Tala escuchó el grito de Alaric pocos segundos después de que Ethan huyera de ella.—¡Fuera de aquí! No necesito que me enjabones, pervertido. —Pero bien que querías enjabonarme a mí ayer.Negó con la cabeza al escucharlos, seguro comenzarían a discutir como siempre. Estaba claro que Ethan quería poner distancia entre ellos o no habría huido de esa forma y menos para meterse en un baño que sabía que estaba ocupado. Tuvo el impulso de acercarse e intentar escuchar cuando sus voces se hicieron susurros, pero al final retrocedió y se alejó de la puerta. Intentó centrarse en preparar la cena mientras pensaba en una forma de contarles todo lo que sabía sin que Ethan enloqueciera al saber que el alfa quería muerta a su hermana. Sobre todo, quería encontrar las palabras correctas para explicarle que ese monstruo que los torturaba, por más extraño que pareciera, era el padre de Endora.En algún momento terminó de preparar la comida y ninguno de ellos salió del baño. Se sirvió y se sentó a
Ethan cerró la puerta de la habitación después de dejar que Tala entrara y se dejó caer sobre ella para que no se le ocurriera volver a salir, pero ella no parecía querer escaparse. Sus miradas se encontraron y una mezcla de emociones se reflejó en los ojos de ambos. El dolor, el anhelo, el amor que aún persistía a pesar de todo lo que habían pasado revivió en cortos segundos en los que se vieron hasta que ella apartó el rostro. —No te quedes ahí, ven, siéntate, debes estar casando. —Su compañera le ofreció la mano para que la tomara y él no fue capaz de sostenerla a pesar de que deseaba hacerlo y no volver a soltarla nunca. Al ver que no se movía, Tala dejó caer el brazo y suspiró—. Está bien, si quieres quedarte ahí lejos de mí, lo entiendo. Al menos espero que me permitas explicarme. Ella se dirigió hacia la cama y se sentó a un lado. A simple vista parecía tranquila, como si Alaric no la hubiera atacado unos momentos antes ni acabara de reconocer que quería matar a Emma. Era v
Tala se quedó observando a Ethan después de su estallido. Una parte de ella se arrepentía de haber dicho lo que pensaba porque no quería perderlo, pero al final, nunca fue suyo. Por unos momentos, se permitió creer que era posible, pero cuando la soltó sobre la cama y comenzó a mirarla, todos los miedos regresaron. Ella siempre cargaría con las dudas y esa vocecita en la cabeza que le gritaba que él solo se comportaba así por lástima no la abandonaría nunca. —El día que me pidas que me marche porque de verdad lo deseas me iré, pero ese día aún no ha llegado y tú no quieres que te haga caso. No pienso irme, me voy a quedar aquí, hoy y siempre. Así que es mejor que te lo metas en la cabeza y te hagas a la idea porque no conseguirás que cambie de opinión. —Ethan la sacó de sus pensamientos y, antes de que pudiera impedírselo, la sujetó del tobillo y comenzó a acariciar con suavidad el inició de sus cicatrices. —¿Q-Qué estás haciendo? —balbuceó e intentó apartarse, pero la sujetó sin n
Quería decir que sí, que se la daría, aunque después todo fuera una mentira y la destrozara otra vez, pero de nuevo solo fue capaz de pronunciar su nombre.—Ethan… —Eso es lo único que necesito, tu boca pronunciando mi nombre y una oportunidad para que me dejes demostrarte lo hermosa que eres para mí —murmuró y su aliento caliente rozó sus labios. Tala asintió con la cabeza. Su cerebro era incapaz de enviarle la orden de hablar, pero para él no fue necesario porque en cuanto le dio su consentimiento, su boca se apropió de la suya en un beso que la hizo temblar. Ethan la sujetó de la nuca para atraerla más e impedirle separarse, pero, para ese instante, ella ya no tenía la fuerza para negarse a nada de lo que él le propusiera. Se aferraba a sus hombros para acercarlo más porque si no lo tenía pegado a su cuerpo iba a volverse loca. A pesar de sus intentos por fundir su cuerpo con el suyo, él parecía tener otros planes porque sonrió sobre sus labios y una de sus manos comenzó a baja
