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Capítulo ocho.

Lauren Santander.

Llegamos antes de que Nigel cantará, menos mal no había mucha gente aún. Busqué a Nadia con la mirada pero no la vi en ninguna parte, le pedí ayuda a Nigel para traer algunas cajas de bebidas. Luego él subió al escenario y preparó todo para su show.

Apenas faltaban minutos para que el concierto de Nigel comenzará el local estaba lleno, mucho más que los días anteriores. Se nota que se corrió la voz de lo buen cantante que es Nigel, también me di cuenta que había mayor presencia femenina.

Cuando salió, la primera nota de su guitarra, la gente empezó a aplaudir.

Él estaba con los ojos cerrados, sintiendo cada nota de la canción, y de repente abrió los ojos y me miró, con una mirada seductora haciéndome creer que la canción iba para mi.

      Solo una sonrisa y me robaste el corazón solo una mirada y todo cambió de color.

Fuiste como un ángel que del cielo descendió

Tú me sorprendiste y el amor a mí llegó

Y ahora sueño despierto imaginando tus besos y acariciándote

Solo espero qué llegué el momento de abrazarte otra vez

Y eres tú mi amor primero, eres tú como yo soñé haz llenado de mil emociones mi alma y mi ser.

(…)

El bar estaba totalmente lleno, hace tiempo que no teníamos tanta gente, por suerte Nadia ya se encontraba aquí y podrá ayudarme a atender a la cantidad de gente que había.

Vi a Dalila y Fabián acercándose a la barra, nos saludamos. Preparé margaritas para Dali y unas cervezas para Fabián, siempre que venía pedían lo mismo.

—¡Dios, canta maravilloso!— dijo Dalila sonriéndome cómplice.

—Opino lo mismo, de hecho su voz me recuerda a un cantante que estaba sonando en la radio mientras veníamos— habló esta vez Fabián.

—Su voz es único— contestó Nadia que justamente vino a llevar los pedidos.

—Y no solo canta maravilloso, ¿Verdad Lauren?— dijo Dalia y ambas comenzaron a reír, menos Fabián que no entendía nada.

—¡Paren las dos!— exigí con fingida molestia— mejor ve a buscar a tu novio Dalila, que mientras tu hablabas él está ahí bailando— señalé con la cabeza hacia la pista de baile donde Fabián bailaba con una botella de cerveza.

—Lauren tiene razón— secundó Nadia— mira que hay bastantes chicas.

—Ese idiota va a escucharme— dijo Dali mientras se alejaba.

Nigel Valverde. 

Al terminar de cantar, baje del escenario y me acerqué a la barra para beber algo. Encontré a Dalila y Fabián discutiendo de algo pero cuando me vieron se callaron, también estaba Nadia y Lauren.

Empezaron a contar anécdotas de cuando estaban en la universidad. Comencé a reírme a carcajadas con las historias que contaban.

Cuando dieron tres de la mañana, Fabián sugirió seguir tomando pero deberíamos buscar otro lugar por qué ya iban a cerrar el bar. Fuimos caminado en busca de algún lugar para bailar, estábamos algo tomados ya.

No tenía ni la más mínima idea de dónde íbamos.

Dalila y Fabián iban tomados de la mano delante de nosotros, hablando de los posibles lugares en dónde podíamos ir para seguir con la fiesta. Lauren caminaba a mí lado y me miraban con aquellos orbes negros, tan negros y hermosa como la misma noche. Lauren es la más hermosa de todas las mujeres. Continuamos caminando hasta llegar aun club nocturno de nombre “Diávolo", genial salimos del infierno y nos encontramos con el diablo.

Entramos y nos dirigimos directo a la barra dónde pedimos una ronda de vodka. Lauren comenzaba a reír de cualquier cosa, sigo de estar borracha, bueno yo estaba igual o peor que ella así que supongo estoy borracho. El club estaba lleno pero no tanto como INFERNUM, también sonaba reggaetón. Todos bailaban como si fuera a acabarse el mundo mañana. Lauren y Dalila no perdieron tiempo.

Cuando sonó “Déjate de Joder” de Japiaguar la gente comenzó a saltar y gritar. Lauren y yo empezamos a bailar juntos.

Ella meneaba sus caderas de forma lenta, de forma que hacía que mi erección comience a notarse.

Mis manos se pegan con fuerza en sus caderas, ella se mueve con lentitud hasta que se voltea y comienza a bajar pero sin dejar de menearse; su rostro se encuentra a la altura de mi erección, con sus manos se sostiene de mis piernas y roza sus labios sobre la tela que aprieta a mi pene.

Con lentitud va subiendo y al estar frente a mí lleva una de sus manos para luego acariciar mi erección sobre el pantalón, gruño en cuanto aprieta mi pene con suavidad y atrapo sus labios con salvajismo sujetándola por la nuca, sus manos se posan sobre mi pecho.

—No juegues con fuego, gatita —susurro en su cuello y ella ríe.

—Pero si yo no he hecho nada —habla de forma inocente.

Vuelve a contornearse sensualmente, me da la espalda y mientras que menea sus caderas a la perfección su trasero se mueve sobre mi erección haciendo que mi deseo crezca más y más.

—Gatita —murmuro y sonríe.

—¿Qué sucede? —me observa por el rabillo del ojo pegando su trasero más contra mi entrepierna.

—Báilame de frente —le pido y ella voltea a verme.

Se acerca peligrosamente a mi rostro, cuando creo que va a besarme entreabro mis labios pero en lugar de un beso siento como su mano se introduce bajo mi pantalón tomando mi pene entre sus delicados dedos.

—Lauren, ¿Estás loca? —cuestiono mientras observo que nadie nos esté observando.

—Un poco de adrenalina no nos hará nada mal —su mano comienza a moverse de arriba hacia abajo sobre mi pene.

Beso su cuello y ella jadea en mi oído luego de eso su mano comienza a moverse a mayor velocidad, gruño y la acorralo sobre una pared del lugar y ella me sonríe con picardía.

—Me estás provocando mucho, gatita —menciono con voz ronca por el deseo que corre por mi torrente sanguíneo.

Cuelo mis manos por debajo de su blusa, acaricio la piel de su cintura e instantáneamente esta se eriza ante mi tacto. Mis manos suben hasta sus pechos y los masajeo, doy gracias a que no llevaba sujetador y tenía pase libre a sus perfectos pechos.

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