Esmeralda
Estaba anonadad, no creo poder resistir lo que mi ahora compañera de cuarto había resistido, ese tipo prácticamente la había marcada, solté el aire de mis pulmones y trate de dormir, cosa que se me había hecho casi imposible, de pronto vi que ella se movía, estaba peleando con alguien, sollozaba y balbuceaba, me apresure a despertarla y calmarla por unos minutos.
— Es estúpido, no entiendo por qué todo persiste en mi mente – dijo después de unos minutos de silencio – solo estuve en esa casa un par de días.
— Pero en tu casa viviste más de 18 años, y ellos tampoco fueron muy buenos contigo – se quedó en silencio – puede que no lo piense ahora, puede que incluso aun estés agradecida por tus padres, pero debes asumirlo – vi una lágrima brillante recorrer su mejilla – ellos te vendieron.
— Y al mejor postor, lo sé – limpio rápidamente su lágrima – pero aun así es difícil – mi móvil sonó en ese preciso momento, provocando que las dos nos sobresaltáramos, me senté en la cama y contesté tratando de sonar adormilada.
— Hola, discúlpame por llamarte a esta hora, pero en la comida que atendiste hoy – mi jefe sonaba algo asustado – la novia desapareció luego de hablar contigo ¿sabes dónde está? – pregunto rápido.
— Hola si, esa chica, no, solo sé que me trataron muy mal poco antes de venirme a casa – trate de sonar lo más natural posible – el novio tampoco trata muy bien a su prometida, no me sorprende que ella haya escapado.
— Está bien – su tono aún era tembloroso – ya te transferí lo que te corresponde, por la mañana iré a tu casa para que charlemos sobre tus próximos eventos – un escalofrío recorrió mi espalda - ¿me puedes volver a dar tu dirección? – le hice un gesto a mi compañera y ella rápido me hizo caso.
— Si obvio, dame un segundo, que sabes que no sé pronunciarlo bien – puse la alta voz y mientras me vestía le deletreó la dirección a mi jefe, pronto corté y le conté a la chica lo que había pasado.
— Es mejor que me vaya, te estoy trayendo problemas – se excusó, yo negué y comencé a echar lo más importante en mi maleta, algo me decía que no podría volver, cuando estuve lista un ruido llamó mi atención, un carro se había estacionado frente a mi casa.
En silencio la guie hasta la salida al patio trasero, con su ayuda pasé mi maleta hasta el patio del vecino, mientras permanecemos en silencio escondido entre algunos, ella se aferraba a mi brazo mientras veíamos como las luces de la casa poco a poco se iban encendiendo, los hombres no eran nada disimulados.
Todo esto estaba pasando, cuando mi móvil vibro, casi salte de un susto, pero me mantuve serena y lo apague, era mi jefe el que volvía a llamar, estuvimos allí un tiempo bastante largo, solo salimos cuando un portazo de un carro sonó, y luego este mismo partió, despacio y en silencio salimos de los arbustos y saltamos una cerca.
Una vez del otro lado tomamos mi maleta y salimos por el jardín del vecino que daba a la otra calle, le pasé mi chaqueta a mi nueva amiga y caminamos hasta encontrar un taxi que nos llevó hasta el primer café que vimos abierto, allí le pagué y nos bajamos, necesitábamos pensar. Una vez dentro pedimos algo de café.
— Debo volver – dijo mi acompañante – te metí en un problema que no es tuyo, no me gustaría que te pasara algo, has sido muy buena conmigo …
— No te dejaré a tu suerte – sentencié – mi familia me enseñó que a nadie se le deja por el camino, menos solo y a su suerte – ella se quedó en silencio, me podía dar cuenta de lo afectada que estaba y no se me hacía ajeno el sufrimiento y lo sola que estaba.
Aún nerviosa por lo que había sucedido, repasaba en mi cabeza nuestras posibilidades, antes de salir ella había sacado algo de dinero, pero con eso solo podríamos llegar a algún lugar, por otro lado, yo tenía algunos ahorros, más algunos pagos acumulados en mi cuenta corriente. Una mesera se acercó a nosotras y nos entregó una tarjeta de un hotel que estaba cerca, ella nos aseguró que allí podríamos descansar algo y refrescarnos.
