ACACIA LUNA.
—¡Se nos va a hacer tarde! ¡Apúrate!
—¡Voy!
Termino de maquillarme y guardo todo en mi estuche y posteriormente, en mi bolso.
—¿Estás lista? —asiento—. Bien, vámonos.
Cameron agarra sus llaves y salimos del departamento.
—¿Cómo es tu presidente? —le pregunto una vez que entramos al auto y él me ve confundido brevemente—. Solo quiero saber si es simpático, normal o de esos jefes insoportables.
—Creo que sería normal —me responde mientras enciende el auto y empieza a conducir—. Sé que con el trabajo es muy estricto, la otra vez fue personalmente a despedir a alguien y le dijo hasta de que se iba morir, realmente estaba enojado.
—¿Y cómo te trato a ti ayer en la entrevista? —le pregunto nerviosa.
—Bien —me responde—. Fue muy claro y preciso, supongo que no le gusta perder el tiempo.
—Estoy nerviosa —le revelo—. Sé que aunque no me acepten tengo mi trabajo, pero, no sé, simplemente tengo nervios.
—Todo va a salir bien —me dice—. Algo me dice que si te va a contratar, eres muy buena en tu trabajo.
—Lo dices porque eres mi hermano.
—No solo yo lo digo, hasta donde recuerdo, te graduaste con honores en la universidad y tienes varios diplomas, los cuales, demuestran que hablas con fluidez todos los idiomas que sabes —me dice—. Oye, hablando de eso, olvide mencionarte algo.
Lo veo asustada.
—¿Qué olvidaste mencionarme? —le pregunto muy nerviosa.
—Estuve investigando y descubrí que en la empresa no hay muchos que sepan hablar árabe —me informa—. Si tienes la oportunidad, puedes sacar a relucir eso.
—Creí que era algo más serio —le digo suspirando aliviada—. Gracias por decirme eso, lo tendré en cuenta.
—Lo que sea por mi hermanita —entra a un estacionamiento subterráneo—. Te voy a acompañar hasta el piso en donde se encuentra el presidente, pero tú te encargas a partir de ahí, ¿ok?
—Ok —le digo mientras estaciona el auto—. Deséame suerte.
—No la necesitas —me dice—. Vas a conseguir el trabajo, estoy seguro, ahora vamos.
Asiento y ambos salimos del auto y sigo a Cameron hasta llegar a un ascensor.
Entramos y el presiona una tecla y, aunque hay personas que entran y salen en varios pisos, siento que llevo aquí dentro una eternidad hasta que las puertas se abren nuevamente y mi hermano me dice:
—Aqui es —salgo del elevador—. Suerte.
Asiento y veo como presiona otra tecla antes de que las puertas se cierren.
Me doy la vuelta y choco con alguien.
—Lo siento —le digo.
—No te preocupes —me dice.
Empiezo a caminar dejando al hombre castaño atrás.
—Am, disculpa —me detengo cuando encuentro a una recepción y a dos mujeres sentadas—. Vengo una entrevista de trabajo con...
—Te has equivocado de piso —me interrumpe una de ellas—. La oficina de recursos humanos está en otro piso.
—Am, no, no me equivocado —le revelo—. Vengo a una entrevista con el presidente.
—¿Ok? —me dice la que me interrumpió—. Ve y toma asiento mientras le avisamos, por favor.
Asiento y voy a sentarme en uno de los sofás que se encuentran ahí.
—Hola —una mujer se pone delante mio— ¿Eres Acacia Luna?
Asiento.
—Soy Alba, la secretaria del presidente —me informa—. Sígueme, por favor.
Asiento y me levanto para empezar a seguirla, hasta que se detiene y llama un puerta, obteniendo un "adelante".
—Señor Cooper —veo como entra un poco a la oficina—. La señorita Acacia Luna ya está aquí para la entrevista.
—Que entre, por favor —escucho que le dicen desde adentro.
—Entra —se hace a un lado para que yo pueda entrar y antes de cerrar la puerta, me dice un pequeño y casi inaudible:—. Suerte.
Cierra la puerta y yo veo hacia adelante, para encontrarme con un hombre pelinegro sentado en el escritorio viéndome fijamente.
