Cuando me introduje a la vida adulta, y en mis horas libres de mi primer trabajo, comencé en esta historia. Para empezar ya antes había escrito otras pero nunca habían tenido más de 200 vistas, aun si era constante ese número no subía. Sin embargo, mediante grupos de Facebook descubrí que existían personas que podían sentir atracción por lo que escribía. Si te ha gustado el capítulo no te olvides de darle “Me gusta” y comentar. Así sabré si te ha gustado y lo que piensas al respecto de la historia.
*** –Por eso María Antonieta fue llevada a la guillotina en octubre de ese mismo año. Recibiendo el mismo destino que el rey Luis XVI… >>¡Ya párenlo!<< prestando algo de atención a la información. Mariana deseaba que su acompañante parara de darle datos sobre las historia del mundo. Hace unos veinte minutos, la garganta dejo de ser su cómplice, y debido a que no poseía agua a su disposición. Esta se vio obligada a dejar de producir cuerdas vocales. Cerrando la boca, resignada a escuchar lo que decía. –Es así como tras la muerte de Maximiliano… –la garganta de marco comenzó a picar, y el pecho se inflo de repente, dejando escapar un tosido que lo alerto de inmediato. El silencio perduro por unos minutos, escuchándose el sonido del libro cerrarse, y los pasos rápidos que se producían al bajar las escaleras. –La clase termino. Vuelvo dentro de unos minutos. –Espera no me dejes aquí… Marco hizo caso omiso a las palabras de su alumna, dirigiéndose a la habitación donde para su sorpr
Luego de un golpe a Marco y la liberación de Mariana. Ambos se encontraban en la biblioteca, mirándose, esperando el movimiento del otro. –Me disculpo por mi falta de atención ante lo que usted usaba. Y mi intromisión rápida a la habitación, sin tomar en cuenta que podría estar con menos… ropa. Mariana inflo las mejillas llena de vergüenza e ira. –Maldito –lo miro con odio–. Eres un idiota. Minutos atrás, la joven había logrado darle una bofetada al hombre que la había esposado. Consiente del erro, él decidió no volverlas a usar, dándole espacio para que desayunara y saliera de la habitación, guardándose ambos en la biblioteca, obstando por sentarse en diferentes sillones, uno en frente del otro. –Señorita Mariana. –Ahora que Marquillo. –No puede llamarme de una mejor manera o será que no recuerda mi nombre. Aunque lo dudo ya que antes lo dijo bien. –¡Yo te llamo como quiera! –se cruzó de brazos, alterándose por la verdad. –De acuerdo –se posiciono en frente de ella–. Como es
*** Efectivamente, toda la noche llovió, y al siguiente día continuo. Como de costumbre, Marco ya se encontraba despierto preparando un poco de café al igual que el desayuno para él y su alumna. Había optado por no levantarla y darle tiempo. Necesitaba un poco de espacio al igual que él, aunque presentía que el clima no lo ayudaría pues comenzaba a sentirse cansado así como el cambio de la temperatura corporal. >>Ya pasara>Otro día de pesadilla<< se miró al espejo, retirándose de inmediatamente para asearse y vestirse, continuando con la rápida salida de la recamara y su parada matutina que resultaba ser la cocina. –Buenos días –miro de reojo al hombre, sentándose, frente a él, en una silla del comedor de la servidumbre. –Buenos días… –Puedes servirme mi de
–Si quiere, créame –se obligó a soltarla y desprender la mirada–. Como su tutor, velare por usted como mi alumna. Siempre y cuando acceda a mis enseñanzas. De lo contrario, estará usted sola. Levantándose, camino hacia la salida, deteniéndose antes de girar la perilla. –Si no coopera, será una lástima el destino que le depara –fue todo lo que dijo, antes de retirarse del cuarto, dejándola sola con pensamientos dudosos y decisivos. >>Eso será suficiente para comenzar>Mientras tanto, es mejor no padecer en frente de ella<< tocio levemente, rogándole al cielo piedad ante lo que se aproximaba. *** Al medio día, las nubes hicieron de las suyas. Nublaron el cielo y humedecieron el suelo, dando un aspecto triste y apagado al ambiente en la mansión. Las flores se alegraban por estar cubierta por el líquido, mas sin embargo Mariana no opinaba lo mismo desd
