Capítulo cuatro
—Sara, ¿me acompañas? —me tiende su brazo izquierdo sacándome de mis pensamientos y con todo el miedo del mundo lo toco.
Este hombre me pone los pelos de punta.
—Bien, vamonos—sonríe para mí. Agradezco que no me pida la mano, debo admitir que me sudan como puerco.
Que asqueroso.
Caminamos detrás de los tortolos, Wade cierra al salir y su mano toma la mía en acto rápido y seguro. Giro mi cabeza en dirección a él; luce tan intimidante, posesivo, fuerte.
¿Podrá cargarme?
Pues claro que puede cargarte.
Mentiría si dijera que es feo.
Me dirige hacia una camioneta chevrolet negra. Es todo un adonis y seguro cientos de mujeres lo quieren tener como yo lo tengo ahora. Se detiene frente al copiloto y me abre la puerta, miro de reojo y un Mercedes-Benz pasa justo a nuestro lado.
Tan rápido se han largado o ¿Estaba caminando lento?
—Sube, por favor. Matías ya debe estar lejos—hago caso a mi acompañante y entro al auto. Rodea la tan grande camioneta y sube rápidamente.
—¿A dónde vamos?—digo sin vacilar. Es la primera cosa que se me ocurre.
—Al mejor restaurante de California—introduce la llave y arranca con un rugido suave.
Joder.
Aprieto mis piernas y coloco mis manos sobre estas. Estar aquí se siente como un jodido dios y hace mi cuerpo temblar. Abrocho mi cinturón y partimos de las preciosas calles de mi barrio, el silencio en el auto es abrumador, una tensión siento a cada momento y sus ojos no paran de escanearme.
—¿Cuánto falta para llegar?—decido romper el hielo.
—Un poco, pero si quieres manejo más rápido—me voltea a ver y de nuevo se concentra en la carretera.
—Prefiero la seguridad—digo—No es que la seguridad me guste mucho, pero quiero ser cautelosa, además no tengo de que hablar y estamos en un silencio totalmente incómodo.
Dioses ayúdenme no me dejen morir con él.
—Que te parece si te pregunto o saco temas—asiento frenéticamente.
—¿Cómo creíste que era? por lo general todos piensan que soy un magnate cuarentón con dos hijos y una linda esposa pero no, no es así—y vaya que no es así, es todo un sensual señor.
—Te seré sincera, yo pensaba que eras un viejo verde que tenía plata hasta para regalar—miro de reojo su expresión divertida.
—Y yo te hacía a tí más niña—achico mis ojos.
—¡Hey! estoy grandecita—golpeo su hombro.
—¡Auch! eso dolió— abro mi boca para reprochar, pero algo ilumina la parte interior del auto. Las luces de la ciudad se realzan dentro de nosotros, es tan bonita, carteles y letreros iluminados por todas partes, jóvenes y adultos paseando y recorriendo las calles.
—Esto es... Simplemente es hermoso.
—Lo es, pero tengo otro punto de vista no muy lejos de aquí donde puedes ver la ciudad entera—giro hacia él y noto una mirada oscura de sus ojos—Si quieres un día te puedo llevar—dice con voz potente y autoritaria.
Asiento en respuesta. Él dobla un par de calles y justo en frente hay un deslumbrante lugar con mesas rojas afuera y blancas adentro, sus ventanales están medio polarizados y a un costado de aquella puerta tan delicada se sitúa el nombre La Antorcha.
—Sé que no es más lujoso que otros que puede ser que has visitado, pero es lo mejor aquí—señala el lugar.
—¿Qué? pero que dice Señor Wade, yo nunca he visitado semejantes restaurantes, este es el primero—muerdo mi labio.
Suspira—No me digas Señor Wade, me hace sentir viejo y no lo estoy—alza sus cejas.
—Vale, entonces, ¿cómo le digo?—cuestiono.
—Solo Wade o ponme algún apodo si quieres—se encoge de hombros.
—Pues no estaría mal el de Ricky Rincón—sonrío. Seguro no debe agradarle.
Sonríe de lado—Yo creí que me pondrías algo así como Grey —pasa una mano por su cabello.
—Estas muy lejos de serlo— hablo rápidamente entre dientes.
—Ya lo veremos —susurra.
¿Qué?
—¿Qué dijiste?—alzo mis cejas sorprendida.
—Nada—tira de la maniqueta para abrir la puerta y en cuestión de segundos lo tengo abriendo la mía, tomo su mano tendida, él cierra la puerta detrás de mí y pone seguro al auto bien aparcado.
