CAPÍTULO 5

CAPÍTULO 5.

Desilusión

Eliana

Al tratar de arreglar esa gaveta me doy cuenta de que Juan David dejó su alianza de matrimonio envuelta en una corbata color lila en el fondo de la misma. Justo esa corbata que Eliot le regaló en navidad y que él jamás ha usado.

Caí sentada en el piso mientras que un fuerte escalofrío recorrió mi cuerpo entero.

"Esto no puede ser posible" No, no debo pensar nada malo —llevo mis manos a la altura de mi cien—. No sé por qué estoy llorando ahora si se le pudo haber caído allí dentro sin darse cuenta.

¿O no?

Trato de sacudir mi mano con fuerza a ver si a mi también se me puede caer el anillo y no ocurre. La verdad no se que hacer, ni mucho menos que pensar. Termino de tirar todas esas corbatas.

Tiro la gaveta y lloro como idiota al pensar que me está engañando con otra mujer.

Después de pasar mi repentino ataque de pánico, comienzo a ordenar esa gaveta nuevamente y guardo el anillo donde mismo él lo dejó, debido a que tengo intenciones de investigar mas sobre este asunto antes de reclamarle algo, pienso que si me voy de lleno a reclamarle lo va a negar todo y me voy a quedar con la cabezota llena de dudas.

Luego de lo ocurrido vuelvo para meter la última carga en la lavadora mientras que mi mente se queda estancada en aquel momento, haciéndome mil y una preguntas al respecto.

¿Tendrá otra mujer? ¿Estará conociendo a alguien y no quiere que sepa acerca de su matrimonio? ¿Es por eso que finge estar tan ocupado en su trabajo y no viene a dormir a casa? ¿Será que planea dejarme?

Eran las preguntas que más hacían peso en mi cabeza en estos últimos minutos.

Estoy segura de que tiene a otra mujer, de no ser así no habría metido la excusa de que andaba con su jefe, cuando era yo quien pasó todo el día con él, pero tampoco es algo que pueda o quiera mencionarlo.

Llega mi hermana a traer a mi hijo y me ve un poco abrumada, con los ojos hinchados, señal de que había llorado la noche anterior.

Ella me conoce mejor que nadie y sabe que algo está pasando conmigo, pero no le doy detalles al respecto y trato de actuar como si nada a pesar de que Elsa es imposible de persuadir.

Comienza a interrogarme y me mira logrando que ni siquiera pueda eludir su acoso visual.

—¿Qué ocurre? ¿Tu noche perfecta no fue lo que esperabas? —me mira fijamente —.

—No estoy para burlas Elsa, ya deja de molestar. Gracias por cuidar de Eliot ¿Puedes irte? —trato de tirar la puerta y ella la frena metiendo el pie—.

—¿Me estás corriendo? ¿En serio a mi? ¿A tu hermana favorita? —se pone dramática—. ¿Qué culpa tengo yo de que tu inservible marido sea un precoz?

—Deja las burlas, Elsa —comento con la mirada gacha—. Además, tu no eres mi hermana favorita, te amo a ti tanto como a Elisa. Y él no es un precoz. Respétalo.

–Hay, si. Ya lo sé, somos las tres mosqueteras, bla, bla, bla. No vas a empezar con ese discursito de nuevo —vira sus ojos—. ¿Vas a contarme lo que sucedió? Estoy dispuesta a sacarte las palabras con cucharita. Sabes que es mi especialidad.

Pasa a la cocina, toma dos envases de helados y se sienta en mi sala con las piernas cruzadas como niño de preescolar.

—¿Qué cosa? —me hago la desentendida—.

—Lo patético que estuvo tu noche —responde haciendo mofas burlonas— Lo veo en tu cara. ¿No te hizo llegar? ¡No me digas que su amigo no se le levantó!

—¿Por qué todo lo que piensas tiene que ver con sexo? Pero no, fue algo peor que eso —siento que si no lo hablo con alguien voy a estallar— Juan no llegó a dormir anoche... Lo hizo de nuevo. Me dejó esperando otra vez. Es frustrante, tuve que mojarme las ganas en el alcohol.

¿Cómo se portó Eliot?

—Bien como siempre —abre sus ojos como platos y voltea a un lado tratando de disimular—. Mi sobrino es el mejor. Aunque anoche me hizo uno de sus berrinches y se fue a dormir tarde.

—Respecto a lo de tu marido, me parece que ya te lo he dicho demasiado. O sea no me gusta decir "te lo dije" pero si te lo dije Eli. Me cansé de decirte que él es muy poca cosa para ti, mereces algo mejor que ese pedazo de m****a que tienes de marido.

—En realidad si te gusta decir "Te lo dije" Elsa; Lo repites cada vez que tienes oportunidad —comento en forma de reclamo—.

—Pero es la verdad Eli, te dije que él no era lo que necesitabas en tu vida. ¡Déjalo ya! Ese hombre solo es un estorbo, tu todavía eres joven y bonita. Mereces salir, probar otros polvos que te dejen las piernas temblando.

—Quizás tienes razón y él no sea lo mejor para mí. O tal vez digo estas cosas porque estoy muy enojada.

—¿Hablaste con el?

—¿En que tiempo? Si apenas vino a ducharse, me hizo desayuno y se marchó.

—Pero mira, estamos hablando de un cachón atento —dice con ironía — Deberías pensar en abandonarlo y buscar algo que sea mejor para ti, no sé, o tener una aventura con algún desconocido, Eso... Algo muy cliché, pero funcional. Una noche de pasión y luego si te he visto no me acuerdo.

