CAPÍTULO 8

CAPÍTULO 8

Aceptando la realidad

Eliana

Esta noche Juan David llega temprano a casa (contando con que temprano para él sería a poco mas de las diez de la noche), mientras que su hijo ya dormía y yo estaba en la ducha, al salir me doy cuenta de que ese hombre ya estaba profundamente dormido.

Me acerco a inspeccionarlo y llevaba puesto el maldito anillo nuevamente.

«Bien, dejaré pasar la ocasión porque parece estar cansado, pero mañana deberá explicarme que diablos es lo que ocurre con él y ese relajo que tiene con su alianza de matrimonio"»

Una vez más me quedé dormida y al despertar bajo a la cocina y veo a Juan preparando el desayuno.

Parece que se le ha hecho costumbre, o es su manera de disipar el sentimiento de culpa de lo que sea que esté haciendo en la calle.

—Nena siéntate, preparé unos huevos revueltos y tocino, tu desayuno favorito, hay pan en la mesa, una ensalada de frutas y tu café con leche como te gusta.

—¿No vas a desayunar con nosotros?

—No cielo, se me hace tarde, pero disfrútalo —trata de darme un beso en mis labios y yo me aparto—, Ya le llevé el desayuno a mi pequeño campeón a su habitación, espera a que baje y acompañalo a tomar el transporte.

—Necesito que hablemos Juan David, es algo serio.

—Luego mi vida, tengo prisa —observo que aun tiene el anillo en su dedo y admito que sentí unas ganas de matarlo, ni Judas fue tan traicionero como él— Tengo un asuntos que atender —me dice descaradamente—. Ferrara tiene que firmar unos contratos hoy con unos socios a las afueras de la ciudad ¿Y adivina que? Yo debo ir con él. Llegaré tarde, no me esperes despierta.

—Es importante para mi hablar sobre esto Juan, quédate unos minutos y hablamos ahora mismo. Seré breve. Yo... Creo que ya no puedo seguir en esta situación. Necesito que te vayas de la casa. Juan David. Se acabó.

—Trataré de llegar temprano esta noche nena, esta vez lo haré —sube las escaleras—. No te prometo nada, pero haré el intento al menos. No pienses tantas cosas locas en mi ausencia amor —grita— Sabes que no eres nada sin mí a tu lado. Y yo jamás te dejaré.

Paso saliva tratando de no gritarle para no alterar los nervios de mi hijo. Pero que me restriegue en la cara todo el poderío que tiene en mí, eso me aturde y comienzo a darle crédito a las palabras de mi hermana.

¿Qué tan difícil puede ser tomar mis propias decisiones?

Alejarme de aquí y no volver a verlo nunca más.

No. Siempre puede haber una mejor solución. Quizás todo está en mi mente y no está con otra mujer. No pensaré en dejarlo hasta que esté segura de que mis sospechas sean ciertas.

Me siento en la barra de la cocina y veo que Juan David baja de prisa directo a la puerta, sin siquiera pasar a despedirse de mi.

Una vez más aquellas dudas se ciernen sobre mi cabeza al ver que llevaba su mano metida en el bolsillo de su saco fingiendo que estaba buscando su celular.

Me dirigí hacia el armario y la realidad vuelve a darme una fuerte bofetada en la cara.

Su alianza estaba ahí envuelta en la misma corbata color lila, como ya es costumbre y yo no aguanto más.

Esta noche si no llega temprano y lo hablamos, tendré que averiguarlo por mi propia cuenta y más vale que su excusa sea convincente o yo misma le prepararé sus maletas y se las arrojaré a la calle.

El día pasó sin novedad, cumplí con mi rutina de trabajo en casa como siempre, luego de salir a trotar.

...

Faltan diez minutos para la media noche. Es inútil esperarlo despierta. Juan David lo volvió a hacer. No va a llegar.

Al menos no hasta la madrugada.

Al despertar veo que el lado de su cama aun esta hecho, lo que me confirma que no vino a dormir... Una vez más.

Voy al baño como todas las mañanas y luego a la cocina. Este hombre apenas es que viene llegando a casa.

No entiendo que es lo que hace, porque si llegara borracho todos los días yo diría que anda con sus amigos divirtiéndose, o con algunas prostitutas en un antro, pero llega a casa sin olor a alcohol, bien vestido y arreglado como siempre y me confunde, quiero confiar, pero la incertidumbre no me lo permite.

—Amor, vengo de entrada por salida. Se me está haciendo tarde. No voy a desayunar. Hoy estaré aquí a las cinco —Lo dice con su sonrisa arrogante que me molesta—. Alístate para ir al circo con Eliot. Compré las entradas.

Deja los tres tiketes sobre la mesa.

«¿A caso cree que el mundo gira a su alrededor?»

—No puedo. Hoy debes llevar a Eliot a la práctica de fútbol, David hace más de dos semanas que el no asiste porque tu no estás aquí para llevarlo. Lo sacarán del equipo.

—Yo estoy trabajando todo el tiempo para poder pagar su cupo en el equipo de fútbol, la colegiatura y todos tus caprichos. ¿Qué tanto haces tú que no puedes llevarlo? ¿Ver revistas y novelas? También es tu hijo, por Dios, ocúpate de eso aunque sea esta vez.

