Capítulo 4.

NICOLÁS COOPER.

—También necesito estos documentos lo más pronto posible.

Le doy las carpetas a Leon.

—Entendido —me dice— ¿Algo más?

—Dile a Michael que se encargue de hacer una fiesta de bienvenida en la nueva empresa para los empleados —le informo—. Quiero que sea divertida y relajada y dile a Roberto que organice la reunión de bienvenida de la nueva empresa, ¿entendido?

—Entendido —me responde—. Por cierto, hay algo que quiero preguntarte.

—¿Qué es? —le pregunto viendo unos documentos en el computador.

—¿Por qué estás haciendo todo esto?

—¿A qué te refieres?

—A la creación de la nueva empresa, el reclutamiento del personal, a la brindación de MUY buenas viviendas, la fiesta y reunion de bienvenida —me responde—. Tú nunca habías hecho algo así, es más, una vez dijiste que solo seria un desperdicio innecesario de dinero.

—Las personas pueden cambiar de opinión —le comento—. Además, las cosas han cambiado y las personas ya se fijan un poco más en el ambiente laboral además de eso, entre más cómodos se sientan las personas en su trabajo, mejor desempeño tienen.

—Ok, ¿entonces porque no estás haciendo todo lo de la nueva empresa con las empresas que ya tienes? —me inquiere—. Es un poco contraproducente si lo piensas bien.

—A lo mejor, pero así son las cosas —le digo—. Además, ese ambiente laboral hará que la popularidad de la empresa crezca aún más cuando las personas empiecen a investigarlo.

—Esa es otra cosa que no entiendo, ¿Por qué de todos los tipos de empresas, te decidiste por uno de comida rápida? 

Ruedo los ojos antes de seguir leyendo los documentos del computador.

—Estas haciendo muchas preguntas y solo estás perdiendo el tiempo —le informo—. Y, para responder tu última pregunta, solo tienes que recordar que los lugares de comida rápida son muy populares y frecuentados, aunque también limitados, a parte de todo esto, quiero ganarles a todos esos tipos de lugares.

—¿Entonces solo haces esto para llevar todos esos lugares a la banca rota?

—A lo mejor.

Escucho como bufa.

—Nos vemos en la cena en unas horas —me dice y le contesto con un "ok"—. No llegues tarde, por favor.

—Lo voy a intentar, no prometo nada.

Leon sale de mi oficina después de eso.

Si tan solo supiera que hago todo esto por mi mate, entendería todo.

🌕🌕🌕🌕🌕

—¿Qué tanto haces?

Michael intenta ver la pantalla de mi tablet, pero yo la muevo para que no lo logré.

—Nada que te interese, chismoso —le digo y él vuelve a sentarse bien— ¿Ya tienes alguna idea para la fiesta de bienvenida?

—¡Por supuesto que sí! O sea, ¿acaso no me conoces o qué?

Lo veo raro por su manera de expresarse.

—¿Has estado viendo películas de divas nuevamente?

—¡Dah! —con eso entiendo que la respuesta es un "sí"—. O sea, amiguis, uno se aburre y tiene que entretenerse con algo.

—Yo quiero entretenerme golpeándote o poniéndote algo en la boca para que ya no hables así.

Leon y yo ahogamos una risa por el comentario de Roberto hacia Michael.

—Perro envidioso —Roberto rueda los ojos—. Me tienes envidia.

—Lo único que te tengo es intolerancia.

—¿A la lactosa? —le pregunta Michael burlón.

—Jodete —le dice Roberto.

Ruedo los ojos y detrás de Roberto, veo a una pequeña familia tomar asiento muy felizmente en una mesa no tan alejada de nosotros.

—¿Qué tanto...? —Michael ve lo mismo que yo—. Que envidia. Unos teniendo a una familia con la mujer de su vida y otros, cómo muaj, está sentado aquí con un trío de tontos formando el "cuarteto solitario".

Dirás el trío solitario.

—Es moi, no muaj —lo corrige Roberto.

—Es lo mismo —le dice Michael restándole importancia y luego suspira para decir:—. Ojalá encontrará a mi mate.

El recuerdo de una visión que tuve regresa a mi mente.

—A lo mejor la encuentras muy pronto o dentro de unos siglos más —le comenta León.

—Espero que sea pronto —no tanto—. Ya no quiero seguir solo y que ustedes —nos señala a los tres— sigan siendo mi única compañía.

—Si no quieres estar aquí, te puedes ir, nadie te obliga a estar aquí.

—Me iría si no hubiera ordenado ya —comenta Michael.

—Entonces deja de quejarte —le digo.

—¡Déjame quejar...! —dejan nuestras órdenes en la mesa—. Oh, por fin llegó.

Ruedo los ojos ante el cambio de humor de mi amigo.

Definitivamente, nunca entenderé como el hambre hace que algunas personas cambien de humor tan pronto tienen comida.

Michael empieza comer rápidamente mientras los demás le damos las gracias a la mesera y mesero que nos atendieron antes de que estos se vayan.

—Come despacio —le digo—. Pareces un animal.

—Soy mitad animal —hago una mueca de asco al verlo hablar con la boca llena de comida— ¿Acaso no lo recuerdas?

—Solo come bien y ya —le digo y él vuelve a lo suyo—. Si llegas a encontrar a tu mate, a lo mejor te van a dejar en cuanto vean como comes.

—Y si tú la llegas a encontrar, te van a dejar por lo gruñón que eres.

Ruedo los ojos por su comentario.

—Esta pasta no esta buena —se queja Leon para luego decir en voz baja:— ¿Por qué escogieron este lugar?

—Me pareció buena opción —le dice Roberto.

—A la próxima, yo escojo el restaurante —dice Leon antes de agarrar más pasta con su tenedor—. Esto es una burla hacia la comida italiana.

—A cualquier lugar que vayas que no sea el lugar del tipo de comida que quieres, la comida no estará buena —le informo—. Todos lo saben. Es una ley universal de la comida.

—Alguien ha estado investigando sobre comida —canturrea Michael mientras come.

—Tuve que hacerlo por la nueva empresa —le digo mientras llevo un bocado de lasaña a mi boca—. Y ustedes —los señalo a los tres con el tenedor— también debieron hacer lo mismo.

—No entiendo porque escogiste ese tipo de negocio —comenta Roberto.

—Ya somos dos —dice Leon.

—Yo tampoco entiendo, pero me gusta la idea de estar rodeado de comida y sobretodo, comérmela —dice Michael—. No sé como no se te ocurrió antes.

—Uno tiene muy buenas ideas en la ducha —mentira—. Ahora coman que tenemos que seguir trabajando.

—¿Cuándo tendremos un día de descanso? —se queja Michael.

—Después de que todo marche bien en la nueva empresa —le respondo.

—"Nunca" es una manera más rápida y clara de decirlo —me dice Michael.

—Solo deja de hablar y come bien —le digo.

Ninguno de los cuatro vuelve a decir algo más y solo nos dedicamos a comer en silencio.

Volteo brevemente para ver a la familia de hace rato y me encuentro con los padres hablando animadamente mientras el niño come pasta.

Algún día esos seremos ella y yo.

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