En el centro comercial, Rebecca, Susan y Melissa terminan sus compras y deciden hacer una pausa para tomar un tentempié. Sin embargo, mientras lo hacen, se cruzan con Samantha, Sabrina y sus amigas.
- Increíble, ya veo a estas dos en el campus y ahora tengo que lidiar con ellas aquí también.
- ¡Mira quién está aquí, mi encantadora primita! Papá te envió un beso. No podemos esperar al almuerzo del domingo, cuando tendremos a toda la familia junta.
- Hola Samantha, envíale otro beso. Nos vemos el domingo. Ahora, nos vamos. - Samantha le quita la bolsa de las manos a Rebecca y empieza a examinarla. - Devuélvemelo, no es tuyo. Deja de hacer el idiota.
- Mira a mi primita, ¿planeando dejar de ser una niña pequeña con esta lencería tan sexy? Ya era hora, ¿no? - Las amigas de Samantha se ríen de la vergüenza de Rebecca, excepto Susan y Melissa, que vuelven a quitarle la bolsa de las manos a Samantha.
- Eres una idiota, Samantha. Deja en paz a tu prima. Supera tus celos de una vez por todas. ¡Recalcitrante! - Melissa coge a Rebecca de la mano y se marcha, dejando a Samantha hablando sola. Susan las sigue. - Amiga, ¿por qué no le devuelves el golpe? Sabes que Samantha sólo está celosa de tu belleza, de tu vida, de tu novio.
- Lo sé, Mel, pero es tan mala que no sé cómo reaccionar. Ella siempre está tratando de humillarme. En la universidad, las evito todo lo posible, pero en las fiestas y en el mismo círculo de amigos, son tóxicas.
- Olvídalo. La próxima vez, ponla en su lugar. Vamos a llevarte a casa. La reunión debería haber terminado y tienes que prepararte para encuentre a tu hombre. - Susan concluye.
Una vez terminada la reunión, Peter discutió los detalles con su padre y con los Halgrave. Al cabo de un rato, volvió a su piso y encontró allí a Samantha, con un café preparado y y vestida con un sexy traje de sirvienta.
- ¿Qué haces? - pregunta Peter al verla.
- Pensé que podríamos divertirnos un poco. Ha pasado tiempo desde la última vez. No entiendo por qué la elegiste a ella y no a mí. Soy una mujer de verdad, ella es sólo una chica. Siempre te doy placer, ¿no?
- Vete de aquí, Samantha. Has sobrepasado todos los límites. - Peter se acerca a ella y la mira de arriba abajo, sintiendo que su deseo crece.
- Vamos, Peter. ¿Vas a esperar a que la señorita Virginidad decida durante cuánto tiempo más? ¿Dos, tres años? ¿Es así como lo quieres? ¿Tan grande es tu amor por ella? Ahora estoy aquí para ti. ¿Por qué no me tocas? ¿Por qué no me llevas a la cama y cumples tu deseo? Sé que quieres eso. Deja de pensar en ella y piensa en nosotros ahora mismo. No sería la primera vez. - Peter recuerda la frustración de la noche anterior y besa a Samantha con un deseo ardiente, llevándola al dormitorio.
Mientras tanto, en casa de Rebecca, ella se prepara para sorprender a Peter. Elige la lencería más sexy que ha comprado y se pone un vestido negro que le llega por encima de las rodillas, con un generoso escote y una abertura hasta los muslos. Se recoge el pelo y se maquilla suavemente, resaltando sus labios rojos. Se calza unos zapatos de tacón, se toma un par de chupitos de whisky y se dirige a casa de su novio.
En el hotel del centro de Seattle.
- Alex, la reunión ha ido sobre ruedas. La propuesta es excelente y a tu abuelo le ha gustado mucho. Se están analizando todos los documentos y seguiré investigando como me pides, incluidas las otras empresas de las dos familias. ¿Cómo fue la crisis en Nueva York?
- Mi abuelo siempre aprueba todo. Eso no me sorprende. Sólo accedí a asistir a esta reunión porque tengo otros asuntos que atender en Seattle. Todos los servidores de la oficina de diseño de Nueva York se cayeron. Tardamos unas horas en volver a ponerlo todo en marcha. El equipo informático de Shaw Group es terrible. El abuelo no ayuda con eso. Yo podría resolver este problema fácilmente. Probablemente esté listo para irse. Encontrémonos con él en el lobby. - Cuando llegan al lobby del hotel, Nicolás ya está allí esperándoles.
- Bueno, Ryan, vamos al hangar. Alex, ¿cuándo vuelves?
- Dentro de unos días, me voy a Nueva York y pasaré allí unos días antes de volver a Boston.