Comenta Elsa y ambas nos reímos de sus locuras.

—Quién quita que te saques toda esa amargura que tienes echándote una canita al aire —sonríe—. Él se lo merece por ser tan descuidado, mira que dejarte sola todas las noches ya me parece como demasiado, es un imbécil de lo peor.

—¿Una aventura a mi edad? No seas ridícula Elsa —sonrío nerviosa y la sonrisa de Fabio me llega a la mente.

—Los cuarenta son los nuevos veinte mi reina hermosa. Anímate —se burla ampliamente—.

—Ya dije que no. Y son cuarenta y tres, soy toda una señora, deja de molestar, tus consejos son los más inapropiados que he escuchado en mi vida.

—Piénsalo, hazlo sufrir. Está bien, si no quieres pegarle el cuerno no lo hagas. Pero revélate Eliana, sal de casa, llega al siguiente día no se... Has algo para que él se de cuenta de que te está perdiendo y se ponga pilas.

—Soy yo quien estoy perdiendo mi tiempo hablando de estas cosas contigo, Ya vete ¿si? Por favor

—Tampoco es que te estoy obligando a hablar ¿Eh? —responde enojada—.

—No voy a hacer tal cosa... ¿Con que fin? No tiene sentido hacerlo, de seguro no se daría ni cuenta de lo que estoy haciendo.

—Quizás para ti no tenga sentido ahora. Pero escucha Eli ese hombre esta sobre seguro contigo, sabe que puede hacer y deshacer a su antojo sin dar explicaciones porque tu siempre serás la tonta que va a estar ahí pese a cualquier cosa. Es por eso que ni se preocupa en disculparse contigo y no te da explicaciones de lo que hace, escucha, tienes que salir de tu zona de confort y mostrarle a ese infeliz que tu puedes controlar tu vida sola.

—¿Como haría eso? Elsa yo no... Hace mucho que no tomo siquiera una pequeña decisión por mi cuenta. Es raro, no sabría que hacer. ¿Que debo hacer ahora? —pregunto llorando exasperada por la situación—.

—Tú puedes, Eliana. Siempre has podido. Recupera las riendas de tu vida y alza tu vuelo… Esta noche habrá una reunión en casa de Ainara, ven con nosotros y diviértete, despeja la mente un rato. Estará Gerardo y Raúl, no te imaginas las miradas que te hecha ese ginecólogo. Deberías ir a hacerte un chequeo exhaustivo en casa de ese médico —se burla con sarcasmo—.

—Raúl tan solo es mi amigo. No me atrevería a nada con él, además tiene su consultorio —pregunto sin haber captado sus insinuaciones—, ¿Por qué me atendería en su casa?

—Hay que ver que tu si eres muy caída de la mata, reina. Ese hombre está que bota la baba por ti y tu perdiendo los mejores años de tu vida con ese pelele que tienes de marido.

—Estoy felizmente casada Elsa, deberías respetarlo. Tengo mis problemas con él, sí. Pero espero resolverlo pronto. Entiendo que Juan David no te cae bien, pero debes al menos respetar mi decisión.

—Casada si, Felizmente, lo dudo, hermanita. Ese hombre te ha echado a un lado durante años y tu eres la única ciega que no se da cuenta.

—Es por su trabajo —repliqué—.

—Entonces estará forjando una fortuna interminable porque ahora trabaja día y noche sin descanso.

—Si, al igual que tú.

—No me compares con ese pendejo —Dice en voz alta—

—Entonces no sigamos con esta conversación —le digo ya sintiendo un poco de rabia y no solo por sus palabras, sino por que sé que tiene razón en lo que está diciendo—.

—Piénsalo hermana, se que es duro para ti oír la verdad, pero ese hombre no te merece. Te tiene encerrada en una cajita de cristal cuando tu mereces ver el mundo con alguien que esté dispuesto a poner el mundo entero a tus pies.

Me dice Elsa y por un momento se me vino a la mente el recuerdo de aquel hombre en la boutique, su sonrisa y su mirada tan intensa y ese brillo en sus ojos al hablarme.

No sé porqué trato de odiarlo solo para complacer a Juan, cuando la verdad es que la paso muy bien cuando él l está cerca.

Echo un suspiro y se curva una ligera sonrisa en la comisura de mis labios.

—Te digo algo, esa hermosa sonrisa que tienes en tu rostro ahora mismo no lleva el apellido de tu esposo. Deberías considerar un poco mas al dueño de esos suspiros. Te llamaré por la tarde a ver si te animas a acompañarnos —dice interrumpiendo mis pensamientos—

La miro y es inútil tratar de negar lo que es cierto.

—De igual forma siempre nos reunimos los fines de semana por si quieres ir algún día a acompañarnos como en los viejos tiempos. Serás bienvenida hermana, No te preocupes por Eliot que los niños de Elisa estarán ahí para jugar y cuidar de él... Nunca es tarde para el arrepentimiento sabes. Debes botar lo que ya no te sirva, preciosa —Me da un beso en la mejilla—, Aunque te duela tienes que hacerlo.

Se marcha dejándome un sabor amargo en mi boca, y sus palabras haciéndome mucho ruido en la cabeza.

Juro que pensé en irme de fiesta con mis hermanas y amigos y dejar esperando a David esta noche para que sienta lo que yo sentí cada una de esas veces que me canceló los planes a último minuto o cuando simplemente no se interesó por llegar y compartir conmigo, pero jamás le haría algo así a ese hombre, no sería capaz de hacerlo sentir mal aunque quisiera, así yo sienta el alma rota.

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