ACACIA LUNA.

—Estoy embarazada.

La noticia parece caerle con un balde de agua fría, pues sus ojos se agrandan y su boca se queda abierta.

Veo como Nicolás se reincorpora y lo veo apoyarse en el escritorio mientras ve hacia otra parte.

—Tengo un mes y medio —le informo mirando hacia abajo—. La ginecologa me dijo que todavía estoy a tiempo de interrumpirlo si es lo que quiero.

—¿Y lo quieres abortar?

—No sé.

Lo escucho suspirar antes de volver a verlo de cuclillas delante mio.

—La decisión que tomes, yo te voy a apoyar —lo veo sorprendida—, no importa cual sea.

—¿¡No me vas a ayudar a decidir!?

—No —responde—. Creo que lo mejor será que la decisión la tomes sola.

—¿¡Por qué!?

—No quiero que te sientes presionada a aceptar una decisión solo por que fue la opción que yo elegi y no la que tú querias, por eso creo que lo mejor será que tomes la decisión sola, al final de todo, la que llevara a cabo el embarazo serás tú —me agarra de las manos—. Sea cual sea la decisión que tomes, cuentas co