas formas de disolución a Alexander y Elías, pero pasaron dos días sin que obtuviésemos ninguna respuesta de ellos.

Eso me hizo sentir un dolor tan profundo que fue como ser cortada con un cuchillo romo, fui la primera en perder la paciencia y le envié un mensaje a Alexander, a través de nuestro vínculo que se desvanecía. —¿Has visto los papeles para disolver el vínculo de compañeros?

Al ver que no contestaba, insistí. —Respóndeme.

Lo que recibí de su parte fue otra llamada llena de acusaciones e insultos. —¿No has causado suficiente drama ya? Déjame decirte que si sigues actuando así, no voy a querer regresar a la casa de la manada. Deja de contactarme solo para probar mi paciencia.

Solo pude responder con silencio.

¿Cómo era posible que no hubiese notado el lado absurdamente narcisista de Alexander, antes?

Estaba a punto de explicarle mis intenciones cuando la voz dulzona de Victoria se filtró a través de la llamada. —Alex, cariño, ¿qué estás haciendo? La cena está lista. Elías y yo hemos estado esperándote.

Alexander se apresuró a subir a un balcón, pensando que eso amortiguaría la conexión.

No pude evitar burlarme de él. —No es de extrañar que no tengas tiempo para ocuparte de nuestros asuntos. Estás demasiado ocupado entreteniendo a tu querida "hermana".

Alexander saltó como un lobo con la cola atrapada en una trampa. —Aria, ¿qué te pasa? ¿Esto nunca terminará? Victoria está embarazada de un cachorro y necesita cuidados, solo estoy ayudándola. Además, a diferencia de ti, ella no sabe cocinar.

Al mencionar la palabra cachorro, mi compostura se desmoronó al instante.

—¿Cachorro? ¿Te atreves a hablar de cuidar al cachorro de alguien más, cuando no te preocupaste por el tuyo? ¿Alguna vez te preocupaste por mí? ¿Alguna vez te preocupaste por tu propio hijo?

El tono de Alexander se volvió cada vez más hostil. —Esto es ridículo...

Victoria eligió ese momento para intervenir con una sonrisa maliciosa. —Cuñada, ambas estamos embarazadas y te entiendo. Las hormonas del embarazo pueden afectar mucho a personas emocionalmente inestables. Madres con la bendición que tengo yo de ser estable, son raras, pero no te pongas triste. Después de todo, todo es por los cachorros, ¿verdad?

Cada palabra que dijo fue como una cuchilla que me perforó el corazón. Perdí completamente mi fuerza, la herida en mi estómago ardía por el dolor mientras mi respiración se volvía irregular.

Por su parte, Alexander estuvo de acuerdo con ella. —No te preocupes por ella. Vicky, tu salud es lo más importante. Siempre que necesites algo, estaré aquí para ti.

Al escuchar eso, no pude respirar, las lágrimas resbalaron por mis mejillas; nunca se había preocupado verdaderamente por mí. En nuestros dos años como compañeros, ¿qué signifiqué yo para él? No fui más que un perro desechable, que podía ignorar a su antojo.

Antes de que pudiera decir algo más, Alexander cortó la llamada, por lo que el dolor me envolvió como una inundación, y me derrumbé llorando.

Aurora se apresuró a abrazarme, consolándome. —Aria, cariño, no desperdicies tus lágrimas en semejante basura. Tal vez, tu bebé entendió que no era el momento adecuado para venir a este mundo, quizás entendió qué padre tan poco fiable habría tenido.

—No importa si nos ignoran. Iremos directamente al Consejo Alfa y expondremos su comportamiento. Pediremos una disolución forzada del vínculo como compañeros.
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