- Genial, entonces discutiremos la propuesta del Grupo Relic Halgrave. Creo que podemos colaborar con ellos.
- De acuerdo, abuelo. Lo analizaré todo y lo discutiremos cuando vuelva. - Alex se despide de ambos y se marcha. Suena su teléfono y contesta.
- Hola, hermanito. Te he echado de menos. - Alex se queda callado, pues no soporta a su hermano. - ¿Ni siquiera vas a saludarme? Hemos compartido tantas cosas, hermano. Sólo quería saber cómo estabas.
- Va directo al grano. ¿Por qué me llamas?
- Bueno, hermanito, supongo que debo decirte lo genial que fue la fiesta anoche. Te echamos de menos, especialmente tu noviecita. Estaba muy triste. Pero no te preocupes, yo me ocupé de ella. - Alex se queda pensativo ante estas palabras.
– Vale, estoy contento de que se hayan divertido. ¿Hay algo más que quieras decirme?
– Bueno, hermanito, compartimos mucho más que solo sangre, ya lo sabes. Siempre es un placer cuidar de lo que es tuyo. Pasaré por tu oficina mañana.
– No te preocupes por eso. No estoy en Boston. Siempre es un placer hablar contigo, pero tengo cosas más importantes que hacer. Hasta luego. – Él cuelga sin esperar respuesta y llama a Henrique. – Sr. Henrique, ¿dónde pasó la señorita Spencer la noche de ayer?
– Señor, no estoy seguro. No contestó mis llamadas durante la noche. Esperé por ella hasta altas horas de la madrugada, pero me pidió que me fuera. Insistí en llevarla a casa, pero ella rechazó y me pidió que me marchara. Lo siento por eso. – Alex cuelga sin responder y regresa a su habitación.
Rebecca llega al apartamento de Peter. Entra, se quita el vestido y respira profundamente, reuniendo coraje. Va hacia su habitación usando solo su ropa interior sensual. Sin embargo, cuando abre la puerta de la habitación, se sorprende al ver a su prima Samantha encima de su novio. Se queda en shock por un momento y luego sale de la habitación. Peter aparta a Samantha, se pone una bata y va tras Rebecca, quien está en la sala vistiendo nuevamente.
– Rebecca, espera. Puedo explicarlo. Lo siento. Fui débil y me dejé llevar. Por favor, perdóname. – Rebecca está aturdida por lo que vio. Su reacción es fría y distante. Permanece en silencio, mirándolo. – Por favor, Rebecca, di algo. – Samantha sale de la habitación con una sonrisa maliciosa y provoca a Rebecca.
– Lo siento, prima. Alguien tenía que darle a Peter lo que tú no podías. Es la diferencia entre una mujer y una niña. – Rebecca le devuelve la sonrisa.
– No, eso no es ser una mujer. Eres solo una mujer fácil. Espero que él haya pensado en ti durante el sexo. – Rebecca se da la vuelta y se dirige hacia la puerta. Peter le agarra el brazo.
– Por favor, Becca, cometí un error. Lo siento. Dame la oportunidad de explicar y arreglar las cosas.
– No ahora. No con ella aquí. Tengo que irme. Necesito pensar. – Rebecca abre la puerta y sale. Una lágrima corre por su rostro mientras entra al ascensor. Decide no regresar a casa y se dirige a un hotel en el centro de la ciudad.
– Maldición. ¿Planeaste esto? ¿Querías arruinar mi relación con ella? Fui un idiota por caer en tu trampa. Sal de aquí ahora.
– No sabía que ella vendría aquí. Solo quería estar contigo. Tú también lo querías, si no no me habrías tocado. Di que no te gustó. Di que no te di placer.
– Sal de mi casa ahora. No quiero verte, mucho menos hablar contigo. – Samantha va a la habitación, se viste y se va, luciendo una sonrisa triunfante en sus labios.
En el hotel, Alex recibe un mensaje.
"Te dije que cuidé de ella y que compartimos mucho más que sangre, hermanito. Te quiero." – Él abre los archivos, que son fotos que Bryan tomó de Sophia la noche anterior. Alex no responde, solo guarda las imágenes y llama a Sophia.
– Hola, cariño. Lo siento. No deberíamos haber peleado. Fui insensata.
– Sophia, ¿qué pasó anoche?
– ¿De qué estás hablando? No pasó nada. Me quedé en la fiesta hasta tarde y luego tomé un taxi a casa. Estaba molesta y por eso te ignoré. Lo siento por eso. Por favor, perdóname. – Ella está sorprendida por su pregunta, pero finge no estar ocultando nada.
– Está bien, Sophia. Solo necesitaba saber si estás bien. – Alex cuelga como siempre, sin esperar una respuesta.
