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Capítulo cinco.

Lauren Santander.

Poco más de cinco minutos ya nos encontrábamos en “La Generala". Entramos y nos sentamos en unas de las mesas vacías. Enseguida se nos acercó mi tío para atendernos.

—Olá que surpresa ter você aquí minha garota. [Hola, que sorpresa tenerte aquí niña bonita]

—Olá, disculpe por naõ ter vindo mais cedo, eu estava ocupado com o bar. [Hola, disculpa por no haber venido más seguido, estaba ocupada con el bar.]

—Quieta minha garota. [Tranquila niña bonita]

Iba a seguir hablando pero noté como Nigel nos miraba sin entender nada por lo qué volví a hablar en español.

—Nigel él es mí tío Carlo. Tío él es Nigel, ha llegado hace poco a Asunción y es el nuevo cantante de infernum. Gracias a él en dos noches se llenó el local.

—Encantado Nigel. Vaya, sí que debes ser bastante bueno, cuando quieras puedes pasarte por aquí y nos tocas algún tema.

—Claro, lo haré con mucho gusto Don Carlo.

—Oh no, por favor sólo Carlo que el Don me hace ver viejo y aún no lo soy.

—Esta bien Carlo.

—Mucho mejor. Póngase cómodos enseguida les traigo algo delicioso para cenar. No te preocupes Lauren que tú amigo se irá de aquí con la barriga llena y el corazón contento.

—Gracias tío.

—Entonces, ¿La Generala es de tú familia?.— preguntó Nigel apenas mi tío nos dejó a solas.

—Sí. Mi tatarabuelo lo abrió en los años cincuenta y desde entonces ha pasado de generación a generación. Mi madre es cocinera y mi padre es quién atiende en el bar que está por allá. Se llaman Celso y Tanya.

—El idioma en la que hablaron recién era portugués ¿no?.

—Sí. Mi familia es brasileña, y como te dije recién, vivimos aquí desde hace tiempo. Nunca perdimos la costumbre de hablar portugués.

—Ya veo. Me alegro que te lleves tan bien con tú familia.

—La verdad que no imagino una vida sin ellos. También tengo dos hermanos pequeños, Lucero y Martín. Bueno, cuéntame un poco de ti también. ¿Por qué estás aquí? ¿viniste sólo? ¿De dónde?.— pregunté. Me acabo de dar cuenta que no sé absolutamente nada de él.

—Estoy de vacaciones, vine sólo y bueno, nací aquí pero cuando era pequeño tuvimos que mudarnos a Los Ángeles por cuestiones laborales de mi madre. Tengo una hermana se llama Tatiana, un mejor amigo que considero más un hermano, Jasper es su nombre. Justamente estaba hablando con él antes de venir.

“Su mejor amigo, hablaba con su mejor amigo” sin poder evitarlo se formó una sonrisa en la cara. Creo que se ha dado cuenta pues su mirada ha cambiado.

—Bueno, ¿porqué elegiste Paraguay para vacacionar?— pregunté para desviar su atención de mí.

—Me aburrí de la vida tan caótica de LA que decidí venirme aquí, no he pisado tierras paraguayas hace bastante tiempo.

—¿Cómo puedes aburrirte de la vida de LA.? Es un sueño hecho realidad para muchas personas.

—Sí, aunque bueno, supongo que como todos- noté como se puso serio de repente.— A veces te falta aire y necesitas conocer nuevos lugares.

—Nigel, te prometo que aquí encontrarás suficiente aire para poder respirar bien.— murmuré poniendo mi mano sobre el suyo— Si necesitas una familia, la mía estará para ti. Si necesitas una amiga aquí estoy yo. Te prometo que conseguiré que Asunción se convierta nuevamente en tu hogar.

Él me observó fijamente a los ojos. Tal vez no se esperaba lo que le acaba de decir, solo dije lo que verdaderamente sentía. No pude apartar mis ojos de los suyos, sentí como sus dedos comenzaban a trazar pequeños círculos imaginarios en mi mano. Aquel contacto volvió a erizar nuevamente todo mi cuerpo. El tiempo se detuvo, solo éramos él y yo. Hubiéramos seguido así si no fuera por mi tío que nos habló para ayudarlo a poner las bandejas en la mesa.

Después de cenar nos retiramos, no antes de presentarle mis padres a Nigel quiénes comenzaron a llenarlo de preguntas sobre su vida en LA. Noté que Nigel se ponía incómodo con las preguntas que hacían mis padres por lo que decidí intervenir y sacarlo de allí.

Me ofrecí acompañarlo hasta su edificio, no sé por que lo hice o tal vez lo sabía.

Fuimos caminando, me di cuenta que vivía bastante cerca de mi casa. Le iba contando algunas anécdotas de cuando era pequeña. Él escuchaba atento como si le estuviera contando algo súper interesante, debes en cuando reía. ¡Qué risa tan melodiosa!.

Cuando llegamos frente a su edificio nos quedamos en silencio mirándonos a los ojos. No sabía que estaba sucediéndome pero no quería irme. Creo que le pasa lo mismo por qué no abrió la puerta.

No sé cuánto tiempo nos quedamos mirándonos pero pude notar como nos íbamos acercando lentamente. Estaba tan cerca de Nigel, podía sentir su respiración a unos centímetros de mí, comenzó a sonar mi móvil asustándome que no pude evitar echarme para atrás.

Miré la pantalla y el nombre de Camilo resaltaba. “Carajo”, pensé. Nigel también lo vio y me dio la sensación de que se molestó.

—Es, u..un a..amigo— creo que notó mi nerviosismo.

—¿Un amigo?— preguntó con el ceño fruncido.

—Sí, bueno no, es que tenía una cita con él esta noche.

—Ah, tenías una cita con tú amigo— respondió medio irónico.

—Ah, bueno, eh, y..yo uhmm— no pude formar una oración coherente.

Nigel parecía enojado. Sacó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta de su edificio.

—Mejor será que entre, me hubieras dicho que tenias cita con tu amigo. Lo siento por arruinar tu noche, buenas noches Lauren.

Y, antes de que pudiera hablar, cerró la puerta del edificio. Joder, ¡qué estúpida soy! Y maldito Camilo que se pasa arruinando todo. Siempre se mete en dónde no lo han llamado.

No le respondí la llamada ni le devolveré después.

Me fui a casa pensando en todo lo que había vivido desde que conocí a Nigel. Hace unos días pasaba todo el día hablando con Camilo, era verdad que buscaba excusas para no salir con él pero lo haría en algún momento. La cosa es que desde que escuché a Nigel cantar en la costanera no dejó de pensar en él.

No entiendo el por qué no puedo sacarlo de mi mente, ¿no se puede enamorar de alguien tan rápido verdad? O ¿si se puede?.

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