Cuando escuchó a su compañera negar que lo conocía y recibió su mirada de rechazo, Ethan no pudo evitar golpear el suelo con los puños y recibir un nuevo latigazo de dolor por el roce de las cadenas. —Tala —volvió a susurrar su nombre y sintió que Alaric intentaba llamar su atención para que se mantuviera en silencio. Lo ignoró y no le importó que todos lo escucharan, necesitaba convencerla—. Sé que te hice daño, pero eres mi compañera, solo quiero llevarte de vuelta conmigo y que lo arreglemos. Siento mucho no haberme… —No sé de qué habla, alfa —Ella se apresuró a desmentirlo y le dio la espalda como si no tuviera el mínimo sentimiento hacia él—. Yo no he encontrado aún a mi compañero y a este hombre no lo conozco de nada —tras pronunciarlo con demasiada seguridad, lo miró con odio y murmuró—. Y si alguna vez lo conocí, he perdido la memoria. El dolor por sus palabras fue reemplazado por la rabia cuando vio que el alfa se acercaba a su compañera, le colocaba un brazo alrededor de
No tenía ni idea de qué esperar del alfa después de haber perdido el control y comenzar a gritar enloquecida, pero de lo que sí estaba segura es de que no habría esperado aquella reacción. El hombre comenzó a carcajearse como si ella fuera todo un espectáculo, su bufón personal del que podía reírse. Se notaba que disfrutaba viéndola mal y ella le estaba dando lo que deseaba.—Los lobos siempre tan dramáticos —se carcajeó—, con sus estupideces de parejas predestinadas, con ese amor para toda la vida. Te diré algo, omega, podría matarte —pronunció con lentitud e hizo aparecer unas enormes garras en sus manos que la hicieron dar un paso atrás—, pero no acostumbro a deshacerme de los lobos a los que puedo sacar provecho. Tala se abrazó a sí misma para evitar el temblor, pero solo consiguió verse más desvalida. —¿No va a matarme? —logró preguntar con la voz clara a pesar de los nervios. —No me has dejado terminar, lo que quería decir es que no acostumbro a deshacerme de los lobos a los
Cuando Ethan fue alejado de Tala en contra de su voluntad intentó defenderse a pesar de las cadenas, pero algo en él había cambiado. Se sentía más débil y como si una parte de sí mismo hubiera sido arrancada. Miró a Alaric de reojo y pudo ver que la expresión de su amigo era de desconcierto. Ethan intentó comunicarse con él a través del enlace mental, pero fue como si sus pensamientos dieran a parar a un canal sin salida. Todo era muy extraño. Sin poder evitarlo y sin saber si Tala estaría bien, se tuvo que convencer de que ella ya llevaba algún tiempo allí y había permanecido a salvo. A pesar de su rechazo hacia él, la seguridad de su compañera era lo único que le importaba. Entre risas de los guardias y empujones, fueron llevados como un trofeo al que exhibir por la zona más concurrida de la manada. Ethan esperó abucheos, quizá más agresividad hacia ellos, pero aquel lugar era demasiado extraño. Había una clara división entre su gente, las mujeres se encerraban asustadas en el
CAPÍTULO 7«Debes mirar, Tala. Si no lo haces, tendré que obligarte y no quiero hacerlo, por favor. No te beneficia en nada que me pongas todo más difícil, tampoco te interesa que sea otro el que se ocupe de que te quedes aquí y te obligue a ver lo que ocurre». Las palabras que Kailen le susurró en el oído y la mirada de lástima que le dedicó, se repetían una y otra vez en su mente a lo largo de las horas. Conforme pasaba el tiempo y aquella tortura se repetía sin descanso como en un bucle, el efecto en ella continuaba siendo el mismo. Dolía, cada latigazo que silbaba en el aire y chasqueaba en el cuerpo de Ethan era como si lo recibiera ella. Alaric apenas había recibido un par de ellos al comienzo y en cuanto comenzó a trabajar los guardias lo dejaron a un lado. Estaba muy claro a quién iba dirigida la tortura y más claro aún estaba que el alfa sabía lo que ella sentía por Ethan.—No me obligues a seguir mirando —rogó a Kailen, pero el hombre negó con la cabeza—. Por favor, no lo