A simple vista se veía nuestra mejor opción, por lo menos para poder pasar lo que quedaba de noche, busque la dirección del lugar y era a pocas calles, pagamos lo que habíamos comido y nos fuimos, apenas llegamos le di a mi nueva amiga una muda de ropa, me aseguré de que ella se diera un baño y luego yo hice lo mismo, y mientras ella dormía, yo ordenaba bien mi maleta, en realidad no había mucha ropa allí, más que nada las dos cajas en donde guardaba los recuerdos de mi abuela y tía Gloria.
Dormí un par de horas, cuando desperté ya había amanecido, mire la hora y era casi mediodía, escuche sonidos desde el baño y pude adivinar que era la chica, ella salió rápido, se había vestido con la ropa que le había dado, pero mis jeans le quedaban un poco cortos, era más alta.
— ¿estás mejor? – pregunté y asintió - ¿Qué tienes en mente? Me refiero a que quieres hacer a futuro ¿Qué metas tienes?
— Antes de que todo esto pasara, estudiaba leyes en la universidad, quede en tercer año, pero por ahora con salir de esta ciudad me basta – entendía su punto – toma – dijo extendiendo su mano con un folleto – eso estaba en la chaqueta que me diste anoche – asentí y cuando lo vi, creí ver un rayo de esperanza, de esos que poco brillan, pero es algo, pensé.
— Me doy un baño y nos vamos, ya sé que podemos hacer – sonrió y asintió.
Calculando en mi mente, ella debe tener unos 23 o 24 años, pero se nota que vivió toda su vida en casa, que tenía una vida un poco más privilegiada, era muy amable, muy buena, muy inocente y eso en esta vida poco sirve, pero yo estaría para ella, puedo ser más pequeña que ella, pero mi experiencia en situaciones difíciles era más grande.
Cuando estuvimos listas, llamamos a un servicio de taxi, al chofer le di la dirección de la que en algún momento fue mi jefa, a ella le habíamos hecho muchos trabajos de coctelería con tía Gloria. Apenas llegamos fuimos recibidas por su empleada, ella seguía dormida, la noche anterior había trabajado nos explicó la mujer, pero luego de ofrecernos café y servirnos, se fue a buscar a madame Gema.
La mujer bajó enseguida y nos vio algo sorprendida.
— Señorita Rocks, que gusto recibirla – dijo estirando su mano – Esmeralda – yo le sonreí y a mí sí me dio un abrazo – que raro verlas juntas – enseguida pidió a su empleada servirle el desayuno y se fijó en nosotras.
— Señora Gema, como siempre un gusto – saludo mi compañera, algo nerviosa.
Un silencio se hizo entre nosotras, más bien nadie sabía cómo abordar la conversación, incluso el desayuno de la dueña de casa llegó antes de que pudiera decir palabra, aunque una vez ella se retiró me di valor y hable.
— He venido por esto – le pasé el folleto – ella – hice una pausa, pero fue mi compañera quien habló.
— Mis padres me dieron en compromiso como si hubiesen vendido algo – su frialdad me sorprendía – como dijo mi padre, fue un simple intercambio, al que no me opuse, porque sería en vano, pero él …
— Él te maltrato – termino de decirlo la señora Gema – sé la clase de hombre que es tu prometido, sé dé quién hablamos – estiró su mano y tomó la de la chica, en son de apoyo – no te preocupes, entiendo. Bueno mi negocio lo conocen, mis locales son famosos aquí, pero aparte de eso realizó una pequeña subasta – suspiro y finalmente soltó todo.
Ella me invitaba a participar en una subasta de vírgenes, a las que llamaba piedras preciosas, ella muy bien sabía que jamás había estado con ningún hombre y no podía negárselo, solo hacía falta un par de exámenes médicos, pulir mi comportamiento y realizarse un cambio de estilo, todo eso a costa de madame Gema, pero luego ella se lleva el 50% que paguen por mí en dicha subasta.
Quede helada, no sabía que una cosa como esa se pudiera realizar.
— Si dices que sí, apartaré para ti 1 de los 4 cupos que doy cada año – dijo, mientras yo mentalmente, analizaba la situación.
— ¿Le queda otro cupo? – preguntó mi acompañante, dejándonos en silencio.
— ¿cumples con el requisito? – ella asintió – eres bella, eso es innegablemente ¿estás segura de que jamás nadie te ha tocado? – le preguntó la señora directamente.