A lo lejos diviso el mercedes-benz de Matías y sonrío irónica.
Vaya que rápidos.
Me imagino que mi madre nos está esperando con una buena charla, ruedo los ojos. Llegamos a la entrada y la chica rubia de recepción le da una amplia sonrisa a Wade, diretamente lo mira coqueta y sin vacilar. Suspiro, no es que me importe el viejo, solo que debería respetar ya que trae compañía.
—Señor Wade que gusto verlo ¿la misma mesa de siempre?—toma un mechón de cabello de su coleta alta a un lado.
—No, quiero la mesa vista a la ciudad en el balcón—su voz suena remotamente fría y potente.
La chica abre su boca y la vuelve a cerrar, me observa detrás de él y junta sus cejas—Claro, sigame señor Wade—sale de su pequeño cubículo y camina al frente con la cabeza gacha.
Dirijo mi vista a todo el refinado lugar de madera y todas y casa una de las decoraciones, creo que el nombre no le hace mención al lugar. Llegamos a una puerta de cristal oscuro y subimos por el pequeño pasillo, los focos ahorradores y paredes color marfil vista general le dan un aire antiguo y acogedor, cierra melodía clásica se escucha al subir cada vez más, llegamos al extremo de la puerta y nos detenemos.
—Señor Wade, desde aquí otro servicio lo atenderá— la pelirubia resguarda la mirada en el suelo y desciende por el pasillo.
—Sara, entremos— tiende su mano y la tomó rápidamente sin vacilar, no es que quiera presumir, pero no quiero que me miren mal nuevamente.
Él abre la puerta y todos los comensales voltean a mirarnos con una mirada expectante en nosotros dos.
Ni que fuéramos una secta satánica.
Él mira a todos con aires de gandeza y podría decir que su tamaño aumento, la gente vuelve a comer con tranquilidad y dejo salir el aire de mis pulmones.
Nisiquiera sabia que contenía aires.
—Amo Wade, Natalia me informó que desea la mesa del balcón—una chica rellenita se posiciona en frente nuestro con una sonrisa. Tiene ojos verdosos, cabello chocolate con ondas y trae lo que parece ser su uniforme de trabajo.
—Sí, así es.
—Por favor, síganme—nos guía por el salón y en una esquina diviso a mi madre hablando muy animadamente con Matías.
Está enamorada—Wade ¿por qué no comeremos con Elizabeth y Matías?—susurro.
—Porque aquí todas las mesas son de dos personas—voltea a mirarme—esto es más personal e íntimo—señala la puerta en frente de nosotros. La chica saca un juego de llave de su delantal y en un minuto las puertas son abiertas de par en par.
Mi cuerpo no se mueve, mi respiración se agita y mi boca no puede cerrarse.
Esto es impresionante.
La vista a la ciudad, las farolas en un costado del ventanal, la mesa perfectamente colocada con un mantel blanco y sillas de madera grandes como para un rey y reina.
Dios, lo juro, quiero llorar.
...
Capítulo cincoA pesar de que se llama La Antorcha, lo que tengo a mi vista no le queda al nombre rústico. Volteo a ver a Wade quien me observa expectante con sus manos en los bolsillos.—¿Te gusta? —sonrió.—Como no me va a gustar, esto es jodidamente impresionante—volteo atónita—Discúlpame, es que nunca he estado en un restaurante.Sonríe—Claro, pero ven, siéntate— saca la silla de madera con delicadeza, hago caso a su petición y me asiento.—En serio, discúlpame—observo su atractivo rostro mientras él me mira divertido.—No te preocupes, Sara, yo digo cosas como esas todos los días, aun que no lo creas soy muy mal educado.Por sus ojos pasa una pizca de
Capítulo seisMi vista busca el carro de los tortolos y rápidamente doy con el, pero hay algo extraño, el carro se mueve mucho.Por favor que no sea lo que estoy pensando.Camino hacia ellos y observo tras la ventana de copiloto donde me encuentro a una muy sonrojada Elizabeth junto a un Matías algo normal, pero con los labios hinchados. Toco la ventana y automáticamente sus ojos viajan a mí, Matías abre la ventana escucho el que paso de mi mamá.—¿Puedo venir con ustedes?—pongo mi mejor sonrisa. En estos caso es lo mejor, además de que quiero, no, no quiero, necesito que me lleven con ellos.—Matías, entonces ¿qué dirás?—mi madre me mira con mala cara, pero ahora es lo que menos importa, la cuestión es no irme con Wade. Giro hacia las puertas del restaurante y
Capítulo siete¿Alguna vez han dormido en una cama grande, amplia y suave, con sábanas de lino y colcha para el frío?Pues así es donde yo estoy acostada, pero a pesar de haber dormido mucho tiempo, siento que necesito algo y ese algo es un peluche.Abro mis ojos de par en par, me levanto y camino hacia la puerta, tomó el pomo de esta y escucho un ruido estruendoso en dirección al baño. Mi corazón late rápidamente y la idea de que un fantasma ronde por el cuarto me pone la piel de gallina; abro la puerta cuidadosamente y salgo corriendo por los pasillos hasta llegar a las escaleras, bajo como alma que lleva el diablo y tranquilizo mi agitado corazón.Siento que me va a dar un paro cardíaco.Levanto la mirada. Ahora lo único que me calmara es un poco de comida.