¿¡Él es el presidente!?
—Puedes tomar asiento.
Señala una de la sillas vacías delante de su escritorio y yo asiento antes de tomar asiento.
—Buenos días —le digo.
—Buenos días —me regresa el saludo— ¿Normalmente eres muy puntual o lo eres nada más hoy por la entrevista?
Me sorprendo un poco por su tono de broma al formular la pregunta.
—Normalmente lo soy —le contesto.
—Eso es bueno —me dice levantándose de su silla y caminando hacia otro lado— ¿Quieres café?
—Am, no, estoy bien, pero gracias —le revelo.
—Ok, entonces más para mi —regresa a su asiento con una taza de café en las manos— ¿Traes tu curriculum? —asiento—. Dámelo, por favor.
Saco la carpeta de mi bolso y se la doy.
—Según esto, te graduaste hace dos años de la universidad, ¿eso es correcto? —asiento—. Y desde entonces, trabajas como traductora en una editorial, no es muy conocida ni tan grande, pero se mantiene.
—Así es —le digo.
—¿Y el salario es bueno?
—Sí.
—Además de eso, hablas bastantes idiomas para tener solo 23 años —me dice—. Sobretodo, hablas hindi, arabe y escoces, lo cual no es muy común.
—Me gustan mucho los idiomas —le comento.
—Sí, creo que cualquiera se da cuenta de eso por la carrera que estudiaste —me dice—. Digo, nadie aprendería muchos idiomas para una carrera que no le apasiona, porque supongo que te apasiona tu profesión, ¿no?
Asiento.
—Hagamos una pequeña prueba —deja la carpeta sobre el escritorio y me ve a los ojos—. Mucho gusto, soy Nicolás Cooper, presidente de Cooper Company y de muchas otras empresas, tengo 28 años, así que soy cinco años mayor que tú, además de eso, odio los animales y en un futuro no muy lejano, quiero casarme y tener hijos con la mujer que amo, ¿qué puedes decirme sobre ti?
Lo veo un poco sorprendida al verlo y escucharlo hablándome en escocés antes de responder:
—Mucho gusto, señor Cooper, soy Acacia Luna, tengo 23 años y actualmente trabajo en una editorial, soy licenciada en lenguas extranjeras y me gradué con honores de la universidad, desde muy pequeña me han gustado los idiomas, a diferencia de usted, amo los animales y no me veo teniendo familia ni pareja en el futuro.
—Eres realmente buena —me comenta recargandose en su asiento—. No te trabaste ninguna vez y hablaste con demasiada fluidez, de no saber que el escocés no es tu idioma natal, creería que si lo es.
—Muchas gracias.
—Y eres justo lo que buscaba —me dice—. Supongo que tu hermano te hablo de la propuesta que le hice, ¿no? —asiento—. Bueno, te quiero hacer la misma propuesta. Sí aceptas, ten por seguro que tendrás un muy buen salario, además de prestaciones y seguros, no te tendrás que preocupar por el hospedaje, ya que la empresa se encargará de eso, además, te brindaremos un auto con el cuál podrás moverte, si quieres aprender un nuevo idioma la empresa se encargará de los gastos de las clases y materiales que vayas a utilizar, pero lo más importante, el trabajo sera en una nueva compañía en Canadá. Así que, ¿quieres pensar la propuesta o ya tienes una respuesta?
—Ya tengo una respuesta.
—¿Y cuál es?
—Acepto la propuesta —le contesto.
—En ese caso, bienvenida a su nuevo trabajo, señorita Luna —me dice y nos levantamos de las sillas para estrechar las manos—. Espero que trabajemos muy bien juntos.
—Lo mismo digo, señor Cooper.