— Estoy muy segura – la señora se le quedó viendo, de pies a cabezas, no se podía negar, la chica era bella, tenía medidas casi perfectas, tenía mejores modales que los míos, una vez que terminó de analizarla asintió.
— Quédense conmigo, en dos iremos al médico por la tarde, se harán los chequeos pertinentes y luego, si todo sale bien nos iremos a las vegas, allí se prepararon – las dos asentimos y con eso sellamos el trato.
Algunos meses habían pasado, habíamos entrado en un lugar en donde todo era algo cómodo, no lo sé, aún no lo decidía, luego de los exámenes, madame Gema, había dado un lugar a Rubí, ella, feliz por todo, me agradeció y se ha vuelto mi amiga, al igual que Zafiro y Diamante, pero una de las cosas que más me sorprendió es que las chicas quisieron cambiar sus nombres, tanto Rubí como Zafiro, mientras Diamante y yo, no lo hicimos.
En este mismo momento estábamos acompañándolas a buscar sus nuevos documentos, gracias a Gema nos habíamos vuelto muy amigas, muy unidas, hacíamos muchas cosas juntas, sobre todo porque estábamos en san francisco y cuando llegamos al apartamento que compartían, ninguna conocía la ciudad, fuimos descubriendo todo juntas.
Pero este, este día, era especial, era nuestro último día allí, desde hoy en adelante, como dijo nuestra jefa, nuestras vidas cambiarían, nosotros seríamos dueñas de nuestro destino, las clases de modales se habían acabado y aún estaba Vodka con nosotras, él nos había enseñado defensa personas, e incluso nos había ayudado con un par de traumas que cada una traía, sobre todo Rubí, que no solo se cambió el nombre, también se despidió de todo, solo su carrera le quedó.
Ese día debíamos juntarnos con Gema, ella se movería a las Vegas dos días antes que nosotras, y quería que almorzamos juntas en el apartamento, por lo que luego que las chicas recibieron su documentación, nos fuimos hasta el lugar que llamamos hogar por un par de meses.
— Buenas tardes – escuchamos apenas entramos al lugar, todas respondimos a coro y mientras dejábamos nuestras cosas escuchamos el menú – carne asada y algunas ensaladas, prepare – todas nos sentamos a la mesa luego de lavarnos las manos, parecíamos niñas pequeñas, pero así nos llevábamos y hasta el momento nos había funcionado.
Comimos relativamente en silencio, solo hablando del evento y puntualmente sobre la pérdida de la virginidad, esas conversaciones que tu madre te debe dar, Gema lo había hecho, pero nos lo repetía, nos trataba como si fuéramos unas niñatas de 15 o 16 años, pero en el fondo se lo agradece, no era la única.
Pronto nos sugirió que nos divirtiéramos por dos días, que tratáramos de ser prácticas, con lo que pasaría el fin de semana y con lo que haríamos después de que todo este proceso llegará a su fin.
— Nunca había reconocido esto, pero a las primeras que recibo de esta forma es este grupo – ya estábamos sirviéndose café – como ustedes saben a Diamante la crie, ella llegó conmigo con solo 5 años y trate de darle todo, jamás la obligue a esto, pero ella eligió su camino.
— Y siempre te agradecí todo, pero mis metas están en otro lado – dijo la aludida, quien se destacaba por ser de pocas palabras.
— Luego llegó Zafi, ella fue un pegamento para nuestra pequeña familia de tres – asentimos – espero lo mejor para las cuatro, han sido las que más me ha costado soltar, de hecho, este año, fue la primera vez retrase dos meses este evento – terminó por soltar el aire – les deseo y siempre les desearé lo mejor, y les confieso que ustedes son mi último grupo – sorprendidas todas nos quedamos en silencio – y serán las únicas que siempre sabrán dónde encontrarme.
Poco a poco la conversación fue decayendo, pronto se despidió de nosotras prometiendo que estaría el viernes por la mañana en el aeropuerto esperándonos y que pensáramos muy bien que haríamos después del fin de semana.
Lo hicimos, disfrutamos los dos días y la noche antes de partir hacia las vegas, nos juntamos en una sola habitación para poder conversar y ver una que otra película, o eso era lo que trataremos de hacer.
— ¡Salud! – Dijo Zafiro, ella con su hermosa sonrisa – por todo, por conocerlas, por lo que vamos a lograr y por nuestras metas – hicimos chocar nuestros vasos de plástico con algo de sidra, porque era lo único que pudimos conseguir a última hora.
