Capítulo siete
¿Alguna vez han dormido en una cama grande, amplia y suave, con sábanas de lino y colcha para el frío?
Pues así es donde yo estoy acostada, pero a pesar de haber dormido mucho tiempo, siento que necesito algo y ese algo es un peluche.
Abro mis ojos de par en par, me levanto y camino hacia la puerta, tomó el pomo de esta y escucho un ruido estruendoso en dirección al baño. Mi corazón late rápidamente y la idea de que un fantasma ronde por el cuarto me pone la piel de gallina; abro la puerta cuidadosamente y salgo corriendo por los pasillos hasta llegar a las escaleras, bajo como alma que lleva el diablo y tranquilizo mi agitado corazón.
Siento que me va a dar un paro cardíaco.
Levanto la mirada. Ahora lo único que me calmara es un poco de comida.
Mis pies andan por si solos hasta encontrar la cocina y su radiante fachada de ricos. Tiro de la puerta y camino directo a la nevera, la abro y me encuentro con todo tipo de cosas deliciosas y otras no tanto.
¿Acaso aquí vive toda una familia como para tener una nevera de dos puertas duplex llena de comida?
¿Esto es el cielo?
Claro que no, estúpida.
Ya cállate, me enojas.
Soy tú, lo recuerdas.
Lo sé, pero la versión fea e inestable.
A veces me pongo a pensar sobre el ¿por qué peleo con mi mente? si ella soy yo, solo que ahí adentro y fastidiosa y loca y...
Cállate ya y enfócate en la comida, luego en buscar un peluche.
Sí, mamá.
Saco un pan de pasitas, la mermelada de piña y un suculento jugo de naranjita. Preparo mi sándwich y me lo termino rápidamente, bostezo y mis ojos piden estar cerrados otra vez.
Junto mis cejas, cada vez que como me da sueño... Tal vez sea diabética.
Subo las escaleras con toda la pereza del mundo y a mi mente llegan vagos recuerdos de Wade. Creo que fui un poco dura, sobre todo porque el niño de último estaba desesperado por encontrarme.
Sacado mi cabeza y toco madera otra vez.
¡Wao!
Si asi de rápida puedo subir ciento cincuenta escalones solo por estar pensando en él, ahora como los subiré pensando en sus cuadritos ovalados.
Que sexy deberían verse.
Me enfoco en buscar un peluche y entro en la primera habitación sin tanto éxito, nada solo una cama vacía; entro en la segunda habitación y nada, solo un cuarto lleno de juegos y otra super pantalla; entro a la tercera y encuentro un baño gigante, entro a la cuarta y veo a mi mamá dormida con Matías, entro a la quinta y...
Espera, mi mamá y Matías así de acurrucados.
¿No estaré viendo mal?
Abro la puerta nuevamente y si, efectivamente ellos parecen un mafa y uno aquí con frío. Niego internamente y cierro la puerta despacio. Prefiero ir a las habitaciones del lado izquierdo, ese lado espantoso.
Camino a la primera y me encuentro un cuarto lleno de fotos y posters con una cama celeste en el centro de la habitación. Definitivamente este no tiene peluches.
Entro al segundo y veo una cama grande con una señora acostada. Junto mis cejas, creo que debe ser la ama de casa porque tiene el uniforme a un costado.
¡Dios no la dejan descansar!
Cierro la puerta y voy a la tercera donde unas paredes rosas me hacen llorar, esto es tan chillón. Observo todo el lugar y mi vista se topa con distintos peluches.
Justo lo que queria.
Entro y jalo un perro bien gigantesco proporcional a mi tamaño. Salgo del lugar y camino en dirección a donde dormí mi primera siesta. Al llegar pongo mi oído en la puerta solo para percatarme de que no este nadie y lo que escucho es el sonido de la calefacción hacerce notar.
Suspiro resignada. Abro la puerta y me fijo por todo los lados si hay rastros de alguna persona. No encuentro nada, puesto que lo otro tuvo que haber sido mi paranoia. Me encojo de hombros y camino hacia la cama, pongo el peluche en el lado izquierdo y yo en el derecho, lo abrazo y trato de quedarme dormida en una cama totalmente fría y algo desordenada.
¿Será que sude antes y no me di cuenta?
Acomodo el peluche en el ángulo perfecto para volver a dormir y tan pronto como hago esto mis ojos se cierran...
Estiro mis brazos y siento algo suavecito, también duro a la vez, se siente tan bien tocar esos huequitos y esas montañitas. Sonrío y paso mi mano varias veces, agarro el gigantesco brazo y me aferro a el.
Esperen.
¿Brazos?
¿Por qué esto tiene brazos grandes?
Junto mis cejas. Los peluches no tienen brazos, ni mucho menos son asi de duros y con temperatura regularmente alta y mucho menos respiran.
¿Que respiran?
¡Que respira!
Abro los ojos de golpe y en un santiamén me tienen afuera de la cama. El grito que he dado seguro se ha escuchado por toda la casa despertando a todo el mundo. El sujeto da dos vueltas en la cama y cae al piso, me hago una bolita en la esquina de la habitación y escucho como abren la puerta, rápidamente corr o hacia mi madre mientras veo a Matías totalmente en boxers mirando para todos lados.
