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Capítulo III

Esmeralda

Estaba anonadad, no creo poder resistir lo que mi ahora compañera de cuarto había resistido, ese tipo prácticamente la había marcada, solté el aire de mis pulmones y trate de dormir, cosa que se me había hecho casi imposible, de pronto vi que ella se movía, estaba peleando con alguien, sollozaba y balbuceaba, me apresure a despertarla y calmarla por unos minutos.

— Es estúpido, no entiendo por qué todo persiste en mi mente – dijo después de unos minutos de silencio – solo estuve en esa casa un par de días.

— Pero en tu casa viviste más de 18 años, y ellos tampoco fueron muy buenos contigo – se quedó en silencio – puede que no lo piense ahora, puede que incluso aun estés agradecida por tus padres, pero debes asumirlo – vi una lágrima brillante recorrer su mejilla – ellos te vendieron.

— Y al mejor postor, lo sé – limpio rápidamente su lágrima – pero aun así es difícil – mi móvil sonó en ese preciso momento, provocando que las dos nos sobresaltáramos, me senté en la cama y contesté tratando de sonar adormilada.

— Hola, discúlpame por llamarte a esta hora, pero en la comida que atendiste hoy – mi jefe sonaba algo asustado – la novia desapareció luego de hablar contigo ¿sabes dónde está? – pregunto rápido.

— Hola si, esa chica, no, solo sé que me trataron muy mal poco antes de venirme a casa – trate de sonar lo más natural posible – el novio tampoco trata muy bien a su prometida, no me sorprende que ella haya escapado.

— Está bien – su tono aún era tembloroso – ya te transferí lo que te corresponde, por la mañana iré a tu casa para que charlemos sobre tus próximos eventos – un escalofrío recorrió mi espalda - ¿me puedes volver a dar tu dirección? – le hice un gesto a mi compañera y ella rápido me hizo caso.

— Si obvio, dame un segundo, que sabes que no sé pronunciarlo bien – puse la alta voz y mientras me vestía le deletreó la dirección a mi jefe, pronto corté y le conté a la chica lo que había pasado.

— Es mejor que me vaya, te estoy trayendo problemas – se excusó, yo negué y comencé a echar lo más importante en mi maleta, algo me decía que no podría volver, cuando estuve lista un ruido llamó mi atención, un carro se había estacionado frente a mi casa.

En silencio la guie hasta la salida al patio trasero, con su ayuda pasé mi maleta hasta el patio del vecino, mientras permanecemos en silencio escondido entre algunos, ella se aferraba a mi brazo mientras veíamos como las luces de la casa poco a poco se iban encendiendo, los hombres no eran nada disimulados.

Todo esto estaba pasando, cuando mi móvil vibro, casi salte de un susto, pero me mantuve serena y lo apague, era mi jefe el que volvía a llamar, estuvimos allí un tiempo bastante largo, solo salimos cuando un portazo de un carro sonó, y luego este mismo partió, despacio y en silencio salimos de los arbustos y saltamos una cerca.

Una vez del otro lado tomamos mi maleta y salimos por el jardín del vecino que daba a la otra calle, le pasé mi chaqueta a mi nueva amiga y caminamos hasta encontrar un taxi que nos llevó hasta el primer café que vimos abierto, allí le pagué y nos bajamos, necesitábamos pensar. Una vez dentro pedimos algo de café.

— Debo volver – dijo mi acompañante – te metí en un problema que no es tuyo, no me gustaría que te pasara algo, has sido muy buena conmigo …

— No te dejaré a tu suerte – sentencié – mi familia me enseñó que a nadie se le deja por el camino, menos solo y a su suerte – ella se quedó en silencio, me podía dar cuenta de lo afectada que estaba y no se me hacía ajeno el sufrimiento y lo sola que estaba.

Aún nerviosa por lo que había sucedido, repasaba en mi cabeza nuestras posibilidades, antes de salir ella había sacado algo de dinero, pero con eso solo podríamos llegar a algún lugar, por otro lado, yo tenía algunos ahorros, más algunos pagos acumulados en mi cuenta corriente. Una mesera se acercó a nosotras y nos entregó una tarjeta de un hotel que estaba cerca, ella nos aseguró que allí podríamos descansar algo y refrescarnos.

