Amanece bajo el cielo de Portofino, Aiden y su madre disfrutan del desayuno juntos en la terraza. Brenda, sabiendo que su hijo aún se siente algo inquieto por la revelación de su relación con Hendricks, decide abordar el tema de una manera suave.—Cariño, he estado pensando en lo de tu padre. Sabes que él es... bueno, tiene un carácter muy reservado y a veces es complicado hacerle aceptar cambios, pero creo que si hablo con él despacio, lo ayudará a ir asimilándolo poco a poco.Aiden escucha a su madre con atención, pero rápidamente toma una respiración profunda y niega con la cabeza.—Mamá, aprecio lo que intentas hacer, pero creo que lo mejor es que hable con él yo mismo. Es... lo mínimo que puedo hacer por respeto. Me importa mucho que sepa la verdad de mí, y creo que se lo debo en persona.Brenda lo observa, claramente orgullosa de la madurez y valentía de su hijo. Después de unos segundos de reflexión, asiente.—Está bien, Aiden. Tienes razón. Pero recuerda que estamos aquí para
Aiden y Hendricks regresaron desbordados de felicidad, trayendo consigo el fresco aroma del mar que llenaba el aire de promesas, agradecidos de que por lo menos los padres de Aiden aunque no muy reacios a su relación por lo menos no se oponían a que estuvieran juntos. La luna, brilla con todo su esplendor iluminando el espacio con un brillo plateado que transforma el elegante penthouse en un refugio de intimidad para los dos amantes. Aiden, sentado en el sofá de terciopelo, siente cómo el nerviosismo danzaba en su pecho no sabe si saltar de la alegría o llorar de la felicidad. La expectativa pulsaba en el ambiente, una energía que electrizaba el aire. El penthouse es un espacio que emanaba calidez y familiaridad. Las luces tenues iluminaban las paredes decoradas con fotos de momentos felices, y la suave música de fondo creaba una atmósfera íntima.Lia, la hija de Hendricks, está pasado la tarde con una de sus hermanas trillizas, lo que les dejaba a Aiden y a Hendricks el espacio per
Es un soleado día de primavera, cuando los jardines alrededor de la residencia de los Harrison florecen en tonos vibrantes de rosa y lavanda, Aiden y Hendricks llegan con Lía.La llamada de Aiden días antes ha permitido a los padres de April, Víctor Harrison y Susan de Harrison, prepararse para recibirlos. Saben que, aunque la visita es breve, ya que solo estarán una semana, el propósito es crucial: legalizar la paternidad de Hendricks sobre Lía, y darle un sentido de pertenencia y seguridad a la pequeña hasta que April despierte del coma y se recupere o que pase lo peor.—¿Como estuvo su vuelo? —les pregunta Susan cuando los recogió en el aeropuerto junto a su esposo.—Todo estuvo bien, salimos muy temprano, Lía se durmió algunos minutos antes de que ustedes llegaran —habla Hendricks con Lía en brazos.—Me imagino lo cansada que debe estar mi nieta—habla Víctor mientras van en el carro en la carretera.Condujeron por media hora y llegaron a unos suburbios. Apalcaron frente a una casa
Cuando pasó la semana, Hendricks regreso a Portofino junto a Aiden y a Lía.Dos días después los padres de Hendricks los invitaron a cenar. La cena llega a su fin luego de la degustación de muchas delicias, y al final Aiden se retiró primero para llevar a dormir a la niña a su habitación.—Les preparé una habitación para cada uno—menciona Anusha la madre de Hendricks, mientras pasan a la terraza y se sirven un café.—Aiden no se siente cómodo durmiendo solo, él se quedará conmigo en mi cuarto.Los padres de Hendricks llevan a colación nuevamente de que Hendricks debe mudarse y mencionan el hecho de que quieren que su hijo busque a alguien y se case. Y no levante falsos rumores al pasar tanto tiempo con su mejor amigo.— Que cosas dices hijo, Aiden es un hombre...los hombres no deberían temerle a nada, y si fuera así ¿porque no se busca una novia y se casa? ya tiene treinta años aunque parezca de veinte—comenta Anusha.Hendricks aprieta los puños. Pensó que tendría más tiempo antes que
