Mimos y caricias

Aiden se rió, retrocediendo ligeramente.

—Eso significa que no podemos hacer lo que estás pensando.

Hendricks lo miró con incredulidad.

—¿Por qué no?

—Porque no es apropiado... estamos en casa ajena. Y además, está Lía cerca —agregó Aiden, intentando sonar lógico, aunque Hendricks solo veía una oportunidad para hacerle cosquillas.

—¡Hendricks, para! —rio Aiden, retrocediendo hasta quedar atrapado entre la pared y el hombre que lo perseguía por la habitación.

—No hasta que cambies de opinión —replicó Hendricks, con una sonrisa maliciosa mientras seguía su "ataque".

Después de varios minutos de risas y correteos, Aiden finalmente se detuvo, tratando de recuperar el aliento.

—Escucha... —dijo, aún con la risa en su voz—. Somos dos hombres, en casa de tus padres, con tu hija en la habitación de al lado. Por ahora, vamos a comportarnos, ¿sí?

Hendricks lo miró con una mezcla de diversión y frustración.

—Está bien, me has convencido... por ahora —dijo, rindiéndose finalmente y tumbándose en
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