A simple vista se veía nuestra mejor opción, por lo menos para poder pasar lo que quedaba de noche, busque la dirección del lugar y era a pocas calles, pagamos lo que habíamos comido y nos fuimos, apenas llegamos le di a mi nueva amiga una muda de ropa, me aseguré de que ella se diera un baño y luego yo hice lo mismo, y mientras ella dormía, yo ordenaba bien mi maleta, en realidad no había mucha ropa allí, más que nada las dos cajas en donde guardaba los recuerdos de mi abuela y tía Gloria.

Dormí un par de horas, cuando desperté ya había amanecido, mire la hora y era casi mediodía, escuche sonidos desde el baño y pude adivinar que era la chica, ella salió rápido, se había vestido con la ropa que le había dado, pero mis jeans le quedaban un poco cortos, era más alta.

— ¿estás mejor? – pregunté y asintió - ¿Qué tienes en mente? Me refiero a que quieres hacer a futuro ¿Qué metas tienes?

— Antes de que todo esto pasara, estudiaba leyes en la universidad, quede en tercer año, pero por ahora con salir de esta ciudad me basta – entendía su punto – toma – dijo extendiendo su mano con un folleto – eso estaba en la chaqueta que me diste anoche – asentí y cuando lo vi, creí ver un rayo de esperanza, de esos que poco brillan, pero es algo, pensé.

— Me doy un baño y nos vamos, ya sé que podemos hacer – sonrió y asintió.

Calculando en mi mente, ella debe tener unos 23 o 24 años, pero se nota que vivió toda su vida en casa, que tenía una vida un poco más privilegiada, era muy amable, muy buena, muy inocente y eso en esta vida poco sirve, pero yo estaría para ella, puedo ser más pequeña que ella, pero mi experiencia en situaciones difíciles era más grande.

Cuando estuvimos listas, llamamos a un servicio de taxi, al chofer le di la dirección de la que en algún momento fue mi jefa, a ella le habíamos hecho muchos trabajos de coctelería con tía Gloria. Apenas llegamos fuimos recibidas por su empleada, ella seguía dormida, la noche anterior había trabajado nos explicó la mujer, pero luego de ofrecernos café y servirnos, se fue a buscar a madame Gema.

La mujer bajó enseguida y nos vio algo sorprendida.

— Señorita Rocks, que gusto recibirla – dijo estirando su mano – Esmeralda – yo le sonreí y a mí sí me dio un abrazo – que raro verlas juntas – enseguida pidió a su empleada servirle el desayuno y se fijó en nosotras.

— Señora Gema, como siempre un gusto – saludo mi compañera, algo nerviosa.

Un silencio se hizo entre nosotras, más bien nadie sabía cómo abordar la conversación, incluso el desayuno de la dueña de casa llegó antes de que pudiera decir palabra, aunque una vez ella se retiró me di valor y hable.

— He venido por esto – le pasé el folleto – ella – hice una pausa, pero fue mi compañera quien habló.

— Mis padres me dieron en compromiso como si hubiesen vendido algo – su frialdad me sorprendía – como dijo mi padre, fue un simple intercambio, al que no me opuse, porque sería en vano, pero él …

— Él te maltrato – termino de decirlo la señora Gema – sé la clase de hombre que es tu prometido, sé dé quién hablamos – estiró su mano y tomó la de la chica, en son de apoyo – no te preocupes, entiendo. Bueno mi negocio lo conocen, mis locales son famosos aquí, pero aparte de eso realizó una pequeña subasta – suspiro y finalmente soltó todo.

Ella me invitaba a participar en una subasta de vírgenes, a las que llamaba piedras preciosas, ella muy bien sabía que jamás había estado con ningún hombre y no podía negárselo, solo hacía falta un par de exámenes médicos, pulir mi comportamiento y realizarse un cambio de estilo, todo eso a costa de madame Gema, pero luego ella se lleva el 50% que paguen por mí en dicha subasta.

Quede helada, no sabía que una cosa como esa se pudiera realizar.

— Si dices que sí, apartaré para ti 1 de los 4 cupos que doy cada año – dijo, mientras yo mentalmente, analizaba la situación.

— ¿Le queda otro cupo? – preguntó mi acompañante, dejándonos en silencio.

— ¿cumples con el requisito? – ella asintió – eres bella, eso es innegablemente ¿estás segura de que jamás nadie te ha tocado? – le preguntó la señora directamente.

— Estoy muy segura – la señora se le quedó viendo, de pies a cabezas, no se podía negar, la chica era bella, tenía medidas casi perfectas, tenía mejores modales que los míos, una vez que terminó de analizarla asintió.

