Observo al chico de ojos marrones mirarme atentamente, por un momento pienso abrir mi boca para aclarar las cosas, pero el estruedo de algo rompiendose me alarma, sin decir ni una sola palabra dejo el café en la mesa para ir a investigar, pero su mano me retiene y me coloca atrás de él.
Camino detrás de él a medida que va avanzando y recibe un golpe por sorpresa, el olor a lavanda inunda mis fosas nasales y antes de que el ricachón se le tire encima al tipo lo detengo y lo alejo lo más que puedo del que ahora se soba la mandíbula.
—Hey, tranquilo—por primera vez hablo para Ricky Ricón y el voltea a verme con esos ojos amarillos —Yoshua, compórtate —junto mis cejas y me cruzo de brazos.
—Que me comporte un carajo, no soy tu puto perro—trata de pasar por mi lado y lo empujo.
Capítulo extra #1Pov NanaNo sé que voy a hacer con este niño tan inmaduro. Wadecito se pasea de un lado para otro lamentándose el haber dejado a mi Sara afuera en la madrugada.Alzo mis cejas y suspiro, —nana, ¿me estás escuchando? —dejo de lavar los platos y volteo para enfrentar su desespero.—Si hijo, te escucho, pero tú tienes la culpa, ¿cómo se te ocurre dejar a tu luna en el patio de la casa en plena madrugada?—tomo un limpión y seco mis manos.—Si, lo sé y tienes la razón, pero ya no se que hacer y nadie la encuentra —hay veces que el cerebro no le da y eso que él para todos es
A mi nariz llega un espléndido aroma a café que hace mis piernas flaquear.Después de siglos y ahora tengo un nuevo mate.No quiero.No puedo abandonar a mi antiguo amor.El olor se intensifica y eso me dice que ya está aquí en la cocina, mis manos comienzan a sudar y trago grueso.De un momento a otro soy abracada por un par de fuertes brazos y me encojo en mi lugar—Mía —no digo nada y el recuerdo de mi antiguo mate llega a mi mente como un video.Él me gira para vernos cara a cara y me sorprendo de lo joven que se ve. Su rostro es perfilado y tiene una ligera barba, sus ojos son café, sus cejas son pobladas, su cabello perfectamente peinado y por último esos labios gruesos.Creo que te está llamando la atenci&oacut
Capítulo extra #2Pov WadeNo tengo ni unos putos cinco segundos durmiendo y Sara ya quiere comer otra vez. Los llantos de Kevin en el segundo piso se escuchan por toda la mansión y suspiro frustrado.Se preguntarán, ¿Quién es Kevin?Fácil.El hijo de Matías y Elizabeth, el beta de Amir y por ende hermano de Sara y mi cuñado.Suspiro canasado y me levanto por novena vez en la noche—Vamos mi amor, comeremos del Mac Donald y dormiremos en uno de mis hoteles, asi que apura esa panza —ni siquiera me tengo que cambiar dado a que hace unos momentos llegamos de comer comida china.Me pongo las chancletas negras con rayas blancas y volteo a ver a mi amada, su respiración es pesada y su boca bota un poquito de baba en la almohada.
Mi vista va directo a ella cuando sale de aquel lugar y como un poseso me bajo del auto, camino con paso firme hasta llegar a su lado y cargarla en mi hombro.—Bájame, ¿Qué haces? Sabes, tengo familia que depende de mí. Mi mamá, mi papá y abuela, bájame—la tiro contra la puerta del Range Rover y aspiro fuerte ese maldito aroma que me trae loco.—Eres mía —y con esto beso su cuello, el maldito olor a sexo inunda mis fosas nasales lo que me dice que esta en celo.No puedo con ésta tentación.¿Mandarás todo a la mierda por una aventura del momento?Freno de golpe. Miro sus bello rostro, tiene un tono rojo y su boca entreabierta, sus ríos están a los costados de su cara que la hacen ver totalmente inocente.
Nana se acerca a mi con los ojos aguados y levanta su mano para pegarme, cierro los ojos esperando el golpe que nunca llega —No mereces pero ni que mi mano impacte tu cara. Estoy desepcionada de ti—sin decir más sale de la mansión con todos detrás suyo.Lágrimas de amargura corren por mis mejillas, aprieto mi mandíbula y agudizo mi oído tratando de escuchar algun otro movimiento, pero no hay nada.Todos se fueron.Y solo por mi maldita estupidez.—Lo hechaste a perder solo por dejarte controlar por tus impulsos, ahora debes atender el hijo de tu otra mujer—giro mi cabeza con la rabia palpable.La bruja de mi manada hace aparecer a Ana con una sonrisa burlona y agarro mi cabello con frustración.Un mes después...Un mal
¡Advertencia de inicio!Contenido +18. Esta historia contiene material vulgar, ofensivo, explícito y para adultos.No me hago responsable por las mentes traumadas o los malos entendidos.Dicho esto, a leer.PrólogoPov Sara—¿Es normal empezar diciendo que tengo 17 años? Me llamo Sara Poezyn, soy alta con una tez blanca, cabello cenizo lacio y ojos azul profundo; antes vivía en Texas, pero actualmente me mudé a este estado, California. Y como ya saben, vida en otro lado es sinónimo a vida nueva, instituto nuevo, nuevos amigos, locuras y todo lo demás, pero no, yo no soy así; soy más pacífica, estudiosa, no hago amigos porque siento que es una perdida de tiempo y Dios me libre de todas las atrosidades de los locos adolescentes hoy en día. De cierta forma puedo llegar a decir que soy una viej
Capítulo unoPov SaraY aquí estoy.A miles de kilómetros de Texas, sin amigos, sin muebles, sin mis cosas, la casa en la que estoy de pie, está vacía, sin nada, solo las paredes de color chocolate oscuro que le dan un toque melancólico.A pesar de ser una casa mansión se siente que debería ser usada por una familia numerosa no por dos personas que salieron del calvario que vivían.Mi madre debe haber pedido algun préstamo porque los ahorros de su vida no sirven para semejante caserón, o algun conocido debió haberle dado algo a cambio de sus servicios. Observo mi alrededor sin entender ¿Por qué tan grande? ¿Por qué aquí en California?Este será el comienzo de una nueva vida.—Sara, llegaron los camiones, puedes des
Capítulo dos—Lo siento, Elizabeth—me apresuró a decir y aspiro nuevamente —Eso huele delicioso y mi estómago está más pegado que las veces que teníamos que esperar a las doce un veinticuatro de diciembre—digo agitada y emocionada por comer algo.—Si, sabía que tenías hambre por el amor a Dios, pero no tenías que entrar así, me asustaste pendejita—camina hacia a mí y toca mi nariz en una pequeña caricia con su dedo índice.—Bueno Elizabeth, sirve la comida que tu hija tiene hambre—mando con voz autoritaria, aunque sé que esto le jode un chingo.&nb