Él se frustra con todo esto y va al bar del hotel. Mientras tanto, Rebecca hace el check-in y sube a su habitación. Allí, llora durante varios minutos, sintiendo que su corazón está destrozado. Se siente ridícula por estar en el suelo de la habitación llorando por una traición. Va al baño y jura que superará esto y se vengará. Se lava la cara, se arregla el maquillaje y baja al bar para tomar una bebida y distraerse.
Alex está sentado en el bar del hotel, mirando su vaso de whisky durante varios minutos. Rebecca se acerca a la barra y le pide al camarero la bebida más fuerte disponible. Alex permanece inmóvil, sin siquiera mirar a su lado. Decidida a disfrutar la noche y olvidar por unas horas todo lo que había visto, Rebecca mira en dirección a Alex, quien sigue contemplando su bebida. Se acerca a él, coge el vaso y se bebe todo el whisky de un solo trago.– Dicen que cuando alguien observa un whisky durante tanto tiempo, es porque no tiene la intención de beberlo.– ¿Qué crees que estás haciendo? – Le pregunta él, sin apartar la mirada.– Solo ayudándote. Pero si quieres beber, puedo pagar una copa de whisky para ti. – Alex finalmente la mira, fijando sus ojos en ella durante varios segundos, lo que la hace sentir un poco intimidada por su expresión indescifrable.– ¿Pagar una bebida para mí? En el mejor de los casos, podrías devolverme la bebida que acabas de tomar. – Él le pide un whisky doble
Alex seguía bebiendo, su mirada fija en Rebecca en el bar, ambos sumidos en frustraciones y consumo excesivo de alcohol. No podía apartar sus ojos de ella, sintiéndose extrañamente atraído por aquella mujer. Su ensoñación se ve interrumpida por el timbre de su celular. – Alex, ¿cuándo vas a volver a casa? Noté que estabas actuando extraño antes. ¿Está todo bien? Te extraño cuando te alejas. – Sophia, deja de molestarme con tonterías. No desperdicies mi tiempo con eso. – Alex cuelga. Se acerca a Rebecca en el bar, ella está más sonrojada de lo normal, claramente afectada por el alcohol, conversando animadamente con un hombre. – Sal. – Ordena Alex al hombre. – ¿Qué? ¿Quién te crees que eres? – Alex no responde y se acerca a Rebecca, toma su mano y la acerca a él. Ella reacciona impulsivamente. – Eh, ¿qué estás haciendo? Suéltame ahora. – Apenas puede hablar claramente, el hombre se interpone frente a Alex. – ¿Cuál es tu problema? – Alex mantiene silencio, sus ojos fijos en Rebecca
Eran alrededor de las 9 de la mañana cuando Rebecca abrió los ojos. Sentía un fuerte dolor de cabeza y dolores por todo su cuerpo. Su corazón latió con fuerza al darse cuenta de que había un desconocido acostado a su lado y pronto se dio cuenta de que ambos estaban desnudos. Asustada, saltó de la cama al ver al hombre a su lado, pero él seguía durmiendo. Rebecca rápidamente se puso su vestido, agarró su bolso, celular, zapatos y la llave del auto que vio en la mesa, y salió de la habitación, dejando solo su ropa interior esparcida en el suelo, tal era su deseo de salir de allí. En el ascensor, se encontró con una notificación de transferencia de 30 mil dólares de su cuenta, a nombre de Pietra Dickinson.– ¿Pero qué diablos es esto? ¿Qué hice? – Preguntó en voz alta. Llegó a la recepción y realizó el check-out, preguntando a la recepcionista: – ¿Pietra Dickinson trabaja aquí?– Sí – respondió la recepcionista.– ¿Está por aquí por casualidad?– Debe estar cambiándose, su turno acaba de
Eran más de las 10 de la noche cuando Alex regresó al hotel. Se dirigió directamente a la recepción.– Buenas noches. ¿Cuál es el nombre de la señorita que traje aquí ayer?– Señor, no puedo proporcionar esa información.– Lo pediré educadamente, ya que hoy estoy de buen humor. Quiero el nombre y el número de teléfono de ella. De lo contrario, podrían enfrentar una demanda por permitir que una desconocida entrara en mi habitación y me robara.– ¿Qué?– No eres sorda, eso es lo que escuchaste. No me importa quién le abrió la puerta. Solo quiero los datos. – La recepcionista mira a Pietra, quien estaba presente en la recepción, y le entrega la información. Alex se acerca a Pietra y solo le pregunta a ella. – ¿Cómo entró? No mientas, porque solo tienes una oportunidad. Si no me gusta la respuesta, llamaré a la policía.– Lo siento, señor. Ella me dijo que a menudo haces eso, pero que no te gusta que ella beba. Ella me pagó 30 de los grandes para abrir la puerta.Alex se limita a sonreír
