Los saludos de respeto y cordialidad, eran entregados por el personal de limpieza y servidumbre en general que reorganizaban y trabajaban con dedicación y esfuerzo. Lentamente, toda la mansión volvía a su antigua gloria, incluido el salón de baile donde la mayoría de la infraestructura no había sido afectada a causa de la granada lanzada durante la batalla. La mayoría de los empleados conocía y respetaban al señor Marco Preminger; él único que controlaba y vigilaba de cerca a la joven problemática señorita Méndez, quien había bajado el índice de fechorías y travesuras desde que él mayor la educaba. –¡Señor Marco! –refugiándose detrás de él, Esteban observo hacia todos los lados, atento a cualquier posible individuo que no quería ver, incomodando a la persona que le hacía de escudo. –¿Qué ocurre Esteban? –Disculpe –le quito las manos sobre la espalda– ¿Puedo pedirle un favor? –alzo la ceja, esperando la continuación– ¿Puedo quedarme a su lado por un momento? –¿A qué se debe esa p
Esteban corrió de inmediato hacia Alex, socorriéndolo para examinarle el rostro así como algún otro lugar en el que pudiera tener alguna herida mayor. Pronto noto el labio inferior partido, limpiando la sangre con el dedo pulgar.–¿Cuánto tiempo lleva mirando? –sacudió la suciedad que poseía en la ropa.–Todo ¿No puedo creer que se hallan convertido en actores de kun fu?–El señor Alex empezó.–Son mis hombres de confianza. Como pueden pelearse así. Frente a su ama. Violan el artículo 5 de nuestro contrato –Alex no refuto nada. Levantándose del suelo.–¿Tiene un reglamento? –los mayores se vieron, cayendo en cuenta la joven que no le había dado las reglas.–Creo que lo olvide –excusándose, se rasco la cabeza ante el error.Sin darle importancia a la joven, dejo la molestia en el rostro agregando el que le producía el tener una herida en el labio, decidiendo que lo mejor era retirarse del lugar sin decir nada. Deteniéndolo Esteban, sujetándolo del brazo.–Lamento mucho este show que a
Con la cabeza agachada, la mirada glaseada siguió los pasos del hombre de traje monocromático, quien caminaba con elegancia y seriedad por los pasillos de la mansión, rumbo a la zona subterránea. En silencio, Imelda esperaba lo peor. –Permita el acceso –señalo la puerta de seguridad. –Señor Lundvik. No es necesario esto. Créame. Usted fue de mucha ayuda en su tiempo pero ahora… –Desde cuando un agente en servicio superior tiene permitido llamarme por mi apellido. –Lo siento señor Gabriel. Solo lo decía por ser usted mi superior en el pasado. –Silencio. Hable y conteste cuando se le pregunte ¿entendido? –Si señor Gabriel. –Y además, desde cuando le pedí que me diera información o recuerdos erróneos. Deje de tomarse molestias que no le compete y obedezca –rugió furioso, tragando saliva la mujer. –Sí. Señor Gabriel. Nerviosa, dio un paso al frente colocando las huellas dactilares, activándose el acceso a las escaleras que los condujo al ascensor al cual abordaron sin espera. Al
La mujer rubia, sonrió provocativa y traviesa suprimiendo el deseo de besarlo, pero animada de jugar lento con el hombre, a quien lo despojo de su uniforme superior prosiguiendo por la correa del pantalón, permitiéndose el acceso hasta la masculinidad que ansiaba. El primer paso para molestarlo resulto ser el tacto, tocándolo con la punta de los dedos, admiro el tamaño por unos minutos antes de alzar la cabeza y provocarle timidez y sonrojo, de inmediato desvió la vista para ocultar las sensaciones que le había provocado, curvando los labios complacida de su objetivo. Verlo avergonzado a causa de ella. –Desde esta vista te ves tan sabroso. Tanto que incrementa cuando tratas de hacerte el fuerte. Eso me provoca ser mala contigo. Dejo escapar una risita, paso la lengua sobre la punta del miembro erecto del hombre introduciéndolo con lentitud rosando los labios, llegando hasta lo profundo de su boca. Consiguiendo que expulsara un pequeño gemido de placer que no logro contener. Amand
Escuchando con atención las clases de Marco, empezó a distraerse ante el pensamiento de quedarse a solas nuevamente con él. Ya antes lo había estado, pero ahora tenía de intermedio los sentimientos y sensaciones que producía su tutor en ella. >>Desde ayer no sé nada sobre mis guardaespaldas a excepción de Mimí, Iván y Eduardo. Sé dónde está mi pareja favorita pero Imelda desapareció tras ser regañada por el malhumorado y gruño mayordomo. Con las peleas que se cargan, juro que terminaran juntos algún día>Mejor no. Imelda es demasiado buena para estar con el frívolo y mandón de Gabriel>Piensa tonta. Fuiste tan obvia. Saca una excusa o nos dejara tarea hasta para resolverla en sueños<< –Yo… veras. Pensaba
–No soy su confidente. Llegamos a un acuerdo. El sabría más sobre mí sí me decía cosas sobre él. Claro que cosas del pasado antes de ser educador no están permitidas pero es un voto de confianza mutuo. –Algo inesperado y extraño. –Hasta el mismo Marquillo tiene cosas que ocultar –sonrió, olvidando el problema del teléfono. –¿Marquillo? ¿Así lo llamas? –afirmo traviesa–. Eres la actual alumna. La que casi lo hace tirar la toalla. –Esa misma –confirmo con orgullo–. Mi nombre es Mariana. Un gusto ¿Puedo saber el tuyo? –¡Oh! No –hizo una mueca de disgusto–. Eso no se puede señorita Mariana. –Sin “señorita” por favor. Y déjame adivinar ¿si me lo dices me pones y te pones en peligro? –Suena a las palabras que Marco diría. –O que también diría Eliseo. –¿Conoces ese nombre? –musito, confirmándolo– ¿Segura que conoces poco de él? –Tal vez pueda decirte más, si me dices tu nombre. Dejando escapar una risita, al hombre le pareció agradable el inusual receptor. –Mejor dime algo que no
12:55 pm indicaba el reloj de la pared mientras mi aburrimiento crecía y mi cuerpo ya no podía expandirse sobre la cama.Muriendo por no tener nada que hacer, soportaba el confinamiento en mi habitación sin internet o alguna cosa para entretenerme. Un método de castigo implementado por mi padre para tratar de enseñarme que no debo amenazar con un cuchillo mis tutores y servidumbre.>>¿Por qué no se da por vencido?>Lunes 20 de Junio del 2016. Recuerda esa fecha cerebro. Por qué are que me las page ese hombre que tengo por padre>Espero que sea para levantarme el castigo y dejar de joderme con esos maestros es
Mordiendo mi labio inferior, ordene a Filiph bajar la velocidad con la intención de aligerar la amígdala en él, para así liberarme de la sensación extraña que empezaba a formarse en mí. Pronto llegamos al establo y le ordene bajarse de inmediato.–Llegamos. Ahora puedes soltarme –hable en un hilo de voz.–Está bien… –noto el aferro que tenía hacia mí, apartando los brazos deprisa–. Lo siento. No era mi intención…Resople burlona.–Desde que te conozco lo único que haces es disculparte –seguí aferrada a la correa.–No quiero ofenderla.–¡Que mierda! Eres una piedra en mi zapato desde que llegaste y dices ahora no querer ofenderme. Siempre lo haces. Cuando te digo que te vallas y sigues aquí es como si me ofendieras.Volvió a disculparse, indicándole que dejara de hacerlo. Gire los ojos y me dirigí hasta el cuarto de Filiph siguiéndome en el proceso el hombre que no dejaba de responder cada ataque le lanzara.Ya de regreso a la mansión, los labios de ambos se cerraron, llegando a mí el