— Mañana a esta hora estaremos vestidas de gala – sonrió amargamente Rubí, pero yo tomé su mano.
— Mañana será el principio de nuestras vidas como adultas y el final de nuestras vivencias como jóvenes – todas asintieron.
— El domingo para esta hora, ya nos habremos marchado – un sí a coro fue el resultado de las palabras de Diamante - ¿Qué quieren hacer? Lo hemos hablado, pero me gusta escucharlas – sonrió sinceramente, como pocas veces.
— Terminar mi carrera, convertirme en abogada es lo que más deseo en este minuto – suspiro al verla mejor que hace unos meses – fue mi meta desde que tuve uso de razón y con eso siento que todo lo que pase valió la pena, es lo único que nadie me ha podido quitar – todas pusimos una mano sobre la de ella y sacamos los pañuelos.
— Como saben, la trata de blancas me quito todo, no sé si aún me queda familia a la que volver – Zafi hablo, siempre lo hacía para que avancemos y no nos hundiéramos en las lágrimas, aunque su historia no fuera feliz – agradezco a Gema lo que hizo por mí, pero también quiero perseguir una meta, y porque no, algún día volver a Francia y buscar a mi padre, aunque no creo que me quiera ver – recargo su cabeza en el hombro de Diamante, ellas siempre se consolaban.
— Lo mío es construir un futuro, ya sé lo que quiero, ya sé lo que me gusta – ahora la que hablaba era yo – perdí a mucha gente en mi camino, también gané una que otra, y pretendo preservar algunas relaciones, pero definitivamente me gustaría tener algo propio, algo a lo que pueda llamar mío.
— Un restaurante, yo te veo en uno ser feliz – le sonreí a la de ojos plata enfrente de mí, Diamante siempre sabía que decir – ustedes saben que lo mío es encontrar, no sé quién es mi padre, mi madre partió de este mundo hace mucho, pero quiero saber que pasó – sé cómo se siente eso, estire mi mano tomando la de ella.
Y allí, en esa habitación, entre sollozos, algunas risas, una pobre botella de licor suave y una serie que ninguna vio, pasamos nuestra última noche en San Francisco.
Por la mañana Zafi me despertó, ella se fue a meter a mi cama, junto a Rubí, las dos se traían algo, pero las deje, pronto llegaría Diamante, ella siempre pasaba por nuestras habitaciones temprano, asegurándose de que nos despertemos para el desayuno, pero esta vez cuando nos vio se fue a acostar con nosotras.
— ¿Quedémonos juntas? – preguntó de pronto la castaña – Zafi quiere ir al conservatorio de NY, tú puedes poner un restaurante allá, y Diamante puede hacer lo que quiera, nos arrendamos algo, o compramos algo entre las cuatro – me quedé sorprendida, siempre pensé en seguir con Rubí a mi lado, pero no había pensado en las chicas.
— No tengo problema – le respondí enseguida – nosotras ya habíamos hecho planes juntas.
— Yo las sigo – la respuesta de Diamante fue segura.
— ¡Si! – grito la francesa.
Y así, con nada de muchas vueltas, poco a poco y durante el viaje planeamos nuestro viaje a NY, la idea era tener donde llegar y luego, poco a poco ir viendo el resto, las chicas entraban a clases hasta septiembre, por lo que teníamos esos meses para decidir dónde vivir, adecuar un lugar para las cuatro.
El viernes no paramos, el viaje, la llegada a Las Vegas, una cita al spa del hotel y luego los preparativos, pronto la noche cayó y los estilistas llegaron a la villa, allí nos ayudaron a prepararnos, una vez esto estuvo hecho, bajamos hasta el salón de eventos junto a seguridad y Gema.
La primera era yo, mi vestido era verde satinado, con detalles en encaje, resaltan mis ojos y el peinado dejaba ver una porción de mi desnuda espalda, los nervios me tenían alerta, pero una vez entre al escenario y me di cuenta de que no podía ver a las personas que pujaban me relaje y camine la pequeña porción de espacio, dejando ver mis curvas, como me habían enseñado.
Al ver cuánto subía la subasta mis nervios fueron desapareciendo, luego de 10 minutos salí de allí, las chicas se fueron turnando, y una vez que Diamante salió, fuimos llevadas de vuelta a la villa, allí las cuatro nos relajamos, todo había salido muy bien y según Gema, teníamos ganancias muy, demasiado, beneficiosas.