Cuando los amigos llegaron al club, vieron a Peter con un grupo de amigos en una mesa reservada. Al ver a Rebecca, él se acercó a ella.– Rebecca, ¿qué haces aquí?– ¿Qué? ¿Pensaste que me quedaría en casa sufriendo? No, tú tomaste tu decisión y yo tomé la mía. Solo aléjate de mí.– Rebecca, ¡vamos a hablar ahora! – intervino André.– ¿Eres sordo? Aléjate de ella. No quiere hablar, vino a divertirse. – Rebecca se dirigió al bar y pidió una doble dosis de whisky. Bebió y pidió otra.– Amiga, no le des la satisfacción, déjalo sufrir mientras tú te diviertes. Mantén la calma. – dijo Susan.Tomaron varias copas de bebida, reservaron una mesa, bebieron y se divirtieron. Melissa, Susan y Rebecca fueron a la pista de baile. Peter los observaba bailar.– ¿Qué os pasa? – preguntó uno de los amigos de Peter.– Cometí un error. Me acosté con otra.– ¿Qué? ¿Por qué? Planeabas estar con ella este verano.– Lo intenté. Ella se retiró en el último momento, me frustré y dormí con Samantha.– ¡Ah! No,
La irritación de Peter se vuelve incontrolable. Se dirige al bar donde está Rebecca y, luego, Susan y Melissa se acercan para ayudar a su amiga si es necesario. Peter agarra el brazo de Rebecca y la gira hacia él.– ¿Quién te crees que eres? ¿Cómo es que te acuestas con otro justo después de salir de mi casa?– Suelta, me estás lastimando. ¿Qué te da el derecho de exigirme algo cuando tú mismo estabas acostándote con mi prima? Aléjate de mí. – Él aprieta su brazo con más fuerza.– ¡Suéltala, imbécil! La estás lastimando. No tienes derecho a exigir nada.– Cierra la boca, zorra. Ya estaba claro que ella se metería en problemas al andar contigo. Eres una puta, Melissa, una puta. – Le dice mientras sigue presionando el brazo de Rebecca. – Dime, ¿crees que soy un payaso? Te mostraré lo equivocada que estás.– Suéltame, me estás lastimando.– ¿No estás escuchando a la señorita? – Dice Alex al acercarse, colocándose entre Peter y Rebecca, haciendo que él suelte el brazo de ella. Melissa y S
Mientras conduce, Alex permanece en silencio. Siempre que puede, aparta la mirada para observar a Rebecca. Su celular suena y él contesta en el altavoz.– ¿Qué necesitas, Ryan? – Pregunta al contestar.– Alex, cuéntame qué está pasando. De la nada, ¿compras un pub? ¿Qué te pasa? ¿En qué problemas te has metido?– Nada importante, Ryan. Son solo negocios. Dije que me gustó el pub.– Está bien, Alex. Avísame si necesitas algo. ¿Todo esto con el Sr. O'Donnell fue por negocios?– Hablaremos de eso cuando vuelva, Ryan. No olvides enviar todo lo que tienes, quiero conocerlos.– De acuerdo, Alex. Buena noche.Él cuelga y siente que Rebecca lo está observando, pero él sigue en silencio. Pone su lista de reproducción para que suene mientras la observa de reojo. Rebecca está empezando a sentirse enferma por la cantidad de bebidas que ha consumido. En las últimas dos noches, ha bebido mucho. Cuando llegan a la habitación del hotel, ella corre al baño para vomitar. Alex se acerca a ella, sostenie
Mientras estaba en el taxi, Rebecca reflexionó sobre las cosas que había escuchado de Alex. Decidió ir a casa y enfrentar a sus padres. Cuando llegó a casa, su madre estaba en el porche. Caminó hacia ella y se derrumbó en su regazo.– Hija mía, ¿qué pasa? ¿Por qué estás así?– Peter, me engañó, mamá. Me traicionó porque no quise tener relaciones con él la noche que llegué. Soy tan tonta, planeé todo para que fuera perfecto. Fui tan imprudente, mamá. – Bajó la mirada avergonzada. – Me sentí tan destrozada que solo bebí estas últimas noches. Pasé esas noches con un desconocido. Perdí mi virginidad con un hombre cuyo nombre solo supe al día siguiente.– ¿Estabas ebria? ¿Se aprovechó de ti? ¿Te lastimó? – Preguntó Martina preocupada por su hija.– No, mamá, fui yo quien lo buscó. Ya me había rechazado, no sé qué me pasó, él también estaba borracho y se aseguró de llamar mi atención esta mañana y dejó en claro que nunca me tocaría en esa situación. Anoche, me protegió mientras estaba ebria