Ethan salió de la habitación detrás de Tala una vez que ambos se vistieron. Encontraron a Alaric apoyado en una ventana, con la cabeza agachada y los brazos recargados sobre ella como si sufriera una lenta agonía. Sus puños se apretaban con fuerza y las garras de su lobo le estaban provocando heridas. Sus hombros temblaban como si intentara contenerse, él parecía a punto de explotar y Ethan no entendía el motivo. Ese comportamiento era bastante extraño en una persona como Alaric que siempre parecía estar contenido y tener la paciencia de un santo. Ethan reconocía que podía ser bastante cargante cuando se lo proponía y el beta siempre lo soportó con estoicismo. Sabía que no lo había dejado en calma cuando se marchó con Tala a la habitación, pero ya debería habérsele pasado el ataque de rabia. —Ponte detrás de mí, cariño. Al parecer tenemos a un lobo haciendo drama, eso nunca resulta en algo bueno. —Cubrió a su compañera con su cuerpo cuando el beta alzó el rostro. La expresión d
—Tenemos que ayudarlos. —Kailen miró a su compañera con expresión malhumorada. —¿Tenemos? No, Marie, no te meterás en esto. Ya tomé mi decisión, no voy a exponer ni a ti ni a nuestra hija, es demasiado arriesgado. —Su compañera se había mantenido muy callada durante toda la cena cuando le contó que lo mejor sería quedarse al margen. Quería ayudar a la omega y sus amigos, pero una vez que se marcharan sería cuestión de tiempo para que el alfa averiguara quién lo traicionó y entonces estarían perdidos. Puede que ahora no tuvieran la mejor vida, pero al menos se daban el lujo de respirar y eso era mucho más de lo que tendrían si el alfa se enteraba de que lo había traicionado. —No podemos quedarnos de brazos cruzados, Kailen. Durante mucho tiempo el alfa a martirizado a esta manada y ha obligado a las mujeres a emparejarse incluso en contra de su voluntad. Nuestra hija no puede crecer en un lugar así, no quiero eso para ella.—Mujer, ¿estás diciendo que estás en contra de tu volunt
Tala encontró al alfa en la misma sala de la primera vez que la mandó a llamar. En esa ocasión, ni siquiera se levantó del asiento para intimidarla. Se quedó sentado y pidió a Kailen que los dejara a solas. Las profundas ojeras eran visibles desde la distancia y si no supiera que ese ser estaba más allá de la muerte, diría que no le quedaba mucho tiempo de vida. Para su desgracia, Kailen ya le había explicado de esos episodios que ellos llamaban la misteriosa enfermedad del alfa. De misteriosa no tenía nada, ese ser era un parásito y ella no le iba a dar el gusto de verla tener miedo.—Te ves muy contenta esta mañana, omega —lo escuchó decir a la vez que la recorría con una mirada que le dio escalofríos—. Ya me informaron de que mis hombres los agarraron muy entretenidos. Veo que disfrutan de mi hospitalidad, pero no me dan algo a cambio. Eres muy desagradecida, yo te ayudo a congraciarte con tu compañero y tú no ofreces nada.Al parecer, las noticias volaban demasiado rápido en
Ethan estaba muy preocupado por su compañera. Desde que los guardias los arrastraron a Alaric y a él fuera de la casa no había vuelto a verla. Las horas pasaban y Tala no aparecía por ningún lugar.Ese día, la falta de sueño, el hambre y que no los habían dejado descansar un solo segundo estaba haciendo mella en él. Parecían querer agotarlo hasta la extenuación y cuando se caía, escuchaba las risas burlonas de los guardias. No veía la hora de poder vengarse de ellos. Sabía que en algún momento recuperaría a su lobo y así tuviera que regresar solo a ese lugar, los mataría a todos. La tierra volvió a hundirse bajo sus pies y no pudo evitar perder el equilibrio. Alaric lo sujetó con rapidez y evitó que de nuevo se golpeara contra las rocas. —Concéntrate —gruñó su amigo y lo ayudó a estabilizarse—. ¿Qué tienes? Si sigues tan distraído solo conseguirás que nos golpeen. Casi está anocheciendo, ya debe faltar poco para que nos lleven de vuelta a la casa y podrás verla.Ethan miró de nue