— Aquí están – dijo Zafi, una vez que estuvimos en la habitación, ella se había encargado de comprar celulares, ninguna tenía hasta el momento – son básicos, pero nos servirán para mantenernos en contactos, luego de esto podemos cambiarlos – todas asentimos.
Una vez que todo acabe mañana, saldremos rumbo a NY, ya era un hecho.
Júpiter Amato Decidí tomar vacaciones, y luego de organizar algunas cosas, tomé el avión privado de la familia y me fui junto a Venus, él no dudó en acompañarme, no sabía si era por apoyo o por simple morbo, de todos modos, se reiría, por lo que lo acepte a mi lado con gusto. Días antes me había puesto en comunicación con el abogado de mi abuela, a quien le había confesado mis ganas de casarme con una mujer que aún no conocía, pero que estaba garantizado que cumpliría las imposiciones del testamento, el hombre no se sorprendió por mi decisión, de hecho, afirmó que no sería el primero que recurre a esa subasta, era muy conocida, solo me pedía discreción, y que protegiera la cuna de mi futura esposa. Sus orígenes eran lo que más le preocupaba al hombre, no podía decirle nada, porque sí, si las personas de mi entorno supieran que la mujer con la me casaré había sido subastada, se convertiría en una paria social, solo espero que esto nos beneficie a los dos. NY estaba en pleno invierno
Esmeralda En ese momento me había invitado a un café, en la villa que se estaba quedando, claro que sabíamos a qué íbamos, pero que todo fuera tan cordial como una cita real, era una de las mejores cosas que tenía todo esto. La noche, hasta el momento había sido de ensueños, Júpiter, quien había sido mi pareja se había comportado como un caballero, habíamos congeniado de lo más bien, ninguno de los dos era muy bueno para hablar, cosa que me hacía sentir cómoda, incluso me había dejado conducir su carro, un hermoso deportivo negro de dos puertas, uno que solo había visto en imágenes. Pero estaba inquieta, su tranquilidad, su mirada sobre mí, su cuidado, y para qué decir de su atractivo, era un maldito dios, me gustaba su físico, había podido sentir sus labios y jamás me habían besado de esa forma, porque si era virgen, pero había probado besos de otros labios, pero jamás sentí que me devoraban, invitaba a pecar. Reí sin querer y él se me quedó viendo, sus ojos buscaban algún tipo de
Júpiter Amato Un escalofrío recorrió mi espalda, estaba en la gloria, me había encantado todo, sus formas, su sutil belleza y esa fuerza que era evidente, había temido por algunos momentos, había dudado de decirle o no mis planes, le había confesado que buscaba una esposa, pero al ver la cara que había puesto me pareció imposible contarle mis planes y que ella aceptara sin rechistar, solté un suspiro y me acomodo abrazándola, pocas veces me había sentido bien compartiendo mi cama con una mujer, pero esta vez la sentí y la viví diferente, ella era mi mujer, y tendría que acostumbrarme. Mil veces me pregunté qué diría mi familia, mil veces me pregunte su estaba bien lo que estaba haciendo, pero había respuestas para estas preguntas, Esmeralda era una mujer que a kilómetros se veía que era capaz de sobrevivir a un suceso como esto, incluso presentía que me perdonaría, aun así, no creía que fuera a aceptar irse conmigo de buenas a primeras, más aún si le confesaba que estábamos casados s
Esmeralda Me subo a mi carro y enciendo la calefacción, veo de lejos a mi amiga abrazarse sola, el invierno ha sido duro, demasiado duro para dos personas que lo más cercano que han visto a un invierno antes de llegar a esta ciudad fue una tarde cerca de playa con algo de viento, me carcajeo por los recuerdos, estas fechas a todas nos ponían melancólicas. El frío del viento pega en mi rostro, Dia, me pide que la espere por un mensaje de W******p, son las cinco de la mañana en NY, debemos recibir a algunos proveedores, la navidad está cerca y como en los dos años que llevamos con nuestro restobar, tenemos muchas reservaciones, la ubicación del lugar nos ha dado un éxito que nos sorprendió a todos. — Porque te estacionas tan lejos – reclamo Dia apenas subió al carro – frío hijo de su madre, cómo podemos estar a -5 grados – no le gusta ni el calor ni el frío, quien la entiende. — ¿Vamos? – pregunté y negó. — Esperemos a Vodka, venía atrás de mí, pero se le quedó su palito – las dos n
