Irina pudo ver que Dahiana no se encontraba bien y entendía que no quería hablar, no delante de los chicos.—Chicos, podrían darnos un momento—pidió Irina.José y los demás accedieron y las dejaron solas. Irina tomó a Dahiana de la mano y la guio a uno de los sofás del lobby.—Sé que hacer esto puede ser muy atrevido de mi parte y quizás lo menos que desees en estos momentos no sea hablar, pero quiero que sepas que en mí puedes confiar —le dijo Irina.Dahiana soltó el llanto, tenía una ola de sentimientos que la hacían sentir asfixiada.Irina se acercó a ella y la abrazó, a unos pocos metros Eduardo observaba lo que ocurría.—Todo estará bien, no hay nada que no tenga solución—le dijo Irina—En momentos así no hay nada mejor que estar con la familia, tómate tu tiempo y piensa las cosas y verás que no es tan grave.—Gracias—susurró Dahiana.Irina la acompañó hasta que se sintió mejor, luego la llevó a que tomara un taxi.**Eduardo.Todo había pasado tan rápido, mis manos la acariciaban
Las palabras de Irina habían sido claras y Eduardo era consciente de que ella tenía razón.—Lo sé—dijo.—Pues si lo sabes, debes actuar rápido, de lo contrario la perderás —agregó su hermana.Eduardo se quedó en silencio, pensando de qué manera debía actuar.Lo primero era hablar con Laura y terminar la relación, después buscaría la manera de acercarse a Dahiana.—Tengo miedo—dijo.—No lo puedo creer, el gran Eduardo Triana, el señor de los negocios, tiene miedo —dijo Irina fingiendo sorpresa—. Nunca esperé escuchar eso de ti, hermano.—Esto es diferente, Irina, no estamos hablando de un simple negocio —dijo un poco molesto.—Este es el negocio de tu vida, Eduardo, el que te llevará a estar al lado de la persona con la que probablemente formarás una familia. Debes ser fuerte y decidido, así como lo haces con tus negocios —habló la mujer.—Nunca dejas de sorprenderme —dijo Eduardo con una sonrisa—. Siempre tienes las palabras indicadas.—Soy una Triana —dijo ella acomodándose un mechón
Dahiana.Cuando llegué al aeropuerto ya me encontraba más tranquila, las palabras de Irina me habían ayudado mucho, así que decidí ir a ver a mis padres y desconectar un poco de todosAsí que tomé el teléfono y le marqué a José para contarle.—Tómate el tiempo que quieras, sabes que para mí lo más importante es que tú estés bien —me dijo, después de escucharme.Gracias —le dije.José siempre ha sido muy comprensivo conmigo, sus consejos y todo el cariño han sido de gran ayuda.—Sabes que no tienes que agradecer, eres como una hermana para mí y siempre te apoyaré —agregó y no pude evitar soltarme en llanto.Después de despedirme, estuve en la sala de espera aproximadamente por una hora, hasta que escuché el llamado para el abordaje.Cerca del mediodía ya me encontraba bajando del taxi enfrente de la casa de mi familia.Mamá fue la primera en salir a recibirme, ella a taco y yo me dejé fundir por sus brazos, de verdad que la necesitaba.Mis hermanos y papá no se encontraban en casa, por
Eduardo.Ya estaba cansado de la actitud de Laura, no sabía el porqué me evitaba, pero así lo hiciera, ya no había vuelta atrás.Habían pasado más de cinco días y ella seguía escondiéndose. Así pasaron tres días más y por fin apareció.—Hola, cariño—dijo al ingresar a mi oficina.Levanté la vista de los documentos que estaba revisando; mi expresión se mantuvo neutral.—Me ha contado mi madre que te urgía hablar conmigo—dijo acercándose a donde yo me encontraba.—¿Por qué me has evitado?—le pregunté.—Nada de eso, solo estaba atrasada con muchos asuntos de la fundación, con el viaje dejé muchas cosas pendientes —dijo.Algo en ella era diferente, y no hablo solo de su vestimenta que ahora era un poco más reveladora, sino también de su forma de comportarse.—Bien, eso lo puedo entender—dije, esquivando el beso que quería darme.Me levanté de mi silla, la tomé de la mano y la guie al sofá.—Ya estás aquí, así que hablemos —le dije.—Bien—contestó.Cuando estaba por empezar a hablar, su te
