Capitulo 2
Aurora y yo yacíamos lado a lado en una habitación del hospital de la manada. La habitación estaba envuelta en un pesado silencio. Ella debió haber escuchado la furiosa diatriba de Alexander.

Mi hermana luchó por sentarse, luego extendió su mano para agarrar la mía. Su rostro, que una vez había sido tan vibrante y saludable, ahora estaba tan pálido como la luz de la luna, desprovisto de todo color por la intoxicación con la plata.

Las crueles palabras de Alexander habían traído nuevas lágrimas a sus ojos, y cayeron sobre la parte posterior de mi mano mientras susurraba. —Si tan solo no nos hubiéramos emparejado con los gemelos Alfa.

Ella estaba preocupada por mí, pero yo me sentía más inquieta por ella. Unos días atrás, había sido la hembra Beta más prometedora de la manada, destinada a unirse a las filas de los guerreros élite. Ahora, debido a esa intoxicación con la plata que le impedía transformarse, sería relegada al estatus de Omega.

Abrí la boca para consolarla cuando recibió una llamada de su compañero.

—Mi hermano dice que Aria quiere terminar el embarazo. ¿La incitaste a hacer eso? ¿Podrían dejar de ser tan histéricas por un día? —La voz de Elías crujió a través del altavoz—. Ayer te dije que estaba rastreando a los lobos que secuestraron a Vicky, es algo muy importante, por eso te dije que no me molestaras con llamadas innecesarias. ¿Acaso eres sorda?

—No sé por qué nos emparejamos con ustedes dos en primer lugar. Siempre están conspirando juntas, amenazándonos con el divorcio o terminar. ¿A quién creen que están tratando de asustar? Si quieren irse, entonces váyanse. Nadie les va a rogar que se queden.

La llamada terminó abruptamente.

Aurora simplemente sacudió su cabeza y se encogió de hombros ante mí, intentando parecer indiferente, pero sus ojos se llenaron de lágrimas de nuevo.

Apreté su fría mano y dije. —No te preocupes. Estamos vivas y eso es lo que importa. Tal vez, no estábamos destinados a estar juntos, así que la Diosa Luna nos está mostrando que debemos separarnos.

—Descansemos por ahora, cuando estemos más fuertes, nos iremos. ¿Te parece bien?

Aurora apenas logró decir una simple palabra. —Bien.

Finalmente, incapaz de contener las lágrimas por más tiempo, comenzaron a caer en grandes gotas de sus ojos. Se desplomó contra mi hombro, y nos abrazamos, llorando de forma incontrolable. El miedo, la ira y el dolor en nuestro corazón —emociones que habíamos estado reprimiendo durante demasiado tiempo—, finalmente se liberaron. Habíamos pensado que habíamos encontrado a nuestros compañeros destinados, pero en su lugar, solo conseguimos miseria.

Recordé cuando me empareje con Alexander; toda la manada envidiaba el hecho de que mi hermana Aurora y yo, nos habíamos unido a los gemelos Alfa.

—Dos hermanas emparejadas con dos hermanos, es la mayor bendición de la Diosa Luna —decían—. La unión perfecta para fortalecer las líneas de sangre de la manada.

Seguí recordando el día en que Alexander realizó la ceremonia de unión. En hecho de que sus ojos brillaban con lo que creí que era amor, mientras me marcaba. Elías veía a Aurora con la misma devoción, por lo que creímos que los gemelos Alfa nos protegerían para siempre.

Pero la burbuja de felicidad estalló tres meses atrás, cuando Victoria, la hermanastra de los gemelos, rompió su vínculo con su compañero. Alexander comenzó a ignorar mis llamadas y pasaba todas las noches patrullando las fronteras. Elías era aún peor; bebía mucho cada noche y asistía a interminables reuniones de la manada, sin Aurora.

Fue entonces cuando mi hermana y yo nos dimos cuenta de la verdad: nuestras uniones no habían sido más que la venganza de los gemelos contra Victoria.

Todas sus declaraciones de amor y las promesas que nos hicieron, no fueron nada más que acciones egoístas por parte de los gemelos. Decían que Victoria —solo era su hermanastra—, pero en realidad, era la única mujer a quien los gemelos realmente amaban.

Fue tan patético que Aurora y yo hubiésemos vivido en el engaño durante tanto tiempo.

En silencio, vimos cómo acogieron a su hermanastra nuevamente soltera, de vuelta en la casa de la manada, los gemelos se mostraron atentos y cariñosos con ella, en formas que nunca lo habían sido con nosotras.

Los dos poderosos Alfas descuidaron sus deberes con la manada, mi compañero incluso ignoró que estaba embarazada, no mostró ninguna preocupación por su heredero, porque ambos giraban alrededor de Victoria, como lunas alrededor de un planeta.

Durante tres meses, Aurora y yo técnicamente tuvimos compañeros. Sin embargo, no hubo sorpresas en ocasiones especiales, no hubo flores, ni romance. Estaban físicamente presentes, pero su amor no se mostraba de ninguna manera. Pasamos por alto lo obvio: su afecto había sido redirigido hacia otra parte, o tal vez, nunca hubo amor en absoluto.

La Diosa Luna debió haber estado riéndose de nuestra ingenuidad.

—El sanador dijo que la plata ha dañado permanentemente a mi lobo —susurró Aurora contra mi hombro—. Nunca podré transformarme de nuevo.

Acaricié suavemente su cabello. —Y yo nunca podré concebir de nuevo.

—Parece que ambas perdimos las partes más preciadas de nosotras mismas, por unos compañeros que no se lo merecen.
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