¡Hola mis amores!♥️ Vuelvo a estar enferma :( Pero aún así intentaré publicar un capítulo de forma diaria (lo intento siempre, pero no siempre es posible :'( ). Parece que ya van apuntando hacia el lado correcto jajaja. ¿Qué opináis? ¡Os quiero un montón! ♥️ ¡Sois los mejores! ♥️ ¡Os leo! ♥️
* ¡AVISO de la Autora! * Este libro es la continuación de La Loba Perdida (finalizado), con la historia de otro personaje. Este libro contiene spoilers importantes. El libro se puede leer y entender de forma independiente, pero recomiendo leer antes La Loba Perdida para comprender la totalidad de la historia, incluyendo sus matices.*** — ¡Papi, papi! — me gritó una niña pelirroja de ojos azules, corriendo y saltando en mi cama, con una sonrisa adorable en la cara. Me reí.— ¡Lisa! ¿No te he dicho muchas veces que debes dejar descansar a tu padre? — la regañó la mujer que había atrapado mi corazón: una mujer rubia, de ojos grises y una sonrisa tan luminosa como el mismo sol.— ¡Pero mami! ¡Quiero estar con Papi! — hizo un puchero tan tierno que me ablandó el corazón. — ¡Ven aquí, pequeña revoltosa! — dije incorporándome, cogiéndola entre los brazos y alzándola en el aire — ¡No te escaparás! La niña soltó una risotada divertida mientras la balanceaba en el aire.— Y ahora... ¡Un abr
— ¿Esteban? — escuché la voz de Mar al otro lado de la puerta — ¿Puedo pasar?— Sí, Mar. Adelante. — dije mientras me incorporaba y me dirigía al armario.La puerta se abrió.— Podías haberte puesto algo mas que unos calzoncillos.— En eso estoy. — dije sacando unos pantalones de deporte y una camiseta. Vi que Mar miraba hacia otro lado.— ¿Y qué querías? Has llegado antes de lo previsto. — le dije mientras me vestía.— Ver cómo estabas y si tenías alguna pregunta.— ¿Pregunta de qué tipo? Por cierto, ya puedes mirar.— Preguntas acerca de los Benditos. — dijo ella mirándome con alivio — Pensaba que mi hija y yo éramos las últimas y algunas cosas las descubrí por mi cuenta.— ¿En leyendas?— Sí, por ejemplo.Volví a tumbarme en la cama.— No sé decirte, Mar. ¿Qué podría interesarme? Lo único que se me ocurre es saber porqué he terminado siendo... ésto.— Bueno, no sé si sabes que todos los Benditos tienen algún tipo de poder... no es algo exclusivo de mi linaje.Me reí.— Si tuviera al
Llegamos a la habitación de Alfred, el lugar en el que habíamos quedado con María. Mar y yo nos miramos con pesar: aunque la muerte de Alfred nos había dejado mas preguntas que respuestas (que esperábamos encontrar hoy) nos dolía en el alma su marcha.Alfred había cambiado mucho: pasó de ser un machista egocéntrico que pensaba que todo lo hacía bien y se negaba a escuchar o aceptar otras formas de mandato, a ver la realidad de su hijo, las cosas positivas de otras formas de liderazgo y esforzarse en arreglar y compensar todos sus errores pasados.Su cambio había sido tan real y sincero, que incluso yo había sido capaz de perdonarle el asesinato de mi mujer e hija, hacía tanto tiempo.— ¡Bendito Esteban! ¡Reina Mar! Lamento el atraso. — escuchamos la voz de María a nuestra espalda justo cuando íbamos a llamar a la puerta.Ambos nos giramos y la vimos llegar corriendo y muy apurada.— No te preocupes María. No pasa nada. — dijo Mar con una sonrisa amigable."Ha aprendido mucho en poco ti
Se me había pasado la hora y si no me daba prisa, llegaría tarde al funeral. Me di una ducha rápida, me arreglé la barba y elegí un traje elegante y negro. No sabía que había preparado Mar pero quería mostrar respeto a todos los caídos y en especial, a Alfred. Quizás no estuviera de acuerdo en la forma en la que tuvo de hacer las cosas, pero se había esforzado en compensar sus errores y terminó dando su vida por lo que consideraba correcto. Salí de la habitación y me encontré a Emily e Isa esperando en la puerta: ambas iban de luto y arregladas.— ¿Qué hacéis aquí, chicas? — les pregunté cerrando la puerta tras de mi.— Creí que te ayudaría tener un poco de compañía. — dijo Emily — Sé que tu historia con Alfred es complicada, pero también sé que su muerte te pesa mas de lo que das a entender.— Alfred murió porque no supe protegeros bien... supuse que al igual que yo, necesitarías algo de compañía. — me dijo Isa.Las sonreí y abracé a las dos.— Muchas gracias. Tenéis razón, me viene
