Capítulo nueve
Realmente no estoy sorprendida, porque esto es algo que no me asombra.
Que los estudiantes molesten al nuevo y más por ser nerd no es una novedad para mí, pero como sé hacer que me respeten solo con una mirada los tengo mirando el piso.
Hay veces que me siento la reina del mundo haciendo eso, pero luego me acuerdo que soy pobre y se me pasa.
Y aquí me tienen señores, sentada en el recreo o receso o hora de descanso como ustedes le digan, para mí siempre será la hora inútil o muerta. Observo a mi alrededor y veo a los populares en el lado izquierdo superior y los nerds en el derecho inferior, la gente que según ellos son normales, pero son locos, están en el centro, y aquí estoy yo siendo catalogada como la antisocial y aunque eso me hace meritos no puedo quitarme una mirada desde
Capítulo diez—¿Qué dice? —el director me saca de mi mente matona y volteo a verlo.—Aceptaré solo con una decisión —cierro mis ojos y suspiro—sino, no hay trato—volteo a él —Si es lo que yo quiero ¿cierto?Asiente —Exacto.—Entonces cuando termine con todos y gane el primer lugar, usted me tendrá que acompañar a una morgue para estudiar a un muerto.—¿Qué, eso es lo que quieres?—¿Eso es lo que desea usted señorita?— interviene el director.—Es todo lo que pido—me cruzo de brazos esperando una respuesta.—Me da risa. Todo lo que pudiste haber pedido y solo pides eso, algo tan insignificante como eso.&nbs
Capítulo onceSiento que mi alma regresa a mi cuerpo y puedo sentir el suelo frío en donde dormí gracias a la borrachera de mi madre el día de ayer.Cuando llegué le dije que se bañara y se asentara cómoda en el sofá y proseguí a contarle todo mi día a lo que ella solo sonrió y se fue a la cocina a prender el radio y escuchar toda la noche sus canciones «tristes» junto a una botella de whisky que no sé de donde saco, se la paso cantando como una despechada solterona, pero eso ya es el pasado y ahora volvemos a aquí al presente donde estoy tirada en el suelo de la sala de estar y que por alguna extraña razón está mojado.Me levanto rápidamente y así mismo me recibe el suelo boca abajo. Agua y más agua es lo que puedo ver por toda la sala, volteo a ver a mi madre dormida
Capítulo doceMe visto en un dos por tres, no sé como haré para conseguir más ropa, pero algo tengo que hacer. Tiro todo los cuadernos en la bolsa y salgo corriendo escaleras abajo pasando por la sala de estar donde le grito a mi madre.—Elizabeth, adiós—abro la puerta.—Espera, Sara—me detengo y me da una bolsa chocolate y un jugo de cartón.—Ahora si, corre que llegas tarde.—Pensé que como tu Matías trabajaba allí no me dejarías ir.—No me lo digas mucho que lo estoy reconciderando.—Ay Elizabeth —besa mi mejilla.Suspira—No significa que porque él este ahí te prohibire ir, es solo simplemente que tú nunca te rindes y das todo de ti,
Capítulo treceSiempre he pensado que mis acciones ayudando a la gente son buenas, pero no sé que hice yo para que Dios me castigara de esta forma.Tengo cuarenta y cinco minutos aquí en este carro que por cierto habla solo lo típico según él y también llevo ese mismo tiempo escuchando la misma musica. Este hombre no se cansará de escuchar la cancioncita esa de madagascar.¿A que le recordará?Suspiro—No te cansas de escuchar lo mismo —esto algo impresionante.—No, me gusta —y sigue cantando con su voz supuestamente sacada de ángeles, pero está más desafinado que un gallo nuevo tratando de cantar por las mañanas.—¿Cuando llegaremos? ¡Tengo hambre! —digo mirando por la ventana, viendo como la
Capítulo catorceCamina rápido hasta que se detiene y voltea hacia atrás, suelta mi mano y suspira. Junto mis cejas—¿A dónde vamos y quiénes eran esos?—Vamos a una tienda que se vea decente y vendan trajes para hombres porque no puedo llegar así a la compañía y que me vean cientos de personas—se detiene en frente de dos tiendas y las analiza. Ruedo los ojos, este hombre busca y observa, pero no se decide por ninguna, giro mi rostro y veo un almacén con un letrero en grande donde esta plasmado Baratillo.¿No puede ser diferente a Texas, no?Lo jalo y entramos arrimandonos contra la gente para abrir paso, cosa que para él es fácil, no será tan difícil encontrar ropa para mí y para él aquí, al menos que él sea una niñita.&n
Capítulo quinceAún no puedo creer lo que vi.O sea, no me sorprendería algo así de él debido a su bipolaridad, pero no conocía ese lado oscuro de su persona.Mira que pegarle a un paparazzi.Y yo pues... Yo quedé en medio del fotógrafo fragante y el millonario Ricky Ricón, el cual no sé ni como pude sacar de ahí entre tanta gente.Realmente parecía guardaespaldas.Tal vez cuando ya tenga setenta y deje de ser forence tome una desición a ser guardaespaldas porque se me da muy bien, aunque creo que tengo que practicar para que mi cliente no salga despilfarrado.Aquí en el auto nuevamente estoy sin decir ni una sola palabra al igual que Don mastodonte que por cierto no le voy a volver a hablar más.
Capítulo dieciséisVuelvo a la realidad con la cajera—Gracias por llamarlos y sacarlos de aquí, sentía que me ahogaba y perdón si no le preste atención, ahora ¿Cuánto es?—digo abriendo la cartera de Don Ricachón.Sonríe con amabilidad—Son veintiocho dólares con treinta centésimos.Ven por que me gusta comprar en baratillos, esto esta barato y bonito, elegante y lo mejor de todo es que son ropas de marca a buen precio. Abro a billetera y lo primero que veo son cantidades enormes en un solo papel. Esperen un momento, ¿Este hombre solo tiene billetes de cien y quinientos?Reviso los bolsillos extras y solo encuentro un montón de targetas de crédito.¿Con qué clase de extraterrestre me he encontrado?Es una perso
Capítulo diecisieteTodos los mosaicos en el suelo se llenan de sangre. Lo jalo y me empuja.Ah si.Lo jalo y lo empujo, el gira hacia mí enojado y frunzo mis cejas—Te calmas y te metes ahí adentro, muevete, ¡ya!—mi cara roja debe estar dando un buen espectáculo para todo el país, volteo a los paparazzi—Y en cuanto a ustedes, pueden dejar de molestar a los demás, todos tienen una privacidad y a ustedes no les gustaría que cuando esten en sus casas de la peor forma le tomen fotos ni mucho menos estar diciendo cosas sin sentido.Abro la puerta de auto y me monto.—La culpa la tuviste tú, te hubieses escondido hasta que yo estuviera ahí, pero no—ahora soy yo.Él creé que me voy a dejar mandar—MIRA TÚ NO ME VENGAS A D