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Capítulo treinta y uno 

Pov Wade

Aquí estoy debatiendome entre si la fregue o no.

¿Qué he hecho?

Cuando me separé sus ojos estaban tan hermosos y luego cambiaron a temor puro. Sus lindos ojos. No me puedo culpar por sentirme atraído por ella, es inevitable, todo es perfecto: ojos, aroma, cuerpo. 

Cuando la besé por primera vez me sentí en el maldito paraíso donde revolotean cupidos y mariposas, me sentí por primera vez lleno a plenitud. 

Necesito su dosis de amor diaria. 

Tener que matar y degollar, ser frío y calculador cuando algo no me gusta, dar órdenes una y otra vez, cargar grandes negocios y empresas para que no se vayan al suelo es agotador. Por lo general cuando no la había encontrado todo era sencillo y ahora aquí en la comodi

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