No pasó mucho tiempo desde que llegué a la habitación cuando alguien tocó a la puerta.— Adelante. — dije incorporándome de la cama.— Hola, Esteban. — me dijo Emily pasando a la habitación. — ¿Cómo te encuentras?— Jodido, pero voy tirando. Emily se acercó y se sentó en el borde de la cama, a mi lado.— Entiendo. ¿Y cómo llevas lo de ser Alfa?— Mal. ¿Yo, un Alfa? No sé quien en su sano juicio lo ve una buena idea.— Creo que Alfred lo veía así. Y supongo que la Diosa también.— Todos personas externas. — Yo también te veo como un buen Alfa, sólo necesitas confiar un poco mas en ti mismo. — Emily me cogió con delicadeza la mano.— Quizás tengas razón. O quizás tan sólo sea un fraude y una decepción. — No digas tonterías, Esteban. Lideraste una aldea de pícaros durante diez años.— Eso es totalmente diferente a lo de ahora.— No tanto. ¿Qué es lo que cambia? ¿Que son bastantes mas lobos y son dos manadas?— Sí, en parte. — ¿Y cuál es la otra parte?Liberé mi mano de la de Emily y
— Esteban, ¿te acuerdas de nosotras? — me dijo Evelyn sujetándome los brazos. — Papi, dijiste que me protegerías. — me dijo Lisa mientras me clavaba un cuchillo en las costillas — Prometiste que siempre estaríamos juntos, Papi. — Juraste amarme mas allá de la muerte, Esteban. ¿Acaso lo has olvidado? — me dijo Evelyn con los labios morados y la sangre corriendo por su cuello. Intenté moverme o decir algo pero estaba amordazado e inmovilizado. — ¿Dónde estás, Papi? No estás aquí. No has cumplido tu promesa. — Siempre dejas que otros mueran por ti, Esteban...*** Me desperté gritando y envuelto en sudor: la puerta de la habitación se abrió de golpe. — ¿Se encuentra bien, Bendito Alfa Esteban? — dijo una chica de mi nueva manada. — Sí, no te preocupes. Estoy bien. — Disculpe Bendito Alfa Esteban, pero no parece encontrarse bien. ¿Necesita algo? — No te preocupes, solo era una pesadilla. Estoy bien. Muchas gracias por la preocupación. — dije esbozando una sonrisa que estaba muy le
Bajé a desayunar en pantalones vaqueros y una camiseta ajustada de hacer deporte. — Buenos días a todos. — saludé mientras me sentaba y cogía un par de tostadas. — Buenos días. — me saludaron los demás Beta (excepto Julián, que seguía en el hospital atendiendo a los heridos: ese hombre en algún momento colapsaría, aunque decía que dormía a ratos en el hospital), Mar, Jake y Estrella que vigilaba de cerca a la princesa. Comimos con calma mientras hablábamos de temas variados: cosas de la manada, ocio etc. Era extraño hablar de estos temas porque durante muchos meses lo único de lo que se hablaba era de la guerra, pero no me quejaba del cambio, lo prefería mil veces. — Bueno Esteban, háblanos de SunLight. ¿Quedaron supervivientes del ataque? — me preguntó de forma repentina Joselyn. — Sí, algunos sobrevivieron. Aún no sé cómo, supongo que me lo dirán cuando lleguen. — ¿¡Cuándo lleguen!? — preguntó Jake sorprendido — ¿Cuándo pensabas decírnoslo? — Cuando saliese el tema, claro. Com
Me dirigí hacia el taller armamentístico para localizar a Emily y decirle que comeríamos juntos al día siguiente. — ¡Beta Emily! ¡Tiene visita! — gritó un lobo joven nada mas verme. — ¿¡Cuántas veces debo decirte que me llames por mi nombre!? — se quejó la voz de Emily. — Lo siento Beta Emily, pero no me siento cómodo haciendo eso. — Al menos podrías decirme quién es la visita. — la voz de Emily sonaba cada vez mas cerca. — Soy yo. — respondí antes de que el lobo dijese algo. — ¡Esteban! — dijo Emily entrando en mi rango de visión — ¿Buscas mas armas? — No. En realidad quería saldar mi deuda e invitarte a comer mañana. Todos en el taller me miraron sorprendidos. "Tampoco le estoy pidiendo una cita." Roy me gruñó enfadado. — ¡Lo había olvidado! Es verdad, te gané un día en un entrenamiento y esa fue mi recompensa. — Sí. La verdad es que no esperaba que me ganases. Emy sonrió con orgullo. — Serás letal en muchos aspectos, pero... yo soy rápida y muy flexible. — Sí, ganaste