Repentino interés.

Eduardo.

No tenía ni idea de lo que estaba haciendo o por qué lo estaba haciendo.

Lo cierto era que ahí estaba yo, parado embelesado, viendo el majestuoso cuerpo de esta desconocida.

Abrí la puerta de la ducha con mucho cuidado, estaba deseoso y mi amigo estaba nuevamente despierto. Ella estaba pensando, no sé en qué, ya que no me sintió ingresar.

—No te voltees —le ordené.

Ella se tensó y yo pegué mi cuerpo a ella, llevé mi mano a sus pechos y los acaricié dándole pequeños apretones. Eran grandes y firmes.

—Ah—gimoteó.

Vaya que escucharla gemir, me encantaba, era como escuchar una de esas melodías que transportan.

Mi nariz tocó el cuello, lo sintiendo su aroma que se había quedado grabado en mi mente.

Tenía la intensa necesidad de entrar en ella, que su interior me envolviera.

No sabía qué iba a conseguir con esto, pero lo necesitaba desesperadamente.

Lleve una de mis manos a su cuello y la incliné para poder tener acceso a su intimidad. Tomé mi miembro y lo pasé por su entrada y ell
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