— Quédense conmigo, en dos iremos al médico por la tarde, se harán los chequeos pertinentes y luego, si todo sale bien nos iremos a las vegas, allí se prepararon – las dos asentimos y con eso sellamos el trato.

Algunos meses habían pasado, habíamos entrado en un lugar en donde todo era algo cómodo, no lo sé, aún no lo decidía, luego de los exámenes, madame Gema, había dado un lugar a Rubí, ella, feliz por todo, me agradeció y se ha vuelto mi amiga, al igual que Zafiro y Diamante, pero una de las cosas que más me sorprendió es que las chicas quisieron cambiar sus nombres, tanto Rubí como Zafiro, mientras Diamante y yo, no lo hicimos.

En este mismo momento estábamos acompañándolas a buscar sus nuevos documentos, gracias a Gema nos habíamos vuelto muy amigas, muy unidas, hacíamos muchas cosas juntas, sobre todo porque estábamos en san francisco y cuando llegamos al apartamento que compartían, ninguna conocía la ciudad, fuimos descubriendo todo juntas.

Pero este, este día, era especial, era nuestro último día allí, desde hoy en adelante, como dijo nuestra jefa, nuestras vidas cambiarían, nosotros seríamos dueñas de nuestro destino, las clases de modales se habían acabado y aún estaba Vodka con nosotras, él nos había enseñado defensa personas, e incluso nos había ayudado con un par de traumas que cada una traía, sobre todo Rubí, que no solo se cambió el nombre, también se despidió de todo, solo su carrera le quedó.

Ese día debíamos juntarnos con Gema, ella se movería a las Vegas dos días antes que nosotras, y quería que almorzamos juntas en el apartamento, por lo que luego que las chicas recibieron su documentación, nos fuimos hasta el lugar que llamamos hogar por un par de meses.

— Buenas tardes – escuchamos apenas entramos al lugar, todas respondimos a coro y mientras dejábamos nuestras cosas escuchamos el menú – carne asada y algunas ensaladas, prepare – todas nos sentamos a la mesa luego de lavarnos las manos, parecíamos niñas pequeñas, pero así nos llevábamos y hasta el momento nos había funcionado.

Comimos relativamente en silencio, solo hablando del evento y puntualmente sobre la pérdida de la virginidad, esas conversaciones que tu madre te debe dar, Gema lo había hecho, pero nos lo repetía, nos trataba como si fuéramos unas niñatas de 15 o 16 años, pero en el fondo se lo agradece, no era la única.

Pronto nos sugirió que nos divirtiéramos por dos días, que tratáramos de ser prácticas, con lo que pasaría el fin de semana y con lo que haríamos después de que todo este proceso llegará a su fin.

— Nunca había reconocido esto, pero a las primeras que recibo de esta forma es este grupo – ya estábamos sirviéndose café – como ustedes saben a Diamante la crie, ella llegó conmigo con solo 5 años y trate de darle todo, jamás la obligue a esto, pero ella eligió su camino.

— Y siempre te agradecí todo, pero mis metas están en otro lado – dijo la aludida, quien se destacaba por ser de pocas palabras.

— Luego llegó Zafi, ella fue un pegamento para nuestra pequeña familia de tres – asentimos – espero lo mejor para las cuatro, han sido las que más me ha costado soltar, de hecho, este año, fue la primera vez retrase dos meses este evento – terminó por soltar el aire – les deseo y siempre les desearé lo mejor, y les confieso que ustedes son mi último grupo – sorprendidas todas nos quedamos en silencio – y serán las únicas que siempre sabrán dónde encontrarme.

Poco a poco la conversación fue decayendo, pronto se despidió de nosotras prometiendo que estaría el viernes por la mañana en el aeropuerto esperándonos y que pensáramos muy bien que haríamos después del fin de semana.

Lo hicimos, disfrutamos los dos días y la noche antes de partir hacia las vegas, nos juntamos en una sola habitación para poder conversar y ver una que otra película, o eso era lo que trataremos de hacer.

— ¡Salud! – Dijo Zafiro, ella con su hermosa sonrisa – por todo, por conocerlas, por lo que vamos a lograr y por nuestras metas – hicimos chocar nuestros vasos de plástico con algo de sidra, porque era lo único que pudimos conseguir a última hora.

— Mañana a esta hora estaremos vestidas de gala – sonrió amargamente Rubí, pero yo tomé su mano.

— Mañana será el principio de nuestras vidas como adultas y el final de nuestras vivencias como jóvenes – todas asintieron.

