Júpiter Amato Luego de casi volverme loco tratando de comprar un regalo para esmeralda, decidí llamar a Verona, ella podría aconsejarme, y luego de confesarle algunas cosas, ella aceptó salir conmigo, para poder comprarle su primer regalo a mi mujer. — ¿sabes sus gustos? – me preguntó y yo negué, pero saqué una hoja con algunas cosas que había podido investigar de ella – pero ¿Qué es esto? – negó con la cabeza arrebatándome la hoja – como es que la tuviste que investigar para saber sus gustos – negó con la cabeza. — ven, vamos – me guio hasta un café y allí nos sentamos a conversar. — Hoy la vi, después de bastante tiempo, la vi – le confesé – hablamos, ella estaba molesta, pero demostró carácter – sonreí recordando su salida de mi despacho – está hermosa, aún más que la última vez que la vi, me pude dar cuenta que tiene confianza, es firme y se gasta un genio – mordí mi labio, mientras nos servían un café. — ¡no lo puedo creer! – escupió mi tía – ella te gusta, de verdad te gusta
Esmeralda Desperté algo desorientada, pero cómoda, luego me di cuenta de que una mano acariciaba mi abdomen, me levanté y me di vuelta y allí estaba, no había sido un sueño, cerré los ojos y me dejé caer en la cama. – Buenos días – saludó y yo no sabía qué decir. Me corrí un poco para que no me tocara y luego recordé cuando se quedó dormido. – Buenos días – correspondí – recuerdo una almohada entre nosotros – dije mientras buscaba mi móvil con la mirada. – Yo también la recuerdo, pero en este momento no sé dónde está – los dos nos reímos y luego volvimos al silencio – lo lamento – dijo apenado – no debí venir anoche, bueno en la madrugada, había bebido, había visto tus fotos – soltó el aire, yo me quedé en silencio – es mejor que me vaya – se levantó buscando su ropa. – Déjame te traigo tu ropa – me levante confiada, estaba con pijama, tome la ropa que estaba en el sillón y se la deje sobre la cama – iré por café, dejo que te vistas – él asintió y yo salí de la habitación. Me enc
Júpiter Amato Había bebido toda la tarde, estaba en mi oficina y de allí no me quería mover, repasaba en mi cabeza el beso de esta mañana, el rechazo que me había dolido tanto, suelto un suspiro y nuevamente bebo de mí vaso al seco, camino hasta el bar y ya no queda nada para beber, mi móvil no para de sonar, así ha pasado desde temprano, pero no quiero hablar con nadie. Abro la puerta de mi despacho y no hay nadie, busco en la oficina de insumos y no encuentro más licor, camino de vuelta a mi oficina y me dejo caer en el sillón, allí trato de descansar, pero quiero seguir bebiendo, mi mente no me deja tranquilo, las ganas de callar mis pensamientos hacia Esmeralda no me permiten descansar. – ¡Maldita m****a! – rezongo y escucho como el elevador se abre, debe ser o mi primo o Verona, pero para mi sorpresa es mi padre, se me queda viendo y se acerca a mí, se sienta frente a mí y esboza una sonrisa. – ¿Cómo te fue anoche? – pregunta como burlándose, luego suelta una carcajada y yo vo
Esmeralda Desperté, adolorida, con un amargo sabor en la boca y con un ruido en los oídos que cada vez se hacía más fuerte, abrí los ojos y las paredes blancas me abrumaron, trate de sentarme, pero uno de los costados de mi cuerpo dolía y a la vez estaba dormido, me quede recostada por un momento más, tratando de recordar dónde estaba y de repente el sonido de un disparo me sobre salto, lo recuerdo. Inquirí que estaba en un hospital, busqué el timbre para llamar a la enfermera y no me costó dar con él, cuando ella entró enseguida llamó al doctor quien luego de revisarme me comento lo que había sucedido. Un disparo rozó mi costado derecho, provocando que perdiera algo de sangre, eso no ayudó que estuviera algo baja en mi peso. Luego de reprenderme por no llevar una dieta saludable, siendo chef, me comentó que debía guardar algo de reposo, y que mi familia había pedido que me sedaron por la noche, asentí, sabía que si las chicas habían decidido eso era porque me conocían mucho como pa