Su respuesta fue un golpe muy bajo. Me dolió su manera de expresarse porque de no ser por él, yo sería una persona funcional independiente e incluso sería mucho más productiva que él y todas estas cosas jamás me atrevería a decírselo a la cara, yo a él nunca lo humillaría de ninguna forma.

—No puedo creer que digas esto Juan David —respondo aún en shock—. Teníamos que hablar anoche y tú... Nuevamente no llegaste. ¿Dónde carajos estas pasando cada noche? Ahora me sales con que yo debo ocuparme de todas las cosas que concierne a nuestro hijo y soy yo la que he estado ahí con él día y noche en los últimos meses, sin decirte nada, sin enojarme, sin quejarme, enferma, cansada. Yo siempre he estado ahí y tu me sales con que solo miro una m*****a novela.

¿Hace cuanto que no compartes con tu hijo? ¿Sabías que ya ni siquiera le estás haciendo falta? Te has convertido en un completo extraño.

Le grito mientras él va subiendo la escalera haciendo mofas de enojo con su cara, pero no me responde una sola palabra, sabe que tengo razón y no tiene argumento para su defensa

Trato de serenarme un poco, tomo una fuerte bocanada de agua y respiro profundo.

Lo último que quiero es que mi hijo escuche nuestras discusiones y piense que sus padres están peleando por que no quieren cuidar de él, jamás permitiría que mi hijo sienta que es una carga para mí, sin mi Eliot a mi lado mi vida no tendría sentido.

Me entretengo esperando el transporte escolar con Eliot una vez más y Juan aprovechó para ducharse rápido y salir de casa.

Esta es la última que le dejo pasar. ¡Lo juro! No me aguantaré otra de sus quejas. Ni un desplante más. ¿Si es él quién está fallando, porqué soy yo quien se siente tan culpable?

Trato de calmarme y vuelvo a concentrarme en el cuidado de la casa, a pesar de lo difícil que es para mí ya que volví a conseguir ese anillo en la m*****a gaveta, esta vez no lo devolví a su lugar. Lo mantendré conmigo y al ver que lo busque lo voy a enfrentar.

Vamos a ver que excusa me va a inventar al no encontrar ese anillo ahí. No me voy a aguantar una más, debo saber que es lo que sucede o me volveré loca de tanto pensar en ello.

Fabio

No puedo dejar de pensar en esa mujer, mi mujer, la mujer que me arrebató de las manos ese maldito imbécil con un simple truco barato, pero estoy aquí y ya no no soy un adolescente inexperto. Estoy mas que dispuesto a luchar por ella. Quiero recuperarla.

Lo de ese infeliz fue pura suerte y aún así me sacó de su camino por tantos años, pero esta guerra aún no termina y sé que voy a salir victorioso.

Estos días en los que hemos compartido un poco más, después de mucho más de diez años, me he dado cuenta de que aún hay algo entre nosotros, ese beso que estuve a punto de darle significó más de lo que yo esperaba.

Pude oír los latidos de su corazón y eso es señal de que aún hay una chispa entre ella y yo.

Sé que esa mujer siente lo mismo que yo, que cuando estamos juntos nos falta el aire, y es que las palabras sobran cuando nos miramos fijamente.

Lo que deseo es besarla, tenerla entre mis brazos y no soltarla jamas. Y a ella le pasa lo mismo, lo sé por su forma en la que me mira y por lo nerviosa que se pone cuando me acerco demasiado.

Amo estar tan cerca de ella e incitarla a pecar de esta manera. Esa mujer es un ángel y sé que yo para ella represento lo malo, lo insano, lo inmoral. Pero también sé que ella se muere por pecar a mi lado.

Dios solo tu sabes cuanto he tenido que luchar conmigo mismo para no agarrarla a lo brusco y besarla en medio de uno de mis arrebatos.

Esos labios que son pura tentación y esta m*****a sensación de saber que ella está totalmente prohibida para mí no hace mas que hacerme desealrla cada día más.

Sé que ella es pura dinamita, es ese fuego tan intenso en el que me quiero quemar

Ese hombre fue muy astuto al llevársela lejos de mí sin dejar rastros con el que yo pudiese encontrarla, sabía que si ella seguía viéndome casi a diario yo iba a terminar por convencerla de volver a mi lado y no tuvo mas remedio que marcharse sin dejar rastros.

Para aquel entonces yo no contaba con el poder y los contactos que tengo ahora, pero los tiempos cambiaron y resulta que tengo el poder de saber de ella y encontrarla donde sea que él trate de ocultarla.

No permitiré que siga haciendo de las suyas por ahí mientras veo como la lástima, como ella sufre por sus andanzas deliberadas y su falta de respeto, por Dios, ¿si ya no la quiere porque no la deja en libertad?

¿Por qué busca en la calle teniéndolo todo en casa?

Yo estaría feliz de acompañarla el resto de mi vida, solo con ella, sin buscar a nadie más.

M*****a sea —tiro las carpetas de mi escritorio—.

No se que hacer. Pero de lo que estoy seguro es que debo hacer algo para que ella termine de poner los pies sobre la tierra y se aleje de ese hombre que no la valora ni mucho menos la respeta.

Ella es mía, siempre lo fue y lo seguirá siendo.

Voy a recuperarla así sea lo último que haga.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo