Mariana volvió a negarse, prosiguiendo con el relato del pasado. –Omitiendo lo anterior –suspiro profundo–. Desmembré a ese hombre, le corte la yugular hasta que la sangre coagulo y se esparció por todo el suelo. Un sentimiento de vacío se apodero de mí y solo sostuve el cadáver de mi mascota. Al día siguiente un sirviente fue a buscarme. Le pedí que me dejara sola, pero al ver el cadáver me pidió que saliera de la habitación, al final termine degollándolo en una búsqueda del placer de asesinar como antes lo había tenido. Pero ese placer no volvió a mí, lo contrario me sentí molesto y deje el cuerpo a un lado. Dejo una pausa para recopilar la información de los recuerdos, tragando saliva con dificultad. Nadie volvió a llamarme y no me importo no comer. Es más. Sentía nauseas de solo pensar en algún alimento. El olor putrefacto de los cadáveres ya no era una molestia y según Alex y los sirvientes, me encerré en ese lugar durante una semana. Cuando él fue por mí, trate de matarlo. Pe
La ultima inesperada lluvia, había caído la noche anterior mientras que la mañana era bendecía con los rayos del sol que levantaban a la joven, impaciente y con algo de fatiga por la luz. Aunque trato de volver a dormir, le resultó imposible hacerlo por lo que mantuvo el cuerpo en reposo mientras admiraba el vacío color blanco que estaba arriba de su cabeza. >>Esta es la primera vez que pasa algo así…<< sentándose en medio de la superficie blanda. Llevo las piernas al cuerpo, rodeándolas con los brazos, colocando lentamente la cabeza sobres las rodillas. –¿Cuánto he dormido? Además ¿Qué deben estar haciendo? El sonido de la puerta seguido del abrir de esta, llamo la atención de la joven que choco miradas con los ojos verdes de la chica pecosa de veintitrés años que se sorprendió al verla despierta, corriendo hacia ella dando un grito leve de felicidad, tomándola del rostro con desesperación para confirmar que estuviera bien. –Mi señorita, esta despierta –la inspecciono a detalle.
Mientras tanto, Mariana trataba de relajarse en la tina con agua tibia y esencias de lavanda y flores. Buscando el detonante exitoso en los recuerdos que la habían ayudado a recobrar las memorias pérdidas de las veces en que se descontrolaba >>El atentado en Nicaragua, la primera vez de Mimí, Imelda, Zack y Nona. Todas esas primeras veces en que lo hice frente a ellos están activadas. Duelen pero…>De algo sirvió su dinero<< ladeo una sonrisa, envolviendo una toalla alrededor del cuerpo, saliendo del baño. Tras secarse y vestirse con un pijama cómodo que usaría todo el día del encierro voluntario, dejo caer con brusque
Los saludos de respeto y cordialidad, eran entregados por el personal de limpieza y servidumbre en general que reorganizaban y trabajaban con dedicación y esfuerzo. Lentamente, toda la mansión volvía a su antigua gloria, incluido el salón de baile donde la mayoría de la infraestructura no había sido afectada a causa de la granada lanzada durante la batalla. La mayoría de los empleados conocía y respetaban al señor Marco Preminger; él único que controlaba y vigilaba de cerca a la joven problemática señorita Méndez, quien había bajado el índice de fechorías y travesuras desde que él mayor la educaba. –¡Señor Marco! –refugiándose detrás de él, Esteban observo hacia todos los lados, atento a cualquier posible individuo que no quería ver, incomodando a la persona que le hacía de escudo. –¿Qué ocurre Esteban? –Disculpe –le quito las manos sobre la espalda– ¿Puedo pedirle un favor? –alzo la ceja, esperando la continuación– ¿Puedo quedarme a su lado por un momento? –¿A qué se debe esa p
Esteban corrió de inmediato hacia Alex, socorriéndolo para examinarle el rostro así como algún otro lugar en el que pudiera tener alguna herida mayor. Pronto noto el labio inferior partido, limpiando la sangre con el dedo pulgar.–¿Cuánto tiempo lleva mirando? –sacudió la suciedad que poseía en la ropa.–Todo ¿No puedo creer que se hallan convertido en actores de kun fu?–El señor Alex empezó.–Son mis hombres de confianza. Como pueden pelearse así. Frente a su ama. Violan el artículo 5 de nuestro contrato –Alex no refuto nada. Levantándose del suelo.–¿Tiene un reglamento? –los mayores se vieron, cayendo en cuenta la joven que no le había dado las reglas.–Creo que lo olvide –excusándose, se rasco la cabeza ante el error.Sin darle importancia a la joven, dejo la molestia en el rostro agregando el que le producía el tener una herida en el labio, decidiendo que lo mejor era retirarse del lugar sin decir nada. Deteniéndolo Esteban, sujetándolo del brazo.–Lamento mucho este show que a
Con la cabeza agachada, la mirada glaseada siguió los pasos del hombre de traje monocromático, quien caminaba con elegancia y seriedad por los pasillos de la mansión, rumbo a la zona subterránea. En silencio, Imelda esperaba lo peor. –Permita el acceso –señalo la puerta de seguridad. –Señor Lundvik. No es necesario esto. Créame. Usted fue de mucha ayuda en su tiempo pero ahora… –Desde cuando un agente en servicio superior tiene permitido llamarme por mi apellido. –Lo siento señor Gabriel. Solo lo decía por ser usted mi superior en el pasado. –Silencio. Hable y conteste cuando se le pregunte ¿entendido? –Si señor Gabriel. –Y además, desde cuando le pedí que me diera información o recuerdos erróneos. Deje de tomarse molestias que no le compete y obedezca –rugió furioso, tragando saliva la mujer. –Sí. Señor Gabriel. Nerviosa, dio un paso al frente colocando las huellas dactilares, activándose el acceso a las escaleras que los condujo al ascensor al cual abordaron sin espera. Al
La mujer rubia, sonrió provocativa y traviesa suprimiendo el deseo de besarlo, pero animada de jugar lento con el hombre, a quien lo despojo de su uniforme superior prosiguiendo por la correa del pantalón, permitiéndose el acceso hasta la masculinidad que ansiaba. El primer paso para molestarlo resulto ser el tacto, tocándolo con la punta de los dedos, admiro el tamaño por unos minutos antes de alzar la cabeza y provocarle timidez y sonrojo, de inmediato desvió la vista para ocultar las sensaciones que le había provocado, curvando los labios complacida de su objetivo. Verlo avergonzado a causa de ella. –Desde esta vista te ves tan sabroso. Tanto que incrementa cuando tratas de hacerte el fuerte. Eso me provoca ser mala contigo. Dejo escapar una risita, paso la lengua sobre la punta del miembro erecto del hombre introduciéndolo con lentitud rosando los labios, llegando hasta lo profundo de su boca. Consiguiendo que expulsara un pequeño gemido de placer que no logro contener. Amand
Escuchando con atención las clases de Marco, empezó a distraerse ante el pensamiento de quedarse a solas nuevamente con él. Ya antes lo había estado, pero ahora tenía de intermedio los sentimientos y sensaciones que producía su tutor en ella. >>Desde ayer no sé nada sobre mis guardaespaldas a excepción de Mimí, Iván y Eduardo. Sé dónde está mi pareja favorita pero Imelda desapareció tras ser regañada por el malhumorado y gruño mayordomo. Con las peleas que se cargan, juro que terminaran juntos algún día>Mejor no. Imelda es demasiado buena para estar con el frívolo y mandón de Gabriel>Piensa tonta. Fuiste tan obvia. Saca una excusa o nos dejara tarea hasta para resolverla en sueños<< –Yo… veras. Pensaba