Eduardo sabía que la estaba lastimando, pero las cosas habían terminado así, por más que él lo había querido evitar.—No se trata solo de eso —dijo Eduardo—. Deseaba hablar en completa tranquilidad contigo, pero mira cómo han resultado las cosas, Laura, yo te quiero mucho, pero ya no te amo.Las palabras de Eduardo hicieron eco en la cabeza de Laura.Una sonrisa amarga adornó su rostro, seis años, y lo único que había conseguido era que el hombre que amaba le saliera con eso.—Pues lo lamento por ti, pero me lo debes Eduardo—dijo ella.—Acaso no estás entendiendo, ya no te amo Laura, no quiero y no me voy a casa contigo—dijo él.—Eso está por verse—dijo Laura e ingresó al coche.Eduardo trató de detenerla, pero esta salió conduciendo como loca.Pensó en seguirla, pero prefirió dejarla para que se calmara.Sus padres e Irina llegaron a donde él se encontraba.—¿Te encuentras bien?—le preguntó Emilio.—No lo estoy, de verdad no quería hacerla sufrir, pero ya no puedo estar con él, no cu
Eduardo.Había sido una terrible noche, las cosas con Laura se habían salido de control, pero ya no había vuelta atrás.Mi humor era terrible, pues en mis planes nunca había sido que mi familia se enfrentara a la de Laura.Pero escuchar que Dahiana había vuelto a la ciudad, me había llenado de alegría, tanto que había olvidado lo que acaba de ocurrir.Empecé a testear con ella como si fuéramos dos adolescentes. Ella me contó un poco de su vida sin decir su verdadero nombre y yo hice lo mismo, eso para mí era un gran avance.—¿Estás dormida? —al ver que no había respuesta.Eran cerca de las dos de la mañana, por lo que sería posible que se hubiera quedado dormida.No quise insistir más y dejarla descansar, no sé cuánto tiempo pasó, el caso fue que yo también me quedé dormido, pero a eso de las cinco de la mañana mi teléfono empezó a sonar insistentemente.La verdad dudé, pero tanta insistencia me hizo contestar.—Bueno—dije adormilado.—Eres un infeliz, todo es tu culpa—me gritó la señ
Dahiana.Tranquila, así me estaba sintiendo últimamente, había decidido no apresurar las cosas y dejar que todo fluyera.Aunque me moría por ver a Hades, tenía que esperar, pues no sabía en qué situación se encontraba él.Muchas veces quise preguntarle por su vida personal, pero no quería tomar atribuciones que no me corresponden.El tiempo lo diría todo, así que solo debía ser paciente y las cosas tomarían su rumbo.Con eso, en mente, me metí de lleno en la obra. Las cosas iban de maravilla, así que todo estaría listo a tiempo.En mis tiempos libres le escribía a Hades y este no tardaba en responder.Todo el día me la había pasado revisando los avances de la obra en compañía de José.Cuando estaba por caer la tarde, él se fue a casa y yo subía a las suites a revisar cómo iba todo, puesto que es una de las partes más importantes, ya que en esas habitaciones es donde se hospedan los clientes más exclusivos.Había esperado de todo, pero nunca que Hades apareciera.Llevándome a confirmar
Eduardo.Feliz, así me encontraba, tenía en mis brazos a la mujer que amo y con la que deseo pasar el resto de mi vida.Dahiana había llegado a mi vida de la manera más inesperada, mostrándome que el amor llega sin avisar y que nada lo podemos dar por sentado. Ahora sé que en realidad lo que sentía por Laura no era amor.El apego que tenía hacia ella, era por la tranquilidad que le brindaba a mi loca vida, esa que llevaba ocultando por años.Pero con Dahiana podía ser yo, el miedo y la vergüenza no existían a su lado, porque ella de alguna forma es igual a mí.Aunque sabía que debía tomar las cosas con calma, me era imposible controlarme teniéndola a mi lado, por primera vez le estaba haciendo el amor.Mis manos tocaban con delicadeza cada parte de su cuerpo, dibujando en él un mapa de besos. Sus gemidos hacían eco en mis oídos, quedando grabado en mi mente para siempre.—Te amo—le dije en un susurro mientras me desbordaba en su interior.No sabía cómo tomaría mi confesión, pero no lo