Ethan se dejó arrastrar por Alaric. Por más que su orgullo le pedía no usarlo como bastón, no se veía capaz de dar un solo paso sin ayuda. La heridas infringidas una y otra vez en los mismos lugares le habían hecho desear hacer algún movimiento suicida. Solo la presencia de Tala lo obligó a fingir que estaba bien. ¿Por qué había estado todo el día allí? ¿Le habría pedido al alfa observar cómo lo torturaban? ¿Se lo habría pedido ella? —Me o-odia tanto que me quiere muerto —balbuceó y Alaric lo apretó más fuerte. —Será mejor que te calles y guardes fuerzas o acabaremos los dos en el suelo —masculló su amigo con esfuerzo. Él no tenía tantas heridas, no se cebaron con el beta de la misma forma y eso era sospechoso. Solo hacía reforzar la idea de que Tala le había pedido al alfa ese castigo para él. Toda la esperanza de sacarla de allí y recuperarla, se esfumó. Ella no quería marcharse, estaba feliz en su nueva vida. Por fin no era invisible, ¿acaso no era lo que siempre quiso? Aquel
CAPÍTULO 8A Tala le temblaban las manos. Había aprovechado que Alaric llevó a Ethan al baño para buscar en la cocina algo con lo que llenar sus estómagos. A pesar de no haber probado bocado en todo el día se sentía incapaz de comer, pero sabía que ellos debían estar hambrientos. Le sorprendió ver que Kailen había sido sincero, allí estaba todo lo necesario para que le limpiara y curara las heridas a ambos hombres y también había comida. Al parecer, no querían que murieran pronto, se aseguraban de que se mantuvieran con vida el tiempo suficiente para poder continuar con la tortura y que ella lo viera. Colocó los ingredientes que encontró y que les servirían para la cena sobre la encimera, pero al escuchar a ambos hombres discutir en el baño no pudo evitar dejar todo a medias y acercarse. Cuando estuvo cerca y logró entender las palabras que se decían, estuvo a punto de soltar una carcajada. Si la situación no fuera tan preocupante era demasiado cómico escucharlos discutir porque E
Alaric asintió no muy convencido, pero se alejó para entrar en el baño. Ethan gruñó como un animal en cuanto se cerró la puerta, pero no se movió del lugar y Tala prefirió darle la espalda y prestarle atención a la cena antes de que se quemara todo. —No tengo que darte explicaciones, Ethan. Tú y yo ya no somos amigos, ¿lo recuerdas? Lo dejaste muy claro el día en que me humillaste frente a tu compañera —decirle aquello era mucho más fácil cuando no lo miraba a los ojos y tampoco veía aquel cuerpo humedecido por el agua—. Así que será mejor que te calmes si quieres comer y que te cure las heridas, si continúas así no quiero volver a hablar contigo. Vete a la habitación y quítate de mi vista hasta que no me quede otro remedio que ir a curarte. Tala, a lo largo de los años, había aprendido a no mostrar sus emociones. Era excelente ocultando lo que sentía y podía usar una máscara de frialdad así se estuviera rompiendo por dentro. Y sí, estaba rota. Una parte de ella quería lanzar la c
Ethan se encerró en la habitación a pesar de que quería quedarse fuera y hablar con ella, pero ya no confiaba en sí mismo. Estaba fuera de sí, llevaba acumulado demasiados sentimientos y era como si todo lo que había guardado estuviera saliendo ahora. Juzgó a Tala de la misma forma que a sí mismo y ella era mucho más fuerte que él solo que su compañera no lo veía. Desde que era un niño, su madre siempre le repetía una y otra vez que debía proteger a Emma. Le hacía saber lo importante que era su melliza, el peligro que corría y hasta en el día de su muerte sus últimas palabras no fueron dirigidas a él, fueron un ruego para que protegiera a su hermana. Ethan amaba a Emma, no habría necesitado ningún recordatorio de que su trabajo era protegerla, era algo arraigado en su interior. Él vivía solo para cuidarla, pero su melliza no era fácil de cuidar porque si algo compartían era ese amor uno por el otro y la testarudez.Emma lo quería cuidar de la misma forma que él a ella porque creció