Júpiter Amato Algunos días habían pasado desde que hable con Esmeralda, y aunque me doliera aceptarlo, ella tenía razón, no puedo pretender que mienta cuando se trata de nuestro matrimonio, ella no lo sabía, creo que ni siquiera se le había pasado por la cabeza casarse en algún momento. Suelto un suspiro y sigo revisando mis documentos, a pesar de estar casi a fin de año, los negocios no descansan, por ello prefiero estar en mi oficina. Tengo pendientes varias reuniones, no he querido salir del país por ella, pero creo que esto no avanzara, ella tiene su carácter y yo el mío, chocamos en muchas cosas, creo que lo mejor sería abordar este tema lo más pasivamente posible. Por lo pronto me sumiría en mi trabajo, no quería estar en casa, haya había invitados que no deseaba ver, mi padre había invitado a los Ivanov a cenar con nosotros el día de año nuevo, por lo que tendría a Vitali, mi amigo, y a Milenka, prima de él e hija del amigo de mi padre. – Te veo distraído ¿pasa algo, querido
Esmeralda Envié el mensaje y luego deje el móvil sobre la mesa, habíamos terminado de atender y luego habíamos comido en el mismo restaurante, las chicas se habían bebido casi toda una botella de tequila y Vodka las estaba subiendo al carro, por mi lado me iría en mi carro, ya que llevaba algunas cosas para comer al otro día. Me rehusaba a cocina el primer día del año, por lo que esa noche había cocinado para dos días, terminé de subir todo al carro y partí tras del carro de Vodka, rápido llegamos a nuestro edificio y luego de aparcar y subir a las chicas bajamos por la comida, grande fue mi sorpresa cuando de la recepción me llamaron e informaron que tenía una visita. – Es tu esposo – advirtió Vodka – estuvo en la pastelería más temprano, poco antes de que cerráramos. Creo que es necesario que hablen – se me quedó viendo – yo me hago cargo de todo, pero en este caso hablen en serio, no discutan – asentí. – Lo haré – presioné el botón con el número uno en el ascensor – te llamo cua
Júpiter Amato Maneje directo a casa una vez que la deje en la puerta de su edificio y la vi entrar, habíamos tenido una salida, realmente fue agradable, no peleamos, no discutimos e incluso pude pedirle lo de los anillos, pensé que se negaría, pensé que me los lanzaría por la cabeza, que se enojaría, me había puesto en un sin número de probabilidades, pero jamás en una en donde Esmeralda fuera tan comprensiva y se pudiera dar cuenta de que yo si llevaba los anillos. Aparque mi carro y entre a la casa, pase directamente hasta mi habitación, allí entre y lance mi abrigo al sillón que tenía al lado de mi cama, pero me di cuenta de que alguien estaba acostado en mi cama, no me acerque más, solo retrocedí y me fui directamente hasta la habitación de mi padre, allí estaba él y tía Verona tomando el té, ya estaban despiertos, me sorprendía. – Llegó el señorito – dijo mi padre, animado, bastante animado – buenos días ¿Cómo está mi nuera? – ni siquiera preguntó por mí, eso provocó mi risa en
Esmeralda Llevaba un par de horas trabajando, Rubí y Zafiro habían vuelto a la universidad por lo que la carga de trabajo había vuelta a ser la misma, en la oficina Diamante entrevistaba a un par de personas, necesitábamos un administrador nuevo y una segunda chef, desde un tiempo a esta parte he querido hacer un curso de cocina más, por lo que necesitaré tarde libres, sumado a eso me gustaría descansar un poco. Por otra parte, me había comprometido con Júpiter a tener más tiempo para salir, últimamente salíamos, pero porque él pasaba por mí a trabajo, salíamos a caminar por ahí, o a tomar un café y con eso nos conformábamos, pero quería más, y era evidente que él también lo deseaba. Poco a poco me había acostumbrado a él, a tenerlo cerca, a contestar sus mensajes, sus llamadas, o solo hablar y aprecias su compañía, me parecía algo increíble que en tan poco tiempo me haya acostumbrado a él y me siga sorprendiendo con sus detalles, o solo sus llamadas, siendo sincera pensé que luego