Capítulo treinta y ocho
Pov Sara
Catalogados como padre y madre.
Tener que lidiar con la gente es aterrador y algo traumante.
Nosotros no somos nada.
Después de que Wade, Arturito y yo comiesemos pizza empezamos a caminar de regreso y todos se nos quedaban mirando hasta que al fondo presenciamos la avalancha de paparazzi viniendo hacia nosotros.
Nuestro primer instinto: correr.
Pero ellos son como las hormigas, en todos lados hay y no demoraron ni un minuto en llegar a nosotros, tomar fotos y pregunta tras pregunta nos dejaron aturdidos.
¿Qué se siente ser madre joven y tener un millonario a tus pies?
¿Es su hijo?
¿están casados?
Nosotros no confiamos en la credibilidad de su disc
Capítulo treinta y nueveMi cara se pone roja y rápidamente la muevo hacia otra dirección, desde adelante solo escucho su risa y en el momento de abrir la puerta escucho ruidos, Wade abre y la peor escena de mi vida se ha cumplido.Ver a Elizabeth desnuda no es una de las mejores cosas de mi vida.Volteo hacia Wade y le pongo mi mano disponible en los ojos, escucho las risas de los dos y sus tropezones por los escalones.—Listo—murmuro con vergüenza.Sonríe —Que generosa.—Quieres decir que querias ver a mamá y a tu mejor amigo en está situación—suelto mi mano de su agarre y pongo la pañalera en la mesa de centro.Camina hacia mí para entregarme a Arturo —Cargalo con ambas manos así como acunando a un bebé
Capítulo cuarentaVeo las fotos de cientos de mujeres y hombres con un solo apellido por herencia.«Dhall»Esto no significa nada para mí.Cambio de páginas velozmente hasta que llegó a la última donde un señor parecido a Wade. Sus ojos, su cabello, su rostro, todo, está plasmado en papel.Observo la mirada del tipo: seductora, pero dura y fría.Fernando Dhall.Bajo leyendo su biografía y me detengo a leer con suma atención.Es el ex alpha de la manana Black day. Con su luna, Serafina Monterrey de Dhall gobernó por quinientos años.Sus hijos son dos:Emilie Dhall con doscientos treinta y dos años. Su mate es el alpha de la manada Light Moon,
Capítulo cuarenta y uno—Sara, levántate —grita Elizabeth en mi oído y me tapo con la almohada gracias la luz que entra por el ventanal y me llega a la cara.No respetan el sueño de los demás.Unos vagos recuerdos llegan a mi mente y en un salto estoy de pie. Tomó mi cabeza entre mis manos y me asiento por el fuerte mareo—Eso te pasa por brusca, niña terca—miro otra vez donde estoy y hago una mueca.Nunca he sido fanática del rosado.—Elizabeth, ¿cómo llegué aquí? —ella me levanta de la cama y me empuja afuera del cuarto chillón—Te pregunté algo, respondeme, madre.—Deja de llamarme así, y pues tu caminaste sonámbula anoche hasta aquí, ¿no te acuerdas? —niego.
Capítulo cuarenta y dos—Sube —le hago caso y ya adentro me adelanto a ponerme el cinturón y a esperar que el arranque para ir a nuestro destino.—¿No comiste cierto? —asiento.Giro encontrándome con la cara de la lagarta, doy una sonrisa burlona—No logré hacerlo porque tu novia estaba ahí —conduce fuera de la casa y nos incorporamos al tráfico matutino—¿Tienes el cable de cargador? —abre la guantera de mi lado y saca uno.—Dame el teléfono —lo saco de mi bolsillo y se lo doy—¿Eso qué es? —mira extrañado mi huawei.—Eso es mi teléfono móvil, sabes, no todos tenemos para iphone bañados en oro—hace una mueca —Puedes conectarlo y listo y manejas con la vista en la carretera,
Capítulo cuarenta y tres—¿Por qué lo dices? —lo veo directamente a los ojos buscando ese movimiento que me diga que sí.—Porque yo si he creído en esa existencia, no sería algo raro que en este mundo esten cosas sobrenaturales —la camarera pronto aparece con un chico y nuestros almuerzos, este me da una sonrisa y yo sonrío de vuelta.—No, no creo en eso. Parece que le gustas a ese niño —lo miro, su semblante cambia a serio y empieza a tomar los cubiertos para comer—formarían una linda pareja.Tomo el cuchillo de mesa para cortar la carne—No es mi tipo—me enocojo de hombros, sus ojos no abandonan cada uno de mis movimientos y suspiro dejando las cosas en el plato—¿Qué me miras? —toca la comisura de sus labios y se forma una bonita sonrisa en ese rost
Capítulo cuarenta y cuatroCaigo de rodilla y me arrastro cerca de un arbusto, su cuerpo desnudo me insista a preciar el momento y saco mi teléfono sin pensarlo.Enfoco su cuerpo en la cámara y sin prestar atención solo escucho como el sonido de la cámara llama su atención. Sus ojos viajan con velocidad recorriendo todo hasta volver a la normalidad.Tomo asiento y dirijo mi vista en la luna llena que se hace más visible con forme el sol baja. Tengo que irme.Si un animal se topa con él, a él es que se lo van a comer.Me levanto y cruzo las ramas golpeandome con ellas, sigo el rastro para salir y la luna empieza a brillar y faltando poco para llegar a la acera escucho un ruido en mi espalda que me hace voltear.Sabía que era mala idea estar aquí.&nb
Capítulo cuarenta y cincoNunca me han gustado las fiestas, ni para mi cumpleaños, ni graduación, ni nada y hoy tengo una en mi honor.No sería la primera vez que tengo una, pero puedo decir que la anterior fue un total fracaso.Aún lo recuerdo: personas que yo no conocía, licor, borrachos y sobre todo, mujeres con diminutas cosas, o sea, prostitutas.En una fiesta de cumpleaños para una niña se supone que lo que tiene que haber es diversión, juegos, piñatas, niños corriendo y jugando, gente bromeando, pero en la mía todo era un desmadre por parte del señor Alcibíades.Odio a ese señor.Nunca en mi vida me sentí tan poca cosa. Las risas de esas personas todavía las puedo escuchar cuando tengo una pesadilla. A él no le importaba
Capítulo cuarenta y seis—Señorita Sara, venga que le tenemos un regalo—giro mi cabeza por encima de mi hombro y sigo al director hasta el patio trasero.De lejos veo una caja gigante con un moño y me acerco a esta—¿Esto qué es, señor director?—Ábralo y se dará cuenta—me empuja y golpea mis hombros.Achico mis ojos—No me gustan las sorpresas, prefiero las cosas claras—jalo del moño y una torta da directo en la cara del director—sabía que esto iba a pasar—todos empiezan a reír.Él agarra los pedazos que tapan sus ojos y los tira—¿Quién hizo está broma?—grita y todos se quedan en absoluto silencio—Lo quiero aquí ahora mismo.Veo a unos jugadores de fútbol a