Capítulo ocho—¿Qué te asustó mi niña? —Elizabeth hace acto de presencia y me refugio en sus brazos.Suspiro de miedo—Ahí... Ahí hay alguien—señalo el lado izquierdo de la cama y Matías se relaja.—Es solo el Alp... Wade—suelto a mi madre y abro mis ojos tanto como puedo.¿Escuché bien?Wade, aquí.—¡¡¡¿AQUÍ?!!! —grito tan fuerte que todos se tapan los oídos. Escucho voces detrás de nosotros y veo a la señora que ví dormida junto a una jóven más jóven.No mira , una joven vieja.Cállate, enfócate en lo que pasa.Bien.&nbs
Capítulo nueveRealmente no estoy sorprendida, porque esto es algo que no me asombra.Que los estudiantes molesten al nuevo y más por ser nerd no es una novedad para mí, pero como sé hacer que me respeten solo con una mirada los tengo mirando el piso.Hay veces que me siento la reina del mundo haciendo eso, pero luego me acuerdo que soy pobre y se me pasa.Y aquí me tienen señores, sentada en el recreo o receso o hora de descanso como ustedes le digan, para mí siempre será la hora inútil o muerta. Observo a mi alrededor y veo a los populares en el lado izquierdo superior y los nerds en el derecho inferior, la gente que según ellos son normales, pero son locos, están en el centro, y aquí estoy yo siendo catalogada como la antisocial y aunque eso me hace meritos no puedo quitarme una mirada desde
Capítulo diez—¿Qué dice? —el director me saca de mi mente matona y volteo a verlo.—Aceptaré solo con una decisión —cierro mis ojos y suspiro—sino, no hay trato—volteo a él —Si es lo que yo quiero ¿cierto?Asiente —Exacto.—Entonces cuando termine con todos y gane el primer lugar, usted me tendrá que acompañar a una morgue para estudiar a un muerto.—¿Qué, eso es lo que quieres?—¿Eso es lo que desea usted señorita?— interviene el director.—Es todo lo que pido—me cruzo de brazos esperando una respuesta.—Me da risa. Todo lo que pudiste haber pedido y solo pides eso, algo tan insignificante como eso.&nbs
Capítulo onceSiento que mi alma regresa a mi cuerpo y puedo sentir el suelo frío en donde dormí gracias a la borrachera de mi madre el día de ayer.Cuando llegué le dije que se bañara y se asentara cómoda en el sofá y proseguí a contarle todo mi día a lo que ella solo sonrió y se fue a la cocina a prender el radio y escuchar toda la noche sus canciones «tristes» junto a una botella de whisky que no sé de donde saco, se la paso cantando como una despechada solterona, pero eso ya es el pasado y ahora volvemos a aquí al presente donde estoy tirada en el suelo de la sala de estar y que por alguna extraña razón está mojado.Me levanto rápidamente y así mismo me recibe el suelo boca abajo. Agua y más agua es lo que puedo ver por toda la sala, volteo a ver a mi madre dormida
Capítulo doceMe visto en un dos por tres, no sé como haré para conseguir más ropa, pero algo tengo que hacer. Tiro todo los cuadernos en la bolsa y salgo corriendo escaleras abajo pasando por la sala de estar donde le grito a mi madre.—Elizabeth, adiós—abro la puerta.—Espera, Sara—me detengo y me da una bolsa chocolate y un jugo de cartón.—Ahora si, corre que llegas tarde.—Pensé que como tu Matías trabajaba allí no me dejarías ir.—No me lo digas mucho que lo estoy reconciderando.—Ay Elizabeth —besa mi mejilla.Suspira—No significa que porque él este ahí te prohibire ir, es solo simplemente que tú nunca te rindes y das todo de ti,
Capítulo treceSiempre he pensado que mis acciones ayudando a la gente son buenas, pero no sé que hice yo para que Dios me castigara de esta forma.Tengo cuarenta y cinco minutos aquí en este carro que por cierto habla solo lo típico según él y también llevo ese mismo tiempo escuchando la misma musica. Este hombre no se cansará de escuchar la cancioncita esa de madagascar.¿A que le recordará?Suspiro—No te cansas de escuchar lo mismo —esto algo impresionante.—No, me gusta —y sigue cantando con su voz supuestamente sacada de ángeles, pero está más desafinado que un gallo nuevo tratando de cantar por las mañanas.—¿Cuando llegaremos? ¡Tengo hambre! —digo mirando por la ventana, viendo como la
Capítulo catorceCamina rápido hasta que se detiene y voltea hacia atrás, suelta mi mano y suspira. Junto mis cejas—¿A dónde vamos y quiénes eran esos?—Vamos a una tienda que se vea decente y vendan trajes para hombres porque no puedo llegar así a la compañía y que me vean cientos de personas—se detiene en frente de dos tiendas y las analiza. Ruedo los ojos, este hombre busca y observa, pero no se decide por ninguna, giro mi rostro y veo un almacén con un letrero en grande donde esta plasmado Baratillo.¿No puede ser diferente a Texas, no?Lo jalo y entramos arrimandonos contra la gente para abrir paso, cosa que para él es fácil, no será tan difícil encontrar ropa para mí y para él aquí, al menos que él sea una niñita.&n
Capítulo quinceAún no puedo creer lo que vi.O sea, no me sorprendería algo así de él debido a su bipolaridad, pero no conocía ese lado oscuro de su persona.Mira que pegarle a un paparazzi.Y yo pues... Yo quedé en medio del fotógrafo fragante y el millonario Ricky Ricón, el cual no sé ni como pude sacar de ahí entre tanta gente.Realmente parecía guardaespaldas.Tal vez cuando ya tenga setenta y deje de ser forence tome una desición a ser guardaespaldas porque se me da muy bien, aunque creo que tengo que practicar para que mi cliente no salga despilfarrado.Aquí en el auto nuevamente estoy sin decir ni una sola palabra al igual que Don mastodonte que por cierto no le voy a volver a hablar más.