Capítulo ocho—¿Qué te asustó mi niña? —Elizabeth hace acto de presencia y me refugio en sus brazos.Suspiro de miedo—Ahí... Ahí hay alguien—señalo el lado izquierdo de la cama y Matías se relaja.—Es solo el Alp... Wade—suelto a mi madre y abro mis ojos tanto como puedo.¿Escuché bien?Wade, aquí.—¡¡¡¿AQUÍ?!!! —grito tan fuerte que todos se tapan los oídos. Escucho voces detrás de nosotros y veo a la señora que ví dormida junto a una jóven más jóven.No mira , una joven vieja.Cállate, enfócate en lo que pasa.Bien.&nbs
Capítulo nueveRealmente no estoy sorprendida, porque esto es algo que no me asombra.Que los estudiantes molesten al nuevo y más por ser nerd no es una novedad para mí, pero como sé hacer que me respeten solo con una mirada los tengo mirando el piso.Hay veces que me siento la reina del mundo haciendo eso, pero luego me acuerdo que soy pobre y se me pasa.Y aquí me tienen señores, sentada en el recreo o receso o hora de descanso como ustedes le digan, para mí siempre será la hora inútil o muerta. Observo a mi alrededor y veo a los populares en el lado izquierdo superior y los nerds en el derecho inferior, la gente que según ellos son normales, pero son locos, están en el centro, y aquí estoy yo siendo catalogada como la antisocial y aunque eso me hace meritos no puedo quitarme una mirada desde
Capítulo diez—¿Qué dice? —el director me saca de mi mente matona y volteo a verlo.—Aceptaré solo con una decisión —cierro mis ojos y suspiro—sino, no hay trato—volteo a él —Si es lo que yo quiero ¿cierto?Asiente —Exacto.—Entonces cuando termine con todos y gane el primer lugar, usted me tendrá que acompañar a una morgue para estudiar a un muerto.—¿Qué, eso es lo que quieres?—¿Eso es lo que desea usted señorita?— interviene el director.—Es todo lo que pido—me cruzo de brazos esperando una respuesta.—Me da risa. Todo lo que pudiste haber pedido y solo pides eso, algo tan insignificante como eso.&nbs
Capítulo onceSiento que mi alma regresa a mi cuerpo y puedo sentir el suelo frío en donde dormí gracias a la borrachera de mi madre el día de ayer.Cuando llegué le dije que se bañara y se asentara cómoda en el sofá y proseguí a contarle todo mi día a lo que ella solo sonrió y se fue a la cocina a prender el radio y escuchar toda la noche sus canciones «tristes» junto a una botella de whisky que no sé de donde saco, se la paso cantando como una despechada solterona, pero eso ya es el pasado y ahora volvemos a aquí al presente donde estoy tirada en el suelo de la sala de estar y que por alguna extraña razón está mojado.Me levanto rápidamente y así mismo me recibe el suelo boca abajo. Agua y más agua es lo que puedo ver por toda la sala, volteo a ver a mi madre dormida
Capítulo doceMe visto en un dos por tres, no sé como haré para conseguir más ropa, pero algo tengo que hacer. Tiro todo los cuadernos en la bolsa y salgo corriendo escaleras abajo pasando por la sala de estar donde le grito a mi madre.—Elizabeth, adiós—abro la puerta.—Espera, Sara—me detengo y me da una bolsa chocolate y un jugo de cartón.—Ahora si, corre que llegas tarde.—Pensé que como tu Matías trabajaba allí no me dejarías ir.—No me lo digas mucho que lo estoy reconciderando.—Ay Elizabeth —besa mi mejilla.Suspira—No significa que porque él este ahí te prohibire ir, es solo simplemente que tú nunca te rindes y das todo de ti,