Aiden, sorprendido por la severidad de su tono, siente miedo.—Entiendo que hay muchas cosas inexplicables y difíciles de entender, pero por favor escúchame.—¿Es esto lo que viniste a hacer aquí? —lo interrumpe, señalando a su alrededor con una mueca de desagrado—. ¿Viniste hasta Portofino para enredar a mi hijo en… en esto? ¿Para llevarlo por un camino que claramente no es lo mejor para él?Aiden parpadea, incrédulo ante las palabras de Federico, pero toma aire y trata de responder con tranquilidad.—Señor Bazán, yo no "enredé" a Hendricks en nada. Estamos juntos porque nos amamos y queremos criar a Lía juntos. No vine aquí para arruinar su vida, sino para apoyarlo y construir algo con él.Pero Federico no parece impresionado. Más bien, su expresión se endurece aún más.—¿Apoyarlo? —dice, con una risa fría y amarga—. Mi hijo no necesita "apoyo" de alguien como tú. Necesita estabilidad, una familia normal, una madre para esa niña. Lo que tú le ofreces no es más que una fantasía irres
Ava asiente y, con una última mirada llena de confusión y tristeza, lo deja marchar. Conociéndolo sabe que cualquier pregunta no será respondida, nunca había visto a Aiden así de mal.Aiden se dirige a la puerta del hotel y tomando el taxi se marcha del Splendido Mare rumbo al aeropuerto.Ya en el aeropuerto y, al ver el avión que lo llevará lejos, siente como si su corazón se quedara en Portofino, junto con cada recuerdo y cada sueño que compartió con Hendricks.Aiden finalmente llega a Chablis, Borgoña, después de un viaje en el que su corazón ha estado tan pesado como su equipaje. Al abrir la puerta de la casa familiar, es recibido por el aroma familiar del vino y la calidez del hogar. Sin embargo, la alegría de su llegada es rápidamente eclipsada por la sorpresa y la inquietud que se reflejan en los rostros de sus padres.—Aiden, ¡qué sorpresa! No nos avisaste que venías —exclama su madre, Brenda, con una mezcla de alegría y preocupación en su voz. Aiden no puede evitar sentir un
Cuando Hendricks llega a la villa, todo parece normal. La casa, normalmente acogedora, ahora le parece fría. Hendricks entra decidido a buscar respuestas luego de haber confirmado que los documentos de viaje de Aiden no estaban en la caja fuerte, su corazón late con fuerza en su pecho. Encuentra a su padre en el salón, que lo mira como si nada hubiera pasado. Federico se sorprende por lo rápido que su hijo ha regresado a la villa con la cara de preocupación, se imagina que ya se habrá dado cuenta de que Aiden no está en el hotel, lo que significa que le hizo caso y abandonó a Hendricks largándose de sus vidas. Federico siente una felicidad interna pensando en que ya todo estará bien y todo volverá a la normalidad.—¡Hendricks, qué sorpresa verte aquí, hijo!—dice Federico, con tono es casual, pero Hendricks puede ver la inquietud en sus ojos.—¿Donde está Aiden?—No lo sé ¿Por qué me preguntas?Hendricks lo mira, con la angustia y la desesperación dibujadas en su rostro. Sabe que su p
—¡¿Que no me amas?!—le grita Hendricks lleno de impotencia al borde de llorar.Hendricks se acerca rápidamente y toma a Aiden de las manos con fuerza, quitandole el café de las manos, obligándolo a mirarlo directamente a los ojos. La intensidad en la mirada de Hendricks es casi abrumadora, sus ojos azules arden con una mezcla de desesperación y amor que Aiden no puede ignorar.—Hendricks me aprieta muy fuerte...duele—gime Aiden al sentir la fuerza de Hendricks.—¿Como crees que todo esto me hace sentir?¿De verdad quieres que me crea eso? —le susurra Hendricks con voz tensa, apretando sus manos—. ¿Que después de todo lo que vivimos juntos, puedes simplemente decirme que ya no me amas y esperar que yo lo acepte?Aiden intenta apartarse, pero Hendricks no lo suelta. El dolor en su rostro es evidente, y su postura rígida delata el esfuerzo que está haciendo por mantener la compostura.—Déjame, Hendricks. Ya tomé una decisión —responde Aiden en un intento de parecer firme, pero su voz vaci