–¿Qué tratas de hacer? te encuentras en un esto deplorable –el mayor la miro extraño –. No me agradas y eso está claro. Sin embargo no puedo dejarte morir. No sin antes torturarte para que salgas de la mansión. Ya afuera, el resto es tu problema. –Señorita Mariana, mi obligación es… –Es cuidar de mí, pero si desfalleces no lo cumplirás y yo tendré un cuerpo putrefacto en este sitio –lo miro de pies a cabeza–. Además ¿Quién en su sano juicio duerme con esa ropa? –él se miró y recordó como se había dormido con la ropa habitual. Nada cómoda para descansar. –Señorita Mariana… –Deja de decirme así y descansa –lo interrumpió–. No te preocupes por mí. Si quieres que algún día tome una clase tuya, debes de estar vivo. Ahora cámbiate, ponte algo cómodo y descansa –salió de la habitación sin dejarle decir algo. Recostándose sobre la puerta, sorprendida ante las palabras dichas por ella misma. Sentía que el pulso se le aceleraba sin parar >>¡Madre que estas en el cielo! ¿Desde cuándo me imp
–Si te lo digo estarás contento. Bien –hablo sarcásticamente, sentándose nuevamente en la silla giratoria del escritorio–. Cuando era pequeña, nadie cuidaba de mi así que vi esto como un paso a ser mejor conmigo y… –Mientes. Tu mirada me lo dice. –expulso aire pesado, al ser descubierta por él. –Okey. Lo que hice fue porque no quería que murieras. –Es solo un resfriado. –Nona Milena dice que los resfriados pueden agravarse si no los controlas y yo… no quiero ser la causante de matar a otro educador –Marco arqueo una ceja–. Cuando cumplí los catorce años, el señor Armando se convirtió en mi profesor. Me negué a recibir sus clases, fastidiándolo de múltiples maneras como lo había hecho con el resto –el brillo en los ojos se oscureció–. Creo que me pase de bromas a la final. –Bromas como las que me hiciste. –No. Con él se me paso la mano –dirigió la mirada a un lugar vacío de la habitación–. Utilice armas, pirotecnia armas blancas y demás para espantarlo, sin embargo el no desistió.
El nuevo día irrumpió por las ventanas y saludo a todo ser viviente que se encontrara en su camino. Adorno la mansión con la presencia de la luz embelleciéndola con su esplendor, mientras dominaba los rincones de esta por donde se habría paso hasta la habitación que escondía dos cuerpos arrullados por el sueño. Los rayos del sol que descendían por la habitación, acariciaban lentamente el pacifico rostro del hombre mayor, quien aún sostenía entre sus brazos a su acompañante sin intenciones de soltarla. Luego de unas horas, quien poseía entre sus brazos a la joven, recobro el conocimiento, teniendo como primera escena al abrir los ojos, la cabellera castaña oscura de la aparte lateral de la cabeza de esta, que emitía un agradable olor a fresa fresca empalagosa, que lo inducia a aspirar el aroma en repetidas ocasiones por parte de la misteriosa acompañante. >>Dulce y empalagoso. Distinta al resto<< sonrió sosteniendo el peso en un brazo, acercándose a la corilla de la cabellera para be
>>Si no fueras mi tutor y no estuviera en estas circunstancias, sería como las lectoras en línea, te secuestraria para mí. Sin embargo la atracción no me deja idiota y no digo que la tenga contigo. Simplemente tienes lo tuyo pero aún sigo despreciándote<< –Señorita Méndez –Mariana alzo una ceja al notar la formalidad no antes dada –¿Por qué no desea aprender? –¿Es enserio? ¡Vuelve la burra al trigo! –reviro los ojos cansada de responder lo mismo–. Porque eso mi padre quiere –resoplo–. No le doy gusto a nadie, ese es mi lema. Además no me gusta aprender. –Sabe mucho como para decir que no le gusta aprender. –Bueno solo lo que me interesa –él la analizo y ella lo observo. –Bien dígame. Sabe el uso adecuado de “b, v, c, s, z” –¿Quién no sabe eso…? –El funcionamiento reproductor de la célula, la tabla periódica, sistema circulatorio, sistema endocrino, ley de Ohm, la electricidad y magnetismo… –Eso a quien le importa… –Estados de materia, componentes. Ley de Avogadro –continúo hab