NICOLÁS COOPER.—También necesito estos documentos lo más pronto posible.Le doy las carpetas a Leon.—Entendido —me dice— ¿Algo más?—Dile a Michael que se encargue de hacer una fiesta de bienvenida en la nueva empresa para los empleados —le informo—. Quiero que sea divertida y relajada y dile a Roberto que organice la reunión de bienvenida de la nueva empresa, ¿entendido?—Entendido —me responde—. Por cierto, hay algo que quiero preguntarte.—¿Qué es? —le pregunto viendo unos documentos en el computador.—¿Por qué estás haciendo todo esto?—¿A qué te refieres?—A la creación de la nueva empresa, el reclutamiento del personal, a la brindación de MUY buenas viviendas, la fiesta y reunion de bienvenida —me responde—. Tú nunca habías hecho algo así, es más, una vez dijiste que solo seria un desperdicio innecesario de dinero.—Las personas pueden cambiar de opinión —le comento—. Además, las cosas han cambiado y las personas ya se fijan un poco más en el ambiente laboral además de eso, en
ACACIA LUNA.—Tengo sueño.—Yo igual —me dice dejando un plato de hot cakes delante mío—. Pero así es la vida de un adulto.—Extraño un poco ser pequeña —le revelo— ¿Recuerdas las vacaciones en la casa de los abuelos?—¿Cómo no? Nos daban postres como desayuno y nos sentaban en la sala para ver una película los cuatro juntos mientras desayunábamos —comenta sonriendo—. Extraño realmente eso.—Yo igual —le digo—. Pero al menos Emily y Dylan están con ellos, es mejor que estar con nuestros padres —como otro pedazo de mi hot cake—. De solo recordar como era estar todo el día con ellos estando de vacaciones, me siento mal.—A ellos no los menciones, por favor —me dice—. Es muy temprano para amargarnos el día.—Sí, tienes razón —le digo—. Te quedaron bien los hot cakes.—Gracias —me dice comiendo— ¿Qué crees que nos digan en la reunión?—Realmente no lo sé —le revelo—. Solo espero que no sea algo malo.—Yo igual —me dice—. Espero que nos digan de que será la nueva empresa y en qué parte de
ACACIA LUNA.—Creo que esto fue lo último —le digo a Cameron mientras sello la caja con cinta— ¿Terminaste lo tuyo?—Sí —me dice terminando de sellar la caja— ¿Por qué tuvimos que empacar todo lo del departamento si solo nos vamos a llevar nuestra ropa?—Porque luego se ensucian —le respondo— ¿Ya tienes lista tus maletas? —me sonrie— ¿Es en serio, Cameron?—Ya casi las termino —ruedo los ojos—. Solo me falta guardar mi ropa.—O sea que ni siquiera has empezado, ¿verdad?—Bingo —me dice—. Voy a terminar antes de que lleguen por nosotros.—Faltan menos de seis horas —le recuerdo— ¿Sabes qué? Mejor ve y termina de alistar tus maletas, yo me encargo de lo demás.—¿Segura?—Sí, a diferencia de ti, yo tengo mis maletas y todo lo que me voy a llevar completamente listo desde hace dos días, así que deja de perder el tiempo y ve y ponte a empacar.—Ok, ok, ya entendí —me dice levantándose del suelo— ¿Pero estás...?—Largo.Levanta las manos y se da la vuelta para irse a su habitación.Amo a Ca
ACACIA LUNA.Lunes.—Es aquí —se detiene delante de la puerta de madera con el número 20— ¿Me das la...? —le entrego la llave antes de que pueda terminar de pronunciar la pregunta—. Gracias.—De nada.Cameron mete la llave en el cerrojo y unos segundos después, abre la puerta de nuestro nuevo hogar.Metemos las maletas primero y después de entrar nosotros y cerrar la puerta, empezamos a explorar el departamento.—Es demasiado grande —comento saliendo al balcon que esta delante del comedor.—Y es solo el primer piso, todavía hay que ver las habitaciones —entro al mismo tiempo que Cameron sale de la lavanderia y posteriormente de la cocina, ya que esos dos lugares se encuentran conectados—. Algo me dice que a lo mejor cada uno va a tener su propio baño.—Eso seria bueno —le digo mientras caminamos hacia la sala—, así ya no tendriamos horarios para bañarnos.—Cruza los dedos, hermanita, cruza los dedos.Empezamos a subir las escaleras y vemos tres puertas y otras escaleras.—¿Cuántas hab