Júpiter Amato Volví como cada año, me tomé una copa en el Cesar Palace, rente la misma villa y me atore viendo algunas películas, había aprendido a hablar en español, pero que sacaba con todo esto, no la había encontrado, ni siquiera se había dado el tiempo de rechazarme, solo se marchó. Como una noche pudo haberme marcado tanto, como esa noche pudo haber grabado sus besos en mí, había estado con muchas mujeres en el último tiempo, me había encerrado a trabajar, me fui de viaje, investigué, supe cada movimiento que dio antes de esa noche, pero después, después no había nada, solo tenía una pista, una que no me sirve de nada, una licencia de conducir, una que había sacado en un condado donde nadie la conocía. Restregué mis ojos, la luz los hacía doler, llevaba dos días y dos noches encerrado en las vegas, era la tercera vez que hacía esto y mi límite eran siete días y seis noches, solté un suspiro mientras que en mis manos bailaban los anillos que le había dado, millones de veces tra
Esmeralda Azoto la puerta y me apresuro al ascensor, Vodka me acompaña y antes de salir del edificio me pasa su chaqueta, estos climas me hacen muy mal, mi hipertensión arterial me afecta de sobremanera, pero en este punto no sé si es por los hechos actuales o por el frío, suelto un suspiro cuando estoy en la camioneta, allí me derrumbo, allí analizo todo lo que recién pasó. Cierro mis ojos y trato de relajarme, de no pensar, solo relajarme, mi día ya es pesado con el trabajo y los preparativos para la navidad, pero nada resulta. — Esmeralda – llama mi compañero – el hombre – dice, mientras mantengo mis ojos cerrados. — ¿Cuál? – pregunto. — Tu esposo – abro los ojos y él me señala los ascensores, esto aún no termina, él está caminando hacia nuestro carro – creo que viene – dice y se carcajea - ¿lo detengo? – pregunta y yo niego con la cabeza, tomó la chaqueta de mi acompañante y bajó del carro. — Voy yo, no va a ser que se quiebra una uña por este esfuerzo – Vodka se vuelve a car
Júpiter Amato Luego de casi volverme loco tratando de comprar un regalo para esmeralda, decidí llamar a Verona, ella podría aconsejarme, y luego de confesarle algunas cosas, ella aceptó salir conmigo, para poder comprarle su primer regalo a mi mujer. — ¿sabes sus gustos? – me preguntó y yo negué, pero saqué una hoja con algunas cosas que había podido investigar de ella – pero ¿Qué es esto? – negó con la cabeza arrebatándome la hoja – como es que la tuviste que investigar para saber sus gustos – negó con la cabeza. — ven, vamos – me guio hasta un café y allí nos sentamos a conversar. — Hoy la vi, después de bastante tiempo, la vi – le confesé – hablamos, ella estaba molesta, pero demostró carácter – sonreí recordando su salida de mi despacho – está hermosa, aún más que la última vez que la vi, me pude dar cuenta que tiene confianza, es firme y se gasta un genio – mordí mi labio, mientras nos servían un café. — ¡no lo puedo creer! – escupió mi tía – ella te gusta, de verdad te gusta
Esmeralda Desperté algo desorientada, pero cómoda, luego me di cuenta de que una mano acariciaba mi abdomen, me levanté y me di vuelta y allí estaba, no había sido un sueño, cerré los ojos y me dejé caer en la cama. – Buenos días – saludó y yo no sabía qué decir. Me corrí un poco para que no me tocara y luego recordé cuando se quedó dormido. – Buenos días – correspondí – recuerdo una almohada entre nosotros – dije mientras buscaba mi móvil con la mirada. – Yo también la recuerdo, pero en este momento no sé dónde está – los dos nos reímos y luego volvimos al silencio – lo lamento – dijo apenado – no debí venir anoche, bueno en la madrugada, había bebido, había visto tus fotos – soltó el aire, yo me quedé en silencio – es mejor que me vaya – se levantó buscando su ropa. – Déjame te traigo tu ropa – me levante confiada, estaba con pijama, tome la ropa que estaba en el sillón y se la deje sobre la cama – iré por café, dejo que te vistas – él asintió y yo salí de la habitación. Me enc