— El domingo para esta hora, ya nos habremos marchado – un sí a coro fue el resultado de las palabras de Diamante - ¿Qué quieren hacer? Lo hemos hablado, pero me gusta escucharlas – sonrió sinceramente, como pocas veces.

— Terminar mi carrera, convertirme en abogada es lo que más deseo en este minuto – suspiro al verla mejor que hace unos meses – fue mi meta desde que tuve uso de razón y con eso siento que todo lo que pase valió la pena, es lo único que nadie me ha podido quitar – todas pusimos una mano sobre la de ella y sacamos los pañuelos.

— Como saben, la trata de blancas me quito todo, no sé si aún me queda familia a la que volver – Zafi hablo, siempre lo hacía para que avancemos y no nos hundiéramos en las lágrimas, aunque su historia no fuera feliz – agradezco a Gema lo que hizo por mí, pero también quiero perseguir una meta, y porque no, algún día volver a Francia y buscar a mi padre, aunque no creo que me quiera ver – recargo su cabeza en el hombro de Diamante, ellas siempre se consolaban.

— Lo mío es construir un futuro, ya sé lo que quiero, ya sé lo que me gusta – ahora la que hablaba era yo – perdí a mucha gente en mi camino, también gané una que otra, y pretendo preservar algunas relaciones, pero definitivamente me gustaría tener algo propio, algo a lo que pueda llamar mío.

— Un restaurante, yo te veo en uno ser feliz – le sonreí a la de ojos plata enfrente de mí, Diamante siempre sabía que decir – ustedes saben que lo mío es encontrar, no sé quién es mi padre, mi madre partió de este mundo hace mucho, pero quiero saber que pasó – sé cómo se siente eso, estire mi mano tomando la de ella.

Y allí, en esa habitación, entre sollozos, algunas risas, una pobre botella de licor suave y una serie que ninguna vio, pasamos nuestra última noche en San Francisco.

Por la mañana Zafi me despertó, ella se fue a meter a mi cama, junto a Rubí, las dos se traían algo, pero las deje, pronto llegaría Diamante, ella siempre pasaba por nuestras habitaciones temprano, asegurándose de que nos despertemos para el desayuno, pero esta vez cuando nos vio se fue a acostar con nosotras.

— ¿Quedémonos juntas? – preguntó de pronto la castaña – Zafi quiere ir al conservatorio de NY, tú puedes poner un restaurante allá, y Diamante puede hacer lo que quiera, nos arrendamos algo, o compramos algo entre las cuatro – me quedé sorprendida, siempre pensé en seguir con Rubí a mi lado, pero no había pensado en las chicas.

— No tengo problema – le respondí enseguida – nosotras ya habíamos hecho planes juntas.

— Yo las sigo – la respuesta de Diamante fue segura.

— ¡Si! – grito la francesa.

Y así, con nada de muchas vueltas, poco a poco y durante el viaje planeamos nuestro viaje a NY, la idea era tener donde llegar y luego, poco a poco ir viendo el resto, las chicas entraban a clases hasta septiembre, por lo que teníamos esos meses para decidir dónde vivir, adecuar un lugar para las cuatro.

El viernes no paramos, el viaje, la llegada a Las Vegas, una cita al spa del hotel y luego los preparativos, pronto la noche cayó y los estilistas llegaron a la villa, allí nos ayudaron a prepararnos, una vez esto estuvo hecho, bajamos hasta el salón de eventos junto a seguridad y Gema.

La primera era yo, mi vestido era verde satinado, con detalles en encaje, resaltan mis ojos y el peinado dejaba ver una porción de mi desnuda espalda, los nervios me tenían alerta, pero una vez entre al escenario y me di cuenta de que no podía ver a las personas que pujaban me relaje y camine la pequeña porción de espacio, dejando ver mis curvas, como me habían enseñado.

Al ver cuánto subía la subasta mis nervios fueron desapareciendo, luego de 10 minutos salí de allí, las chicas se fueron turnando, y una vez que Diamante salió, fuimos llevadas de vuelta a la villa, allí las cuatro nos relajamos, todo había salido muy bien y según Gema, teníamos ganancias muy, demasiado, beneficiosas.

— Aquí están – dijo Zafi, una vez que estuvimos en la habitación, ella se había encargado de comprar celulares, ninguna tenía hasta el momento – son básicos, pero nos servirán para mantenernos en contactos, luego de esto podemos cambiarlos – todas asentimos.

Una vez que todo acabe mañana, saldremos rumbo a NY, ya era un hecho.

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