ACACIA LUNA.Una semana después.—Odio las mañanas —me dice bostezando—. En serio, las odio.—Ya somos dos —le digo bebiendo un poco de cafe—. Pero, lamentablemente, somos adultos, asi que no hay nada que podamos haces más que soportarlo.—Ya quiero jubilarme —me revela— ¿Te imaginas? Así me levantaria a la hora que yo quisiera y no me tendria que preocupar nada más que por lo que voy a hacer para entretenerme día a día.—Ese tipo de mi vida a mi no me gustaria.—Lo sé, no te puedas quedar mucho tiempo sin hacer nada —me dice—. Pero eso es algo que tarde o temprano va a ocurrir, hermanita, no puedes detener el tiempo y tampoco tu edad.—¿Sabes? La idea de ser una anciana con una panadería no suena tan mal —suelta una risa— ¿De qué te ries? Lo digo en serio.—¿En serio quieres extresarte por trabajo hasta morir? —asiento—. Estas loca.—Uno de los dos tenía que ser el cuerdo y el otro, el loco —tomo otro sorbo de mi café—. Pero, en nuestro caso, ambos somos el cuerdo y el loco.—Supongo
ACACIA LUNA.Una semana después.—Voy a estar más tiempo por acá —me informa—. Probablemente regrese en una o dos semanas más, no lo sé con certeza.—Esta bien, lo entiendo —le digo— ¿Te estás alimentando bien, verdad?—Sí, mamá —ruedo los ojos por como me ha llamado—. He estado comiendo bien.—En primer lugar, no me llames así, que no me gusta —escucho como se rie— y en segundo lugar, más te vale que no me estés mintiendo, Cameron, que luego se te olvida comer y estás sintiendote mal o en el peor de los casos, te desmayas.—Exagerada —me dice—. Solo me he desmayado una sola vez en mi vida y fue por el calor.—Hasta dónde recuerdo, el doctor dijo que también se debió a qué no habías comida nada —le señalo—. Así que más te vale que comas, Cameron, y con comer me refiero a desayunar, almorzar o cenar y no solo a comer un snack o tomar café.—Sí, regañona, ya entendí —por su tono de voz, me imagino que ha de haber rodado los ojos—. Voy a alimentarme bien.—Más te vale o te juro que en cu
NICOLÁS COOPER.—Les juro que si no cierra la boca dentro de un minuto, voy a levantarme a darle un buen golpe.Leon y yo intercambiamos miradas por un momento después del comentario de Roberto, para posteriormente regresar la vista hacia delante y ver como Michael canta una canción (bastante desafinada) sobre desamor con una botella de vino en una de sus manos mientras en la otra tiene su celular, el cual, usa micrófono.—Michael, por dios —habla Leon haciendo que el castaño lo voltee a ver—. No es para tanto.—¿Qué no es para tanto? —arrastra las palabras mascullando— ¿¡Qué no es para tanto!?—Estas exagerando —comenta Roberto—. Que tú primo haya encontrado a su mate no importa en lo absoluto.—Exacto —lo apoya Leon—. No tiene sentido que estés así.—¡Ustedes no lo entienden! —se deja caer sobre una silla y empieza a patalear como un niño pequeño— ¡Quiero a mi mate!Lo veo actuar como un niño berrinchudo de dos años antes chasquear los dedos y hacer que se dé una cachetada.—¡Nicolá
NICOLÁS COOPER.—¿Qué es lo qué le sucede? —escucho que cuestiona Roberto en voz baja.—No tengo ni las más minima idea —le contesta Leon en el mismo tono.—A mi se me hace que no le dieron bien anoche y por eso anda de tan mal humor —comenta Michael en voz baja.Me detengo abruptamente ocasionando que ellos también lo hagan.Los volteo a ver a los tres enojado antes de volver a ver hacia adelante y seguir caminando.—Se los dije —dice Michael.—No estoy de mal humor por eso, idiota —le digo a Michael.—¿Entonces por qué lo estas?Por que por tu culpa perdí la oportunidad de acercarme a ella.—Por nada —le contesto—. Solo amaneci de mal humor, eso es todo.—No, pues que excelente respuesta —me dice Michael—. Eso soluciona todo.—Callate al menos que quiera que te mande a limpiar excremento de caballo con tus propias manos y sin ninguna protección —lo amenazo— y sabes muy bien que cumplo lo que digo.—Eres demasiado amargado y serio —me dice—